Domingo, 3 de diciembre de 2006 | Hoy
FAN › UNA PINTORA ELIGE SU OBRA FAVORITA
Por DIANA DOWEK
Cuando me pidieron que escribiera sobre mi obra favorita, lo primero que visualicé fue el Guernica de Picasso, la pintura-mural por la que tengo devoción.
Pensaba en ello y al mismo tiempo se me imponía una obra “chiquita”, de no más de 23 centímetros por 30 centímetros, de Wolf Vostell, que tengo conmigo, expuesta en el estudio, y a la que tengo presente todo el tiempo, ya que la veo cotidianamente.
La beauté est un act moral (“La belleza es un acto moral”) escribió Vostell sobre la serigrafía, firmada y numerada por el autor, 438/500.
Venía dentro de un libro sobre la gran exposición que hiciera en el Musée d’Art Moderne de la Ville de París, que compré antes de los ’80, y donde también está la reproducción, aunque difiere de la serigrafía, en que no tiene más datos. Hay una cama blanca, un desnudo de mujer, con las piernas abiertas y una forma, creo, de cemento, que le atraviesa el pubis, partiéndola en dos. Es cruel, terrible; y a pesar de todo bella, muy bella. Es una representación sin sangre ni rastros de realismo de muerte, pero a la vez es increíble cómo está presente como idea.
Dentro del conceptualismo de los ’70, la foto pertenece a un detalle de un happening, en el interior de un vagon-lit (el coche cama de un tren) del año 1972, y corresponde a la serie Los desastres de la guerra (vuelvo a pensar en el Guernica y en Goya) porque en general, la obra de Vostell tiene un dramatismo atroz, aunque esta obra sea la menos expresionista, la menos patética.
Volví a verla en la muestra que actualmente se exhibe en el Malba sobre el movimiento Fluxus, al que perteneció, y las cuatro obras pequeñas de él me rompieron la cabeza. Aún este desnudo, que yo ya conocía muy bien, me sigue impactando. No es sólo el avasallamiento hacia la mujer: lo es al más débil en general. No encuentro que sea un ataque sólo sexual, aunque se inscribe dentro de la violencia con que Vostell muestra las injusticias, los desastres de la guerra de Vietnam, los campos de concentración... Y en esta imagen se encuentra todo, sin retórica.
Wolf Vostell estuvo en Buenos Aires en el año 1982 y tuve la suerte de conocerlo. Recuerdo que donó un dibujo para un remate de obras que se organizó coincidentemente con el Movimiento por la Reconstrucción y Desarrollo de la Cultura Nacional, un movimiento antidictatorial que existió entre 1981 y 1985, del que formamos parte muchos artistas (León Gieco entre sus figuras más prominentes). Aquel remate fue organizado en beneficio de los damnificados por las inundaciones del Nordeste argentino. En él participaron más de 80 artistas y coleccionistas, y tengo en mi memoria la generosidad de Vostell, su sencillez, sus largas patillas rojas, su mujer española y sobre todo su solidaridad con las causas justas.
Y es por ello que elijo esta obra. Por la contundencia de la imagen, por el grato recuerdo que de él tengo y porque, para mí, es ya parte integrante de esas obras que no se olvidan.
Wolf Vostell (Leverkusen, 1932 - Berlín, 1998) fue una figura esencial del arte del siglo XX. Durante la Segunda Guerra huyó de Alemania a Checoslovaquia junto a su familia. Fue en esos años, en el colegio que vivió lo que él llamó “su primer happening”, cuando lo obligaron a ocultarse debajo de un árbol durante un bombardeo y desde allí observó la caída de las bombas. En su regreso —a pie, con su madre y su hermana— a Alemania, fue testigo de ruinas en las que se habían transformado ciudades como Praga y Dresde. El Holocausto se convertiría también en uno de los temas más recurrentes de su obra.
Estudió pintura, fotografía y litografía en Colonia y luego en la academia de Wuppertal. Al hacer su primer viaje a París, acuñaría la expresión Dé—coll/age, en la que se combina la idea del collage tradicional con la traducción literal de una palabra francesa tomada de un titular de Le Figaro, que significaba “desprender”, y “destruir”, y que aplicaría a sus pinturas-Dé-coll/age, con jirones de carteles, fotografías borroneadas y objetos, y a sus “acciones”. Todas sus obras estaban impulsadas por “la estética de la destrucción”, que pretendía expresar la negatividad y la agresividad del mundo contemporáneo. En 1959 creó Vista alemana, la primera obra de la historia en incorporar un televisor y empieza a incursionar en el Dé-coll/age “electrónico”; en los ‘60 sería pionero del videoarte, del happening y del movimiento Fluxus en Europa. En los ‘70 incorporó el hormigón a la mayor parte de sus creaciones.
El ciclo de dibujos-objetos Los desastres de la guerra pertenece a 1971, época en que Vostell trasladó su estudio de Colonia a Berlín, funda el Happening Archiv Berlin y realiza una silla hormigonada frente al muro de la capital alemana. Si bien su obra está enteramente cruzada por la guerra, su mayor antecedente había sido probablemente el happening titulado Miss Vietnam, y la serie de pinturas-objetos Miss America, todos relacionados con el conflicto bélico vietnamita. La serie Desastres continuaría en 1972 con una instalación y un video. Ese mismo año recorrió con el Fluxus Zug —un museo móvil compuesto por un tren de 125 metros de largo, con nueve vagones y siete instalaciones— más de una decena de ciudades alemanas, pasando por Dortmund, Wuppertal, Colonia, Düsseldorf y Bonn, provocando animados debates en cada parada.
Su visita porteña incluyó la exposición del ciclo y la Acción Fluxus El tango de hormigón en el CAYC (Centro de Arte y Comunicación), y un encuentro con Borges.
Diana Dowek participa actualmente de la muestra colectiva Argentina de sombras y esperanzas (la visión del país de 21 artistas), que puede verse hasta el 15 de diciembre en el Centro Cultural Caras y Caretas,Venezuela 330.
Dowek es también secretaria de la Aavra (Asociación de Artistas Visuales de la República Argentina), que hasta hoy expone la muestra Patagonia, pasado y presente, ayer y hoy, en las salas 4 y 5 del Centro Cultural Recoleta, Junín 1930.
En abril del año próximo formará parte, junto a Marta Minujín, Erik van der Grijn y Rosemarie Allers, de Fuerza, Argentinos, exposición que se llevará a cabo en la Galería Soho 20 de Nueva York.
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