Dom 22.09.2013
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FAN › UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: CAM BESZKIN Y “LUZ AZUL”, DE ATERCIOPELADOS

El tiempo presente

› Por Cam Beszkin

Me cuesta mucho entender el fanatismo en las otras personas, porque soy muy amplia, me gusta todo: puedo bailar desde cumbia hasta trance. Y disfruto de escuchar a Björk, Blondie y hasta a Bonnie Tyler. No tengo ningún problema. Entonces fanatismo no, pero hay un tema que me pegó muy hondo: “Luz azul”, de Aterciopelados. No es de mi época, porque ahora tengo 26 años y los Aterciopelados empezaron en los ’90, cuando yo era una nena. Así que los conocí mucho después: los descubrí de golpe. Me habían dicho que me bajara la discografía y entonces, en un momento, tenía un quilombo de canciones de Aterciopelados en MP3. Pero los fui escuchando y, una vez que empezaron a rotar los discos, siempre me acompañaron, en distintas situaciones.

Así que primero tuve la discografía en MP3: medio ridículo, pero muy de mi época. Tengo un montón de discos, pero nunca llegué a comprarme los de Aterciopelados, salvo Río, que es uno de los últimos. Lo que me gustó de movida de la banda es que tienen temas de “protesta”, pero no a lo Piero. Sus letras tienen contenido, dicen cosas, quizá sea eso. Y “Luz azul” tiene algo especial, no llega a ser una canción de protesta, pero te da una clave para vivir la vida: hay que hacerlo con felicidad. La letra dice: “Si se le cae la roya/ si lo deja la novia/ si se lo traga la tierra”. Y el estribillo lo pone todo más claro: “El cielo es azul/ el espacio está lleno de luz”.

Andrea Echeverri, la cantante, va describiendo a una persona a la que le pasa de todo: lo deja su novia, está sobrepasado, lo amenazaron. Y entonces le dice: “Ay, si se pone peluda la cosa, recuerde que la vida es color de rosa”. La verdad es que, dicho así, hasta podría sonar un poco bobo. Pero si entramos un poco más en lo que está diciendo, después sigue: “El cielo es azul/ el espacio está lleno de luz”. Para mí habla de vivir en el presente, que es la única forma en que vale la pena vivir la vida. Y vivir una vida plena, no ser un alienado.

La canción es muy sencilla: no tiene ni un solo, la melodía no es difícil, el ritmo va derecho. Es un tema muy simple, que va exactamente adonde quiere ir: a que podemos tomarnos la vida de otro modo. Los conflictos se resuelven. Las dudas se hablan, se debaten, se comparten. Y es todo más fácil cuando uno “vuelve al centro”, si uno va con tranquilidad, viviendo el presente, la vida realmente se disfruta.

La primera vez que escuché “Luz azul” fue en un viaje a Córdoba. Un verano de hace unos años atrás, 2007 quizá. Yo debía tener veinte años. Estaba viajando con mi ex en auto, la compactera no andaba. Mi auto hacía mucho ruido. Yo manejaba. Escuchábamos Gozo poderoso con el discman y unos parlantitos. Y era un poco ir descifrando la canción: la poníamos en repeat. Fue un viaje de aprender un poco de las cosas que dice. Y en ese momento yo la escuché y me cayó una ficha. No sabía bien qué era, pero alguna ficha me estaba cayendo.

En el camino, en Capilla del Monte, hay un templo en el que hacen budismo zen. Y a mí me interesaba el tema, siempre fui muy curiosa del budismo. Había probado con una clase de budismo en el que no me había hallado mucho. Pero seguí intentando por ese rumbo. El budismo no es una religión, es una filosofía: me gusta porque nos hace pensar, analizar. No sé si los Aterciopelados se consideran budistas o no, pero hablan exactamente de lo mismo: de vivir el presente. De mirar con un poco más de claridad, desempañar los ojos, ir a la raíz de las cosas. Elevarte un poco del terreno para poder ver más en perspectiva.

En fin, esa vez no llegué al templo de Capilla del Monte. Llegué hasta ahí, tenía muchas ganas de ir y, por equis motivo, me quedé con las ganas. Bueno, fue un viaje complicado. Pero lo que sí sé es que este tema de Aterciopelados me abrió una puerta de claridad para entender mejor las cosas y poder manejarme de otra manera, con menos vueltas. Lo escucho y me emociona. Es muy simple lo que dice. Y va al grano. Claro que lo podés escuchar por arriba y cantar “el cielo es azul”, “la vida es rosa” y listo... no prestar atención. O podés ir un poco más hondo, prestar atención a lo que está diciendo y dejar entrar la data. Ahora que lo cuento, me acuerdo de un proverbio chino: “Si un problema tiene solución, no hace falta preocuparse. Y si no tiene solución, preocuparse no sirve de nada”. ¿Sabés cómo cambia todo si podés entenderlo?

Aterciopelados, para mí, tiene el exacto equilibrio entre pop y rock. Pueden hacer canciones contra el maltrato a la mujer, y a favor de cuidar el planeta, sin necesidad de recurrir a tambores en plan “world music”. Hay mil maneras de cantar y decir las cosas, ellos lo hacen de una forma muy personal, a veces muy popera, pegadiza. Porque es cierto que para que nos lleguen las palabras, el mensaje, necesitamos cantarlo, pasarlo por el cuerpo. Y me incluyo, porque cuando canto algo lo llevo a lo visceral. Está bueno transmitir el mensaje de una forma más, digamos, convencional, como es una canción. Conservando el propio estilo de una, y a la vez hacerlo más accesible a la gente.

El significado que le encontré a “Luz azul” para mí es muy claro y, a la vez, profundo. Me bajó una info que va a lo esencial y cotidiano, de forma muy directa: “El cielo es azul”. Sacado de contexto podría decir cualquier cosa, “tengo una cartera naranja”, porque habla de un color y un sujeto. Podría ser una estupidez, pero no: tiene todo el sentido del mundo.

Es tan básico lo que está diciendo, una clave para la vida: “El cielo es azul”, lo más simple y cierto del mundo. ¿Pero qué está diciendo? Está bajando cinco cambios, está mirando el cielo. El hermoso cielo azul. Que también puede ser un bellísimo día nublado. Un estupendo día de cinco grados bajo cero, hasta una tormenta puede ser un momento alucinante. Está tomándose el tiempo. Está conectándose con el aquí y ahora, y disfrutándolo. Cada vez que la escucho, “Luz azul” me abre una puerta. Es un recordatorio: no es que las puertas se abren una vez y quedan abiertas. Hay que releer la letra cada tanto y entonces, quizá, las puertas se abran un poco más.

Cam Beszkin presenta su segundo disco solista, Este amor no es para tanto, el sábado 28, a las 22, en el Sonora Music Club (Cabrera 5567).

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