El mundo virtual y el real tienen cada vez más puntos de contacto que permiten que un hackeo virtual afecte muy concretamente algo más que los bits y las comunicaciones. Como explica Francisco Amato: “Hay sistemas que se usan para controlar a distancia procesos críticos. Por darte un ejemplo: en una planta de energía te pueden permitir abrir las calderas para que generen más electricidad o cerrar un caño de agua porque hay una pérdida. Son sistemas críticos que tienen impacto físico sobre ciertas cosas. Hay políticas que dicen que estos sistemas no deberían ser accesibles desde Internet, pero en la realidad pasa que los sistemas suelen tener información publicada en la web. O sea que si lográs meterte ahí, podés empezar a afectar los suministros de gas, agua o eletricidad o reventar una central. Por ejemplo, si vos engañás los sensores a lo largo de un gasoducto para que digan que no hay presión, podés hacer que reviente. No va a ser fácil, pero no es imposible”. Pero tranquilos: en la Argentina existe el Programa Nacional de Infraestructuras Críticas de Información y Ciberseguridad que reúne expertos de distintos organismos y asesores privados (como Francisco Amato mismo) para hacer un relevamiento de todas las estructuras críticas y armar un plan de ciberseguridad de acá a varios años.