FAN › UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: HERNáN GAMBOA Y “PáJARO TILíN”, POR EL QUINTETO CONTRAPUNTO
› Por Hernan Gamboa
Cuando yo tenía 16 o 17 años, o por allí, me impactó una canción titulada “Pájaro Tilín”, que es un tema del folklore venezolano, y que a diferencia de lo que yo escuchaba hasta entonces de ese folklore, que estaba siempre interpretado por solistas, esta vez lo cantaba un quinteto vocal. Era el Quinteto Contrapunto, que le daba en su polifonía una cualidad increíble, única para mí. “Pájaro Tilín” es una canción de una gran sencillez, pero el arreglo polifónico del quinteto –que estaba constituido por una soprano (Marina Auristela Guanche), una mezzosoprano (Morella Muñoz), un tenor (Jesús Sevillano) y un bajo (Domingo Mendoza), y el director, Rafael Suárez, que acompañaba con el cuatro– me alcanzó de tal manera que se volvió una influencia determinante para mis futuros trabajos.
En el momento en que esta canción llegó hasta mí, yo estaba ingresando a la universidad. De hecho, la primera vez que la escuché fue en la radio de la pensión para estudiantes en la que vivía, y enseguida salí a tratar de conseguirla. Yo estaba allá para estudiar medicina: música no estudié, siempre fui un autodidacta, con cierta formación como coralista, y en las estudiantinas, donde practiqué teoría, solfeo y armonía. La influencia musical me venía desde pequeño por mi padre, Carmito Gamboa, quien desde los ocho años me llevó con él para que lo acompañara con el cuatro. Mi padre, a la vez, se dedicaba a la música con pasión, pero trabajaba en las empresas petroleras norteamericanas que estaban instaladas en Venezuela, un trabajo que durante mi infancia nos llevó a mudarnos muchas veces de pueblo. Así fue que nací y me crié en San Tomé, pero la época de los liceos de educación secundaria la pasé en Barinas y luego en Anaco y Ciudad Bolívar, y cuando oí “Pájaro Tilín” por primera vez estaba en Cumaná. Como éramos siete hermanos, y éramos muy compañeros, todos juntos aprendimos a adaptarnos bien a cada mudanza. Luego, cuando mi padre enfermó tuve que dejar medicina para trabajar y cuando retomé los estudios me convertí en profesor de biología y química, ejerciendo durante 28 años en distintas ciudades de Venezuela, mientras paralelamente me dedicaba a la música, empujado en parte por esta canción tan simple como extraordinaria.
Cuando apareció el “Pájaro Tilín” en mi vida, yo ya venía oyendo la música de mi país, pero cantada por solistas y con arpa, cuatro y maracas, que es como se acostumbra a cantarla y acompañarla todavía. Pero “Pájaro Tilín” fue lo más grande que ha habido para mí en la música venezolana: el contrapunto que hacía el quinteto (reconocido mundialmente) le daba una riqueza a la canción, que daba la sensación de que había varias letras al mismo tiempo. La letra es muy sencilla: dice “Este pajarito no es de por aquí / me lo regalaron allá en Maturí”. Pero esos versos tan despojados, a mí me alcanzan para remitirme a San Tomé, a esa región de la parte oriental de Venezuela en la que crecí, en Anzoátegui. Me transporta inmediatamente a mi infancia, y enseguida vuelven las imágenes del campamento petrolero, de ese pueblo hermosísimo de calles perfectamente pavimentadas, de escuelas perfectas, a su pulcro hospital, a sus clubes: todo estaba en perfecto orden en este lugar donde los gringos de las compañías petroleras se integraban en armonía con los locales y la vida de la gente era muy sencilla. En casa mi padre nos enseñaba canciones como “El gavilán”, “El polo margariteño” y “La Josa”. Es a todo eso que me lleva “Pájaro Tilín” cada vez que vuelvo a escucharla.
He vuelto a San Tomé hace unos años, en 2006, para un homenaje que me hicieron, y lo encontré muy cambiado, muy deteriorado. Ya no era el pueblo bonito de mi infancia. Pienso que tiene que ver con que la actividad petrolera ya no era la misma de las décadas del ’40 y del ’50. Hacía 50 años que no volvía, y me había quedado con esta imagen del pueblo idílico, de modo que sobrevino el desencanto.
Pero, como he dicho, todavía puedo volver allá, al San Tomé de mi infancia, a través de “Pájaro Tilín”. Hoy sigo oyendo aquel disco que salí a buscar enseguida, y que funciona para mí como un momento de iniciación, al igual que mucha gente quedó marcada al oír por primera vez a Los Beatles. Con el tiempo, llegué a grabar yo mismo el “Pájaro Tilín”, en mi disco Venezuela linda, y me hice amigo de los integrantes del Quinteto Contrapunto. También la grabé en un disco que se editó aquí en Buenos Aires, un disco titulado Serenatas en contrapuntos, en un doble homenaje al cuarteto en el que estuve durante quince años, Serenata Guayanesa, y al quinteto que con su ejecución me abrió para siempre el corazón a otras formas del folklore que me acompañó de toda la vida.
Hernán Gamboa, alias El Cuatro de Venezuela, presenta su nuevo CD, Uniendo mundos, con un repertorio de música popular de los cinco continentes, desde la orquídea de Hugo Blanco a la ranchera mexicana de José Alfredo Jiménez, pasando por un fado portugués, el samba brasileño, canciones chinas, africanas y la música tradicional francesa e italiana, sin dejar de interpretar el joropo venezolano. El jueves 10 de mayo, a las 22, en Los 36 Billares, Av. de Mayo 1265. Tel. 4381-5696. Entrada $60 Más información en www.hernangamboa.com.ar
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