› Por Luis Paz
No hubo pifia de diseño ni error de impresión. Lo que hay es lo que se ve, al menos en la versión en papel de este ejemplar del NO: hueco, un profundo hueco donde debería haber fotos. Y así ocurre porque no había manera de graficar el eje de esta investigación sin incurrir en aquello sobre lo que intentamos enfocar: algo que podríamos contemplar como un “secuestro doblemente virtual”, por tratarse de algo que ocurre por lo general en Internet y que tiene por objeto a fotografías, no a cuerpos.
La línea es lo suficientemente delgada como para romperla sin más. Es lo que ocurrió, por ejemplo, con las fotos de una chica, llamémosla FP, cuyas fotos fueron utilizadas para volantes de “masajes” que hasta ayer y casi seguro que hoy también pueden verse por la avenida Corrientes. Si al fin de cuentas la trata de personas es el secuestro para la explotación sexual, ¿no asistimos a algo cercano al concepto de una “trata digital”?
Los profesionales que opinan en esta producción son tan claros como cautos. Pero también hay un conocimiento práctico que podemos esgrimir casi cualquiera de los que trabajamos en torno de Internet, como eje o como herramienta. Basta pasar algunos minutos en Facebook para toparse con recomendaciones de amistad o de páginas para seguir que tienen por objeto a “las mejores colas de Internet”, “pendejas entangadas de Facebook” o “nenas lindas”. Así son las cosas: pendejas, nenas, entangadas, culos, papos, chicas sexies, nenas on fire. Todos conceptos que apelan no sólo a la radicalidad de las poses y las prendas, sino también a las edades de las que son objeto de “homenajes” a la belleza. Hay una ostensible búsqueda de “nenitas”, “pendejitas”, “pibitas” y “turritas” por parte de... adultos.
Quienes tenemos hermanos, primos, sobrinos, cuñados o ahijados en edad escolar, no pocas veces nos topamos con que ellos siguen aquellas páginas. Y ahí hay y habrá siempre un problemón: son chicos de la misma edad que esas chicas, no viejos pajas ni violines, ¿pero está bien que estén expuestos a eso? Quienes tenemos hermanas, primas, sobrinas, cuñadas o ahijadas en edad escolar nos topamos (o deberíamos, al menos) con una fuerza que habría de doblegarnos: la necesidad de denunciar esas páginas.
Por supuesto, contamos también con amigos con varios años encima de los 18 que siguen esas páginas; no por nada los algoritmos de Facebook nos ofrecen hacerlo nosotros también. ¿Qué le dirías a un amigo tuyo de la facultad si lo encontraras mirándole el culo a tu hermana de 15 años? Es que estas páginas existen y multiplican el efecto: las arma una persona, las siguen cientos, miles. Y compiladores y pajeros siguen aumentando...
Lo habitual es excusarse con que ese material existe y no porque alguien haya obligado a las chicas a sacarse fotos “osadas” o “con actitud”, que aparecen como importantes valores a destacar en estas páginas y blogs. “Si son trolas, que se la aguanten”, dicen. Hace unos años, cuando se usaban los vaqueros caídos, ¿te ibas a aguantar que te rompieran el culo en la calle por mostrar el boxer? El que consume lleva su culpa en estos casos.
¿Y las chicas? Notemos algo: en cuanto una nena empieza a tener algún tipo de conciencia sobre el lenguaje y el sentido de las cosas que ve en la televisión y en la calle, ya está siendo permanentemente atorada por culos y tetas referentes, por el corte de polleras de Marcelo Tinelli, por las calzas hundidas de Pasión de sábado, por las toneladas de siliconas que se les avecinan encima desde cada puto puesto de diario en este país, por toda la publicidad que apela a la panza chata, la teta inflada, el culo duro, los labios rojos, la piel con un cuarto de crema humectante. Es admirable la entereza con la que la mayor parte de ellas sobrevive a esto.
Otras, “las colegialas”. El estereotipo presuntamente sexy más perverso y extendido en Oriente y en Occidente. Y mientras tanto, el colegio sigue enseñando a hacer autosumas en Excel, cuando tiene tanto por educar en el uso de las redes sociales. Y si “la escuela es careta” y vamos a aferrar del rock nuestros valores, alertémonos también de que Pity Alvarez puso en tapa de su último disco a una colegiala y que el álbum se llamó Contra la pared y tuvo un corte que decía: “Los chicos se van a la escuela, las nenas pasan de pollera y yo las imagino... contra la pared”. Que por cantar un asesinato un músico no se convierte en criminal es cierto. Pero si la mano venía en plan de alarmar sobre el estereotipo de la colegiala, ¿para qué carajo poner una rolinga con uniforme de escuela en la portada?
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