FAN › UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: MARIANO FERNáNDEZ Y “GUITARRA NEGRA”, DE ALFREDO ZITARROSA
› Por Mariano Fernández
En mi casa, cuando era chico, sonaba seguido Zitarrosa, de la misma manera que mucha música de la época que escuchaba la militancia. Son referentes: Zitarrosa, Chico Buarque, Mercedes Sosa. Mis viejos eran militantes y sus discos sonaban todo el tiempo. Pero la verdad es que “Guitarra negra” lo abarca todo. Lo escuché con más atención de grande: es una obra que mantiene una vigencia infernal. Cada vez que lo escucho, se me estremece el cuerpo. Y la cabeza, también. La genialidad, la poesía, son cosas que claramente sobresalen.
Por un lado, tiene mucha tripa: es una composición de la época del exilio de Zitarrosa. Tiene un nivel, un vuelo poético que, en lo que a escritura se refiere, es realmente apabullante. Por otro lado, me parece lo más exploratorio, lo más experimental que haya hecho Zitarrosa en lo musical. Hay un juego de texturas y de estilos que van pasando y que se alejan de lo normal, del estilo en el cual estaba enmarcado lo que hacía Alfredo. Por ejemplo, en algunos momentos aparecen partes orquestales y en otros mete textos recitados en medio de la música.
Los instrumentos son distintos de los habituales, los usa de otra manera. Las guitarras siempre están a la cabeza, pero van pasando por diferentes texturas y ritmos, que no eran los usuales en sus discos. Zitarrosa tenía un concepto, una idea de cómo trabajar las guitarras que terminó siendo muy personal. Tuvo muchos guitarristas, pero sin embargo ese sonido de las guitarras se mantuvo a través del tiempo, con lo cual ahí se ve su firma, también. Lo que quizás hizo fue tomar elementos de los viejos tríos de guitarras de los tangueros, pero llevó eso hacia un lugar de apertura folklórica. Y eso lo hace interesante y único.
Siempre me sorprendieron sus arreglos de guitarra. Son maravillosos: aparecen varias a la vez, en voces armonizadas. Son guitarras “cantantes”. Y también me alucina su escritura: la pluma de Zitarrosa es maravillosa. Sus letras tienen un nivel poético, literario, muy alto, que trasciende a la canción. Y, a la vez, todo lo que hace tiene la sencillez de la música popular. El mensaje siempre es concreto, simple, pero tiene una manera de escribirlo que es bastante “uruguaya”, muy hermosa.
Soy un gran admirador de él como cantante, como escritor, como persona. Y la verdad es que “Guitarra negra” siempre está presente para mí: es una música recurrente los domingos a la mañana, por ejemplo. Tengo la intención de hacer un homenaje en algún momento, porque es una música con la que me siento muy cercano. Todavía hoy me conmueve la vigencia letrística de “Guitarra negra”. Su contenido político sigue siendo muy contemporáneo: el tema del mercado, de los opresores y los oprimidos, de los intereses que siguen siendo los mismos de siempre. Hay cosas que no se ponen viejas: lo mismo pasa con Mafalda cuando habla de política internacional.
Si no me equivoco, “Guitarra negra” es algo que escribió después de mucho tiempo de bloqueo, de no poder componer. Y se nota un poco eso en la letra: se mezclan un montón de sentimientos. A mí me genera lo mismo al escucharlo: una mezcla de sentimientos. Están el extrañamiento, el exilio, la falta de un lugar de pertenencia, el ver con tristeza lo que pasa en su tierra, adonde no puede volver. Está muy claro ese mensaje, todo el tiempo. Y es maravillosa la manera en la que está expresado ese momento difícil en su vida. Es muy visceral: suena a descarga necesaria, interna. Una catarsis.
“Guitarra negra” me genera sensaciones muy fuertes. Ya de grande y, sobre todo, a partir de que empezamos con nuestra banda, Me Darás Mil Hijos, Zitarrosa se hizo presente con mucha fuerza, porque nosotros arrancamos con un proyecto de tres guitarras y contrabajo. Y él es uno de los principales referentes a la hora de pensar los arreglos para tres guitarras. Entonces, en esa instancia, volví a escuchar toda su obra.
Hace un tiempo leí una biografía sobre Zitarrosa, para conocerlo un poco más. Sé que antes de ser músico era periodista y locutor en Uruguay. Y que después se vino para Argentina y vivió un tiempo en Córdoba. Luego se fue para Perú. Creo que empezó a cantar en Perú, de hecho. Anduvo un tiempo girando, pero siempre volvía a su país. Hasta que se tuvo que exiliar. Y poco a poco se fue convirtiendo en el artista que fue: tenía una manera muy particular de cantar, esa voz barítona, grave, muy profunda. Y una forma de decir en las canciones que era única.
Zitarrosa es uno de los grandes de la música latinoamericana, del folklore con contenido, con un mensaje muy concreto: pinta una época. No sólo por su matiz musical, sino también porque es un narrador: es alguien que cuenta lo que estaba pasando a su alrededor con mucha contundencia. Y yo admiro mucho a alguien que puede no sólo ser bueno en el arte que expresa, sino además contextualizarlo y ser una especie de testigo de ese presente que se vive. Zitarrosa lo fue, claramente: una voz fuerte del pensamiento de una parte de la juventud.
Mariano Fernández toca en Me Darás Mil Hijos. La banda presenta su nuevo disco, Santo remedio, el viernes 14 de junio, a las 21, en la Sala Siranush (Armenia 1353).
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