COMO FUE LA PRIMERA VISITA DE U2
› Por R.C.
Cuando U2 pisó en 1998 por primera vez suelo argentino, en todo el mundo se hablaba de Bill Clinton, Monica Lewinsky y el famoso habano, Titanic arrasaba con las taquillas, la salud de Juan Pablo II tambaleaba y ya se mencionaba a Joseph Ratzinger entre los posibles sucesores, y Estados Unidos preparaba una invasión a Irak. Más acá, medio país revoleaba el poncho con Soledad, que junto a Los Nocheros había cerrado el Festival de Cosquín y prometía un “folklore joven” que funcionó mejor en términos de marketing que de renovación musical. Además, aunque a Carlos Menem todavía le quedaban casi dos años de gobierno, ya se empezaba a hablar de la salida de la convertibilidad y de la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Y River vendíaa Marcelo Salas en 21 millones de dólares.
Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. aterrizaron en Ezeiza el 2 de febrero de 1998, tras un devastador paso por Brasil y Chile, casi como en un calco de la gira que los deposita aquí y ahora. “En nuestro país, la primera pasión es la música; la segunda, el fútbol. Me parece que acá anda por ahí”, soltó Bono en un informal contacto con la prensa en el aeropuerto. El cantante habló de salir a recorrer Buenos Aires y alguno habrá imaginado que deliraba por el calor: ¿no pensaba en el acoso de seguidores y medios? Igual, después se supo que se las arregló para salir de incógnito para ver la ciudad con sus cuatro ojos. Bono pidió ir a comer a El Obrero, en La Boca, por un dato que le pasó el cineasta Wim Wenders, y con su buena onda proverbial les mandó café y brownies a los pibes que esperaban bajo la lluvia en la puerta del hotel. Pero también quedó en offside cuando salió a saludar a sus supuestos fans y nadie lo reconoció: eran seguidores de Thalía que querían ver a la mexicana.
El miércoles 4, los U2 en pleno fueron a visitar a las Madres a su sede de Congreso. “La libertad no es nada sin justicia. El mundo estaría más tranquilo habiendo tantas mujeres corajudas. Son veinte años de tristeza, pero nunca se han rendido. Las Madres dan al mundo una esperanza grande”, le dijo Bono a Hebe de Bonafini, tras besarla y abrazarla. La banda participó de un video organizado por las Madres y las invitó a la primera función en River, durante Mothers of the Disappeared (Madres de desaparecidos). Pero eso fue al final del show. Antes, la multitud siguió extasiada al cuarteto que entró caminando desde los bancos de suplentes de River, con Bono –con remera que simulaba una musculatura exuberante– tirando golpes al aire como un boxeador que calienta motores. Los esperaba un escenario monumental, con un arco dorado de 30 metros que era como la mitad de la M de McDonald’s y una pantalla de 51 x 17 metros en la que la evolución darwiniana iría del mono al carrito de supermercado. Buena parte del show fue un greatest hits: New Year’s Day, (Pride) In the Name of Love, Where the Streets Have no Name, One, Sunday Bloody Sunday (cantada por The Edge, solito y solo en medio de la multitud) y With or Without You. El Pop Mart Tour y el disco Pop luego fueron desacreditados por los propios U2, conscientes de que se habían pasado de rosca con la megalomanía. Pero en esas tres noches de febrero en Buenos Aires nadie se quejó: el famoso limón/bola de espejos mientras sonaba Discotheque y los cuatro estaban vestidos de Village People era el arma de destrucción masiva en medio de una artillería de golpes de efecto demoledores. Y 180 mil personas quedaron con la boca abierta.
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