La ansiedad se disparó hace rato. ¿Cómo es el nuevo disco de Estelares? ¿Es realmente tan bueno como varios dicen? La expectativa no abarca sólo a fans y seguidores ocasionales. También paran la oreja y preguntan aquellos que siempre se mantuvieron alejados y algo incrédulos de las posibilidades del grupo. Y es que un big bang no sucede todos los días. Aquí, un detalle de las canciones de Sistema nervioso central.
Comienzo a toda máquina con este punk-pop a la Estelares. Un Pity fantasmal juega a dúo con Moretti que tira su primer slogan estribillero: “Si es amor, es normal perderse”.
Sigue el pop de guitarras, con una letra juguetona que junta a Castaneda con Armando Bo. “Lo escribí pensando en esos pueblos medio hippies del interior, como Marcos Sierra, pero en el año 2000”, cuenta Moretti.
Tercer tema up del disco, muy pegadizo también. Ideal para tararear en la soledad del cuarto o rumbo al trabajo o la facultad. Imposible no sonreír con la letra que zigzaguea, veloz y canchera: “Estoy genio/ brillante/ lámpara mediante/ estoy flor de atorrante/ un Contursi maleante”.
Primera confesión melancólica: “Van mil días que no sé lo que decir/ sin ideas de Buenos Aires a Junín/ Escuchando letras de folk/ Leyendo libros de amor”, canta Moretti a la vez que explicita su pertenencia existencial (Dylan, Neil Young). Una curiosidad: el estribillo está en el fragmento de guitarra. Primer corte del álbum.
Promesa de hit popular. De esos que cantan las señoras mientras barren la vereda o van con el changuito al mercado. “Desde el mismo momento en que lo terminé tengo la certeza de que va a ser algo importante. Ojalá”, se ilusiona Manuel, a la par que admite la conexión con los grandes cantautores latinos: Nino Bravo, Nicola Di Bari y Leonardo Favio, entre otros.
El tramo épico continúa con esta marcha de letra paranoica: “¿Qué otra cosa hacer?/ Ya sabés perder/ 200 monos hay en mi ventana/ Algunos se ríen de mí”.
Ultrabailable sin ser dance. La demostración de que una banda de rock también puede hacer mover la patita, e incluso más. Los coritos del final suman puntos para un tema contagioso y feliz. Crédito del bajista Pali.
Una reversión de un tema de culto y festejado por los seguidores en cada show. Algo parecido a lo que ocurrió con Ando ganas (llora llora) de Los Piojos: un clásico que hizo su camino sin más difusión que la devoción del fan. Esta versión, sin ser mala, pierde en emoción con respecto a la original. Se extraña la voz desgarrada.
Guitarra slide y fade out para un rock sureño que envuelve, flota en el aire y enamora al instante. El que no canta es porque está feliz en su mambo. Extasis sosegado.
Otro mid-tempo épico. Y tan fresco como los anteriores. “Sólo sé que/ tu nombre no es un hombre más/ Huele a jardín/ luxemburgués”, canta Manuel en el clímax del tema.
“Cuando empezamos a hacer este tema lo único que tenía claro es que cambiaba cualquier cosa menos el buri-buri”, señala un risueño Moretti afiliándose, de alguna manera, a la teoría del inefable Pipo Cipolatti: las onomatopeyas tontas (Hulla-Hulla, Wadu-Wadu) le hacen bien al rock.
Canción central de SNC. Vals tenebroso que planta bandera y sentencia: “La esperanza es una invención moral/ Es una defensa ante la verdad/ Que es siniestra y fatal”. Honestidad brutal.
Un tema del guitarrista Víctor que el grupo aprovecha para explorar terrenos nuevos y, en principio, más hostiles. Aun así les sale pegadizo.
Tenía que estar en el epónimo disco anterior, pero encontró su lugar recién al final de SNC. Y está bien. Arido y atormentado, el tema cierra el disco a puro incendio.
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