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Domingo, 1 de noviembre de 2015

FAN › UN ARTISTA ELIGE SU OBRA FAVORITA: JUAN REOS Y MUJER JOVEN CON VELA DE GODFRIED SCHALCKEN

LUZ SILENCIOSA

 Por Juan Reos

Cuando era chico iba relativamente seguido, junto con mis papás y hermanos, a visitar a la tía Tete (en realidad era la prima de mi abuela y era para mí una suerte de segunda abuela). El departamento donde vivía, a mis ojos de niño, era extraño, enorme, lleno de objetos curiosos, imágenes, olores. Ese lugar despertaba en mi mucha curiosidad al mismo tiempo que me inquietaba.

Estando allí de visita sabía que si me daban ganas de ir al baño iba a tener que caminar solo por un pasillo oscuro y lúgubre, iluminado solo por una tenue lámpara que apuntaba a una pequeña pintura al óleo… era aterrador. Por más que intentara evitarlo, en algún momento siempre tenía que ir al baño y enfrentar al pasillo y su pintura.

Era la imagen de una mujer joven en un fondo oscuro que iluminaba su rostro con una vela que sostenía en una mano, mientras que con su otra mano cubría la llama para que el viento no la apagase. Su mirada estaba dirigida al espectador, dando la apariencia de estar sonriendo gentilmente a quien estuviera en frente. En ese momento esa sonrisa se me hacía siniestra.

Cada vez que pasaba por ahí tenía la intensa sensación de estar siendo observado por esos ojos pintados y corría veloz por aquel pasillo intentando no darle nunca la espalda a la imagen. Pensaba que en el momento que dejase de observar a esa mujer iba a poder abandonar su estado estático y quizás pudiera moverse, saltar por fuera del marco y hablarme.

Hace unos años, cuando volví al departamento a visitar a mi tía, que ya era muy mayor y estaba enferma, me encontré nuevamente con esa pintura. Me di cuenta que no era una verdadera pintura al óleo sino una reproducción enmarcada. Me pareció una imagen muy bella y sensual, era claramente del período barroco y en su estilo se parecía a un Georges de La Tour. Recordé mi miedo infantil y entendí repentinamente cómo la experiencia con esa obra me había marcado. Comprendí en ese momento que en mis pinturas, lo que había estado intentando hacer desde siempre era volver a pintar esa imagen, o mejor dicho, volver a revivir esa sensación de miedo y fascinación que esa pintura me generó. Esa experiencia había, de alguna manera, fijado en mi mente de niño la certeza de que miedo y fascinación eran arte, y que todo el arte debía provocar algo parecido.

Le tomé una foto con mi celular y ese mismo día en mi casa, con ayuda del buscador de imágenes de google logré dar con todos los datos de la obra. Es una pintura barroca que tiene el sencillo título de Mujer joven con vela, es un óleo sobre tela de 61 x 50 cm, el original data de aproximadamente 1675 y se encuentra actualmente en el Palacio Pitti. Su autor se llamó Godfried Schalcken.

Schalcken fue un pintor holandés que vivió entre 1643 y 1706, fue discípulo de Samuel Dirksz van Hoogstraten y de Gerrit Dou quien fue un famoso discípulo de Rembrandt. En vida fue un artista de éxito con muchísimos encargos, sin embargo eso no fue motivo suficiente para ser recordado entre los grandes maestros del barroco holandés. Su obra está repartida entre varios de los más importantes museos de Europa. La pintura Mujer joven con vela es un buen ejemplo de su estilo y trabajo, donde jugó con los efectos lumínicos de interior para generar situaciones intimistas de mucho naturalismo, el recurso de la iluminación con velas se repite numerosas veces en su obra.

Creo que ese último encuentro que tuve con la pintura de Schalcken me permitió liberarme del fantasma de intentar reproducir esa sensación que Mujer joven con vela me generó de niño. Aunque no puedo negar mi predilección por las imágenes telúricas y siniestras y quizás aún hoy esté hipnotizado por esa experiencia y esa imagen. Sin embargo, por saber ahora de la existencia de su hechizo, creo que puedo mirar de frente a la obra de Schalcken y estudiarla en profundidad, citarla a conciencia. Desde ese día que vi aquel cuadro en aquel pasillo por última vez mi trabajo empezó a cambiar, aunque cada vez es para mi más importante la idea de que las imágenes son algo fantasmagórico, tan presentes como ausentes, tan reales como ficticias.

No sé si esta es mi obra favorita, pero quería rendirle homenaje a esta pintura en particular que de chico, de alguna misteriosa forma, me introdujo a la experiencia de lo artístico.

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