Dom 14.10.2007
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El lobo del hombre

Un escritor elige su escena de película favorita: Fernando Noy y Steppenwolf (1974), de Fred Haines.

› Por Fernando Noy

La película que elegí no se estrenó nunca en Buenos Aires porque coincidió con los tiempos del Proceso. Fue realizada por un director inglés del que ni el nombre recuerdo, y es nada menos que la versión de El lobo estepario de Herman Hesse, prohibida solamente en la Argentina, ya que después supe que también se proyectó en otros lugares de Latinoamérica. Aproximadamente veinte años después de verla logré confirmar con su protagonista, la actriz Dominique Sanda –durante el rodaje de Yo la peor de todas, la exquisita película de María Luisa Bemberg–, que ese film era real porque para mí formaba parte de un sueño; o sea, fumando hash se había esfumado, ya que no había vuelto a tener referencias de él. Sí estaba seguro de que había pagado los únicos tres francos que tenía en un cine de París. Pero al salir de la proyección nunca supe hasta hoy cuándo el film supuestamente hubo terminado.

Hay allí una escena con un travelling con Max von Sydow atravesando una callejuela de piedra en el quartier de las prostitutas, donde vemos a una de ellas fumando, que se ofrece y emite una erizante carcajada. El ingreso del lobo al local ya casi cerrado, al amanecer, y su deslumbramiento ante una especie de apetecible hermafrodita que es Sanda con pelo a la garçon, traje negro, sentada ante una copa, masticando su collar de perlas.

Posteriormente hay otra escena inolvidable, que recrea el momento en que Dominique y Pierre Clémenti (interpretando a Pablo el saxofonista) y el lobo se encuentran ante un espejo en llamas sobre el cual el rostro de Sydow comienza a transmutarse en lobo. Ambos sacerdotes andróginos desnudos provocantes lo someten a la última prueba para saber si es realmente inmortal, como ellos.

Dominique me brindó mayores datos sobre el director. Así supe que fue su única película. Si no fuera por ella, creería que fue otro sueño hecho real, algo similar a una iluminación, que te impide incluso aplaudir simplemente. Me pasó lo mismo al ver Encuentro con hombres notables de Peter Brook, por primera vez en 1987, allí aplaudir era casi secundario. Esto fue hace siglos, pero lo último que viví en el cine nacional como escena inolvidable fue la oxidada terraza de Monobloc de Luis Ortega, cuando Rita Cortese y Carolina Fal comunican su ritmo de poesía vertiginosa, mientras toman Fernet bajo el sol abrasador de cartulina.

Steppenwolf (1974) es la única película como director del norteamericano Fred Haines, que antes de meterse con El lobo estepario de Herman Hesse (1877-1972) había firmado el guión para una versión del Ulises de Joyce, junto con su director Joseph Strick. Nacido en Los Angeles, en 1936, Haines fue asistente en el departamento de guiones de Columbia Pictures a mediados de los '60, tras lo cual se fue a vivir a Europa, donde consiguió financiación para su película. El resto de su carrera se reparte entre la realización de documentales y el teatro.

La película se estrenó más de cuatro décadas y media después de la primera publicación del libro (1927), una de esas obras consideradas naturalmente "infilmables". A pesar de haber contado con un presupuesto relativamente reducido para la época (1,2 millón de dólares), todavía hoy se la puede ver como una producción importante, gracias a su reparto de figuras conocidas (no sólo Max Von Sydow; Dominique Sanda ya había filmado El jardín de los Finzi Contini, y pronto haría Novecento), a una sugestiva banda sonora con jazz a cargo de George Gruntz y a sus notables recursos visuales, entre efectos especiales y secuencias de animación que recuerdan a las que usaban por esa época los Monthy Python en sus films, y con los que se resuelven algunos de los pasajes más difíciles de adaptar de la prosa de Hesse.

El cine no ha dado muchas otras adaptaciones de la obra de este escritor: apenas un cortometraje mexicano basado en esta misma novela (El lobo estepario, 1966, de Cristóbal Ignacio Merino y con el futuro director Alfonso Arau); y dos largos sobre Siddartha: uno, Zacharia (1971), en versión libre, reinventado como western, del que no se tienen mayores datos; y otro británico de 1972, dirigido por Conrad Rooks.

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