INEVITABLES
La pieza de Eleonora Comelli es una ficción que tiene la referencia de una realidad. ¿Cómo llevar a escena la esencia de un video hogareño? ¿Cómo adaptar a un material dramático-corporal el paso del tiempo en los cuerpos? La pieza de danza se inspira e involucra a Crucero, un cortometraje que contiene imágenes de archivo de una pareja que registra sus viajes desde 1968 a 1989. Los cuerpos de Héctor y Ana en la década del ’70 no son los mismos que en la del ’90. Cambiaron de manera estrepitosa, los años los transformaron crudamente. Una obra atravesada por el tiempo en donde el pasado y el futuro existen juntos en un mismo presente, en un mismo lugar. Protagonizada por Stella Maris Isoldi y Laura Figueiras en el rol de Ana y por Roberto Dimitrievitch y Matías Etcheverry en el rol de Héctor. El cortometraje es de Pablo Pintor realizado en el año 1999. La música original es de Ulises Conti.
Martes a las 21 en el Teatro del Abasto, Humahuaca 3549. Entrada: $ 80.
Quedan pocas funciones para ver la segunda versión de En la huerta: un mismo texto de Mariana Chaud que, al cambiar de género cambia completamente. Un joven porteño se va a pasar una temporada a una estancia familiar escapando de un episodio que lo atormenta. En el medio del campo es consumido por vicios y pensamientos oscuros. La única persona con la que tiene contacto es Pablo, un peón del campo de actitud paternalista y carácter violento. Para darle sentido a su estadía y ocupar sus días se propone hacer una huerta orgánica –siguiendo el emblemático manual de los años 70 de John Seymour– sin fertilizantes artificiales ni pesticidas. Los encuentros entre ambos pondrán de relieve sus diferencias, sus pensamientos y sus deseos. Los enfrentamientos físicos crearán una tensión sexual enorme. ¿Será posible el encuentro entre ellos o será la violencia la que los gane? Con Ezequiel Díaz y William Prociuk.
Viernes a las 23 en El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034. Entrada: $ 100.
Mudado de Parque Leloir a las sierras madrileñas, durante los dos últimos años Miguel Cantilo asegura haberse dedicado a componer los temas que presenta en su flamante último disco, empujado por una particular realidad. “Más que un álbum de canciones, es la reproducción de estados de vida experimentados a lo largo de tres años que parten desde mediados del 2011”, escribe Cantilo en un texto incluido en el librillo que acompaña el trabajo. “Poco después de experimentar uno de los momentos más dolorosos de mi vida, la partida de Tibi, mi compañera por más de treinta años, quedó en mí el vacío del duelo, que poco a poco traté de sanar con viajes, actuaciones y canciones.” Lejos de ser temas reflexivos o melancólicos, las Canciones de la buhardilla abren con un rock titulado “Yo yo”, y son una docena de temas que le hacen honor a un Cantilo que ha estado bastante activo en el último tiempo. Digno sucesor del admirable Cantilenas (2012), su punto más alto es la hermosa “En España”, donde lo acompaña Pedro Aznar.
“Podés quedarte con las cosas buenas/ yo con las cicatrices en la piel”, canta el Mister al frente de su nuevo grupo, que parece haber reemplazado definitivamente a su Fabulosa Orquesta de Juguete, con la que Ramiro García Morete, alias Miro y alias el Mister, supo refugiarse desde que abandonó el rock barrial de La Colifa en busca del territorio de la canción. Grabó solo en un cuarto, con una especie de superbanda a su alrededor, y –tres discos más tarde– ahora tiene apenas un power trío que se puede degustar en un EP on line sin desperdicio: lasarmasbsas.bandcamp.com
La especialidad de Jason Bateman es, como demostró con su personaje esencial en la serie Arrested Development, hacer del tipo extremadamente decente en medio un montón de cretinos, el sensato y sensible al que le pasan un poco por arriba; así que esta vez, puesto por primera vez al mando (Bad Words es su debut en la dirección) Bateman decidió cambiar las cosas e interpretar a un misántropo, gélido, racista, sexista, desagradable y siempre irritado; lo más alejado posible del estereotipo en el que estaba encasillado. El guión de Andrew Dodge nos lo presenta en el momento en el que está imponiéndose, con sus acostumbrados malos modos, en un concurso de deletreo, una de esas competencias populares en Norteamérica que estresan a tantos chicos. ¿Qué hace ahí? Es lo que vamos a descular a lo largo de la película, que en su centro despliega una de esas relaciones adulto-niño tan caras a un Hollywood berretón no muy lejano, pero eludiendo la habitual sacarina de este tipo de historias, y poniéndole un poco más de filo y hasta de cinismo. Rohan Chand, la chica que interpreta a la concursante de 10 años, es el verdadero hallazgo de esta película que, aunque no consigue llevar sus loables intenciones iniciales a fondo, vale la pena. No pasó por los cines.
Pozitia copilului es el titulo original de esta película perteneciente al nuevo cine rumano, una ola que acá sólo está llegando fragmentariamente y a través de festivales y estrenos muy limitados. A los 60, a Cornelia (Luminita Gheorghiu) la decisión de su hijo Barbu (Bogdan Dumitrache) de independizarse, la ha devastado emocionalmente. El muchacho tiene departamento nuevo, auto propio y una novia, que, dice Cornelia, no lo merece. Cuando se entera de que su adorado pero grandulón retoño está involucrado en un trágico accidente, pone en acción todas sus habilidades, contactos y dinero para impedir que termine tras las rejas. En el fondo, lo que quiere es tenerlo de vuelta con ella. Dirigida por Calin Peter Netzer, ganó el Oso de Oro y el premio de la crítica en Berlín.
Nacido en Perú de una familia suiza, criado en Chicago pero educado en Buenos Aires, donde reside, Gianfranco Quattrini filmó cortos, publicidades y videos musicales antes de ganarse el respeto del medio cinematográfico por su celebrada ópera prima llena de picaresca popular y urbana, Chicha tu madre (2006), filmada en Lima. Para su sucesora se mudó a Iquitos, y sumó colaboradores para un trabajo más ambicioso: contar la historia de un desconocido rocker argentino de los 60, que pudo ser una estrella pero una tragedia que aún lo persigue lo hizo caerse del mapa. Con una confusa trama de narcotráfico de fondo, un profundo respeto por la cultura de la ayahuasca, y los brillos de aquellos 60 en unos flashbacks que dejan ganas de más, Planta Madre se queda un poco en el camino de sus pretensiones, pero aun así deslumbra con sus paisajes amazónicos, regala el protagónico que merecía Robertino Granados –y rescata a Camila Perissé– y llena todo de una música compuesta entre Pipo Lernoud, Ariel Minimal y Flopa, entre otros. No es poco.
Entre las actividades transitorias de la Sala Lugones en el Cultural San Martín, se ha organizado este ciclo de catorce documentales, la mayoría inéditos en Argentina. El próximo jueves 13 será el turno de La tierra de las almas errantes (Francia/Camboya, 1999), en la que Rithy Panh sigue a un grupo de trabajadores camboyanos que cruzan su país instalando un cableado de fibra óptica, y que al excavar la tierra encuentran millones de cadáveres enterrados sin sepultura (a las 17 y 21). También se verá, a las 19, 48 (Portugal, 2009), de Susana de Sousa Dias, quien se basa en fotos tomadas en la detención de prisioneros políticos durante la dictadura portuguesa para mostrar los mecanismos con los que ésta se mantuvo durante 48 años, entre 1926 y 1974. Gratis.
Todos los jueves hasta el 11 de diciembre, a las 17, 19 y 21, en la sala 2 del Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551
Una recomendación con trampa: porque la verdad es que resulta un poco difícil decir que la flamante serie basada en la historieta de culto Hellblazer es una maravilla. Pero sí puede asegurarse que se trata de un intento por lo menos interesante, y que, por suerte, sus realizadores se han propuesto borrar la mala experiencia que fue su adaptación al cine con Keanu Reeves casi una década atrás. Para muchos de los críticos estadounidenses, el verdadero gancho del programa es su estrella, Matt Ryan, quien consigue ponerle los pies en la tierra a su personaje, en medio de una cantidad demencial de explosiones y escenas de acción mechadas con diálogos imposibles. Sus productores traen un curriculum aceptable: Daniel Cerone viene de The Mentalist y Dexter; y David S. Goyer de El hombre de acero y El caballero de la noche asciende. Es decir, son freaks y nerds de categoría, el tipo de mentes que saben cómo atraer al público de esta clase de encantadores cachivaches.
Los viernes a las 22 por Space
Ocho capítulos tiene la nueva serie creada por el también actor Tony Goldwyn y dirigida por el guionista y cineasta Richard LaGravenese, y conviene agarrarlos desde el principio. Una de las principales razones para asomarse a este relato intenso y absorbente es su protagonista, Christine Rosa (Marin Ireland), estudiante de abogacía tardía y muy áspera y rigurosa, que trabaja para una organización sin fines de lucro que busca revocar casos de pena de muerte y otros de encarcelamiento injusto. Sus métodos tienden a irritar un poco al director del lugar, Clark Rylance (Paul Schneider). Pero éste no es un policial de procedimientos tipo CSI ni un drama tribunalicio común y corriente; el centro de todo el asunto es la investigación de un crimen racial ocurrido doce años atrás en un barrio blanco de Filadelfia, y la trama de poder y codicia que se extiende a su alrededor. Una de las pequeñas grandes apuestas de la temporada.
Desde el 13, los jueves a las 21, por AMC
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