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POR F.B. Desde Alemania

Tocaron en la Argentina cuando apenas eran conocidos en el mundo, pero en Buenos Aires ya se los escuchaba en casete. Era el comienzo de la democracia argentina, y los Die Toten Hosen llegaron para canalizar una necesidad de furia generalizada. Siempre políticamente correctos, concientizados y concientizantes, sin usar los medios tradicionales de difusión y sonando poco en las radios germanas, ahora tocan y siguen llenando estadios, aunque hayan pasado los cuarenta años de edad. Ya ni saben cuántas veces viajaron a Buenos Aires (entre ocho y doce, dicen). Pero en esa época, la primera, se hicieron piel y hueso con Pil Trafa de Los Violadores y con los Attaque 77. En 1986 organizaron un show en Helgoland, una isla de Mar del Norte. Unos años después, en el 2001, la historia de la isla volvió a ser parecida, pero no en Europa sino en Cuba. Fue la segunda banda de rock que tocó en la isla de Fidel, después de los galeses Manic Street Preachers y antes que los norteamericanos de Audioslave. La última vez fue en el Quilmes Rock 2003. Campino en voz, Breiti y Kuddel en guitarra, Andi en bajo y Wom en batería conforman un grupo demoledor, que tiene una especial relación con este país. Ahora, habla Breiti en exclusiva para el No.

–¿Cómo entiende la banda la relación que los une a la Argentina?

–Es algo que nosotros también nos preguntamos. Una de las explicaciones es que nuestra llegada a la Argentina tuvo lugar un par de años después de la dictadura militar, cuando todavía no muchas bandas internacionales habían llegado al país, y una cosa que nos sorprendió fue que, en Buenos Aires, la gente conocía nuestra música y eso realmente no lo esperábamos. Con decirte que, una hora después de llegados, se acerca un chico en la calle y nos ofrece el auricular de su walkman sólo para mostrarnos que estaba escuchando Opel Gang, nuestro primer álbum. A los argentinos les gusta cuando una banda deja todo en escena, y es la misma actitud que el público argentino tiene cuando asiste a un concierto. Están allí ciento por ciento, y eso esperan también de la gente que está en el escenario. Bueno, también tiene que ver algo: en la Argentina existe el pueblo mejor informado del mundo, uno puede hablar con cualquier argentino de lo que sea: films, política, fútbol, etc., y eso es algo que ni en Europa he vivido. Esa curiosidad que los lleva a querer saber más y más. Creo también que Buenos Aires es la capital mundial del rock. La movida que existe allí tampoco puede ser comparada con otro sitio en el globo. Son muchas razones las que nos hicieron sentir ese “amor a primera vista” con la Argentina.

–La banda pasó del espíritu punk a ser el fenómeno de Die Toten Hosen preocupado por la situación mundial... ¿Cómo convive ese compromiso?

–Ese sentimiento está con nosotros desde el principio. Como banda, como punks o sólo como personas. Siempre nos interesó todo lo que tenía que ver con los derechos de igualdad, la lucha contra el racismo, y tratamos de tener un espíritu plenamente solidario. Con respecto a la lucha Pro-Asilo, nuestra misión no tiene nada de espectacular, pero contribuimos a que se difunda y lo hacemos también activamente desde nuestro sitio de Internet. Otro ejemplo como banda fue el concierto del Live 8, donde muchísimas bandas se aunaron para lograr centrar la atención en algo tan importante, como el hecho de la ayuda que Africa necesita, recién acabamos de llegar de Londres y los diarios hablan sin cesar del concierto de la semana pasada. ¡Personalmente fue un éxito total! Aunque después vino la catástrofe que todos conocemos.

–¿Han sido consultados después de la catástrofe financiera argentina del 2001 para realizar algún tipo de concierto a beneficio?

–No, la verdad es que no recibimos ninguna propuesta. Pero de hecho, la última vez que tocamos en el Luna Park, rebajamos las entradas al límite, para que todo aquel que quisiera asistir al concierto pueda hacerlo, y que no ver a la banda no sea un problema de dinero. Creo que tampoco uno puede en todo momento ser un cruzado tratando de salvar al mundo, ya que ahí creo que se perdería un poco el horizonte de donde está realmente la necesidad de emprender una acción. Nosotros tratamos de puntualizar nuestra ayuda. En Düsseldorf, por ejemplo, ayudamos a un centro de niños que no tienen hogar por diferentes motivos. Por eso tratamos de no hacer algo espectacular que después no podríamos sostener sino esas pequeñas acciones que la banda puede afrontar a lo largo del tiempo.

–¿Siguen teniendo una fuerte postura frente al racismo?

–Es un problema que azota a todo el mundo. No es sólo un problema de Europa sino que también existe en América, Asia o Africa. Particularmente no creo en las fronteras y, si bien me siento pleno en la ciudad donde crecí, creo que esa plenitud es extensiva a cuando estoy en Londres o Buenos Aires...

–¿Pero no en Colonia? (N. de R.: existe una rivalidad entre la gente de Colonia y la gente de Düsseldorf)

–(Risas) No, no, en Colonia no me pasa. Debe ser que está muy cerca y prefiero estar en Düsseldorf. De igual manera, en el mundo existen tantas culturas, diferentes estilos, comidas, especialidades, y lo que tratamos de hacer es disfrutar el momento en los distintos lugares que visitamos.

–¿La confrontación con la gente de Colonia se podría comparar con lo que pasa con Boca y River?

–No, no creo. En la Argentina, la rivalidad es extrema, y aquí lamentablemente Fortuna (club de Düsseldorf) juega en tercera y ésa rivalidad se fue desvaneciendo de a poco.

–¿Sigue la banda ayudando económicamente al club?

–Bueno, seguimos en este momento por un año sponsoreando al juvenil del club, hemos sido sponsors del equipo por dos años, cuando el club tenía serios problemas financieros; hemos apoyado a los juveniles también por dos años y seguiremos apoyándolos un año más, pero creo que más no podremos hacer. De hecho estamos involucrados en otras causas que también demandan nuestra ayuda. En este caso vimos, aparte de nuestra devoción por el club, que en los juveniles muchos de los chicos que juegan vienen de distintos partes del mundo (Turquía, Italia, Africa, etc.), y ésa también es una manera de ayudar a la integración y no sólo al club.

–De muchos países, pero, ¿Fortuna no tiene ningún pequeño Maradona?

–(Risas) No, lamentablemente no...

–¿Qué conocen de la música argentina o qué bandas les gustan?

–¡Hay una gran cantidad de bandas excelentes en la Argentina! Cada vez que estamos de visita conocemos nuevas y muy buenas. Me viene ahora a la cabeza Ataque 77, aunque nuestro primer contacto con una banda argentina fue con Los Violadores.

–¿Es cierto que uno de los mejores días de la banda sucedió cuando hacían la tapa de los discos Reich und Sexy I y II?

–Bueno, lógicamente fue una extraordinaria experiencia. Cuando hicimos R&S I, queríamos hacer algo como ya había hecho Jimi Hendrix en los ‘60: una tapa con muchas mujeres desnudas. Y bueno, como al final no tuvimos tantas mujeres para la realización, surgió la idea de hacer una fiesta y eso fue inolvidable. Ahora, cuando hicimos después de diez años R&S II, quisimos darle un toque de ironía a la tapa y había tantas mujeres que tuvimos que hacer la sesión en dos días. Y aparte, también por el ancho de la foto en sí misma, tuvo que ser sacada con dos cámaras que operaban al mismo tiempo y con trabajo de computación se unieron las partes. De una u otra manera, la segunda parte podríamos tenerla mucho más profesional que la primera, en donde de por sí tuvimos más diversión. Como experiencia fue inolvidable, pero hay que ver qué hacemos cuando venga R&S III (risas).

–Estarán en el Pepsi Music que se desarrollará en octubre. ¿Cuál es la expectativa de la banda?

–Naturalmente lo estamos esperando ansiosos. De hecho tenemos una más que profunda relación con los argentinos y no sólo esperamos con ansia el concierto sino la sensación de estar en Buenos Aires y su gente. De hecho, creo que muchos europeos también van a asistir a ese festival.