Jue 19.06.2003
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Desde adentro

He aquí dos casos de revistas “independientes” hechas por redactores, colaboradores, diseñadores y despedidos de medios masivos. Barcelona (“Una solución europea para los problemas de los argentinos”, agrega irónicamente a su nombre) se vende en los quioscos de Capital y el Conurbano y sale una vez por mes. Dirigida por tres ex La Maga y La García (Pablo Marchetti, Ingrid Beck y Mariano Lucano), esta publicación en formato diario inventa una realidad paralela protagonizada por personajes de este mundo, apelando a un estilo de escritura desopilante en su “objetividad” y parodiando los peores vicios de los medios mainstream. El origen se puede rastrear en la sección “Sending fruit” de La García, donde se publicaban noticias imposibles vinculadas al rock. “Desde un principio supimos que era algo distinto, absurdo y brutal”, dice Marchetti. “Dos años después, aquí estamos.” El asegura que los motivos de la creación son mucho “más elevados” que el desgaste de la relación de dependencia. “Tiene que ver con la necesidad de inventar algo. Una necesidad poética e ideológica.” Después de dos números muy bien vendidos, el staff apela a las formas de trabajo más nobles y sacrificadas. Pablo describe la rutina: “Hacemos reuniones, nos mandamos mails, fumamos, tomamos mate, tenemos sexo entre todos, nos volvemos a reunir... La revista la hacemos completamente limados, pero también alertas y muy despiertos. No vaya a ser cosa...”.
El otro caso es el de ¿Qué te parece esto Beba?, revista de periodicidad incierta hecha por varios trabajadores y despedidos de Clarín y Olé. “Surgió a partir de unas reuniones informales en las que se discutía sobre periodismo, a la par de los cacerolazos y el quilombo de diciembre de 2001”, cuenta Alejandro Marinelli, uno de los ¿responsables? “Nos preguntamos qué queríamos crear, y al final nos dimos cuenta de que la mayoría éramos periodistas gráficos, y que lo mejor que podíamos hacer era una revista.” Entonces escribieron una especie de decálogo que se definía por oposición: no querían una revista “progre”, no quería otra revista “de denuncia”, no querían un estilo definido, querían publicar cosas que nadie publicara. “Nos interesaba el exabrupto, el desconcierto”, dice Marinelli. “Que no hubiera un contrato de lectura, que el lector no supiera qué es realidad y qué es ficción.” La Beba es temática: el primer número giró alrededor de la palabra “polvo”, con todas sus acepciones académicas y lunfardas. El futuro es frágil, pero el número publicado se consigue escribiendo a [email protected]

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