Jueves, 15 de febrero de 2007 | Hoy
El gran riesgo cuando a alguien nuevo se lo elogia mucho es que pierda parte de la frescura que, justamente, le confirió esa gracia. Por suerte, Coiffeur (“el chico de Morón que hace canciones”) supo hacerse inmune a tanta alabanza y en su segundo disco (no por casualidad llamado No es) canta cosas como “no me gusta lo que dicen por acá, tan pocas dudas suelen ser mala señal. Las certezas me dan desconfianza, quiero un beso que me llene de preguntas” (Hagan dudar). Coiffeur relativiza la interpretación, pero concede: “Más que las sentencias de los otros, me preocupan mis propias sentencias. Y en este momento no me interesa ser consecuente ni coherente. Ojalá que dentro de unos años esté contradiciendo todo lo que afirmo estos días”.
Aun así, algo de coherencia hay. Las canciones de No es conservan el rocío, la escarcha y los atardeceres con luciérnagas y ruido a locomotoras que tanto fascinaron en el álbum debut. Y sus letras siguen capturando esos momentos entre inocentes y taciturnos de toda relación. La diferencia está, sí, en el ropaje (edición de-luxe en vez CD-rom artesanal), en los arreglos (de cuerdas, vientos y teclados para temas como ¡Qué Mala Suerte!) y en cierto juego formal. “Creo que No es va un poco más allá en la estructura de algunos temas y que tiene un registro más cercano a la energía del vivo”, señala el trovador. Y la intensidad que transmite la escucha del disco —aún en el susurro— le da la razón.
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