SALí
› Por Sandra Martínez
En el mapa de las hamburgueserías porteñas, Williamsburg se ubica en una rara encrucijada, donde se mezcla un local imponente, con importante inversión económica a la vista, y una obsesión por la calidad propia de los emprendimientos más artesanales. Inaugurada unas semanas atrás, su diseño estuvo a cargo de un favorito de la gastronomía de moda, Horacio Gallo, cuya mano se nota en cada detalle.
Una buena idea es evitar lo más conocido y empezar probando la hamburguesa Tyson, un delicioso medallón de carne de cerdo asado a la parrilla (de gas), con queso cheddar, pepinos agridulces y crocantes aros de cebolla con aioli ($80 o $145 en combo). El pan de brioche tiene la consistencia perfecta, tierno pero firme, como para soportar los abundantes ingredientes sin desarmarse en la mano. Hay varias guarniciones para elegir: papas fritas “canoa”, mix de verdes, papas al horno con romero y manteca de limón, cuñas de batatas fritas y unos chips de mandioca que, acompañados por el relish casero, pueden convertirse en un vicio.
Por supuesto, además del cerdo, hay varias opciones de carne vacuna. En este caso, los medallones son elaborados con un mix de picaña y nalga bajo inspiración de una receta de Mathew Ramsey, cocinero estadounidense famoso por sus “porn burguers”. La Dylan, con cebolla caramelizada, queso azul fundido y rúcula fresca, ya se posiciona como una de las opciones más pedidas ($95). Y las hamburguesas de pollo (desde $70), burritos y ensaladas completan una carta breve pero bien pensada.
El apartado bebidas también tiene varios destacados. Las gaseosas tienen un refill gratuito, por las tardes ofrecen un happy hour de cerveza Patagonia tirada ($70) y en las próximas semanas sumarán una carta de tragos diseñada por nada menos que la bartender Inés de los Santos. Los dulces, eternos relegados en los fast foods, aquí están bien cubiertos por sus milkshakes ($80) y unos golosos frascos de banofee, chocotorta y más postres. En resumen, Williamsburg demuestra que una hamburguesería más no necesariamente es sólo una hamburguesería más.
Williamsburg queda en Armenia 1532. Teléfono: 3515-2200. Horario de atención: domingos a jueves de 10 a 24; viernes y sábados de 10 a 3.
Baraba es uno de esos restaurantes algo escondidos, cuya fama corre de boca en boca. En su caso en particular, el comentario que circula es que su bondiola braseada es imperdible. Y vale la pena ir hasta Villa Pueyrredón para comprobarlo. Esta esquina solía ser una pizzería, pero hace dos años fue remodelada, manteniendo la calidez de un reducto familiar, de barrio, pero con toques contemporáneos. Recientemente el salón se expandió a la planta alta, para sumar nuevas mesas que ya eran necesarias, sin resignar el abundante espacio entre ellas. El nuevo sector se usa también para festejos privados.
Con las bebidas llega a la mesa un pan casero, de ésos que cuesta no devorar en minutos, acompañados con algún dip. Para empezar, los bocaditos de osobuco ($80) son una excelente opción. Pero el caballito de batalla de Baraba es su bondiola, una pieza entera que se brasea durante ocho horas, y llega a la mesa en sartén de hierro, con unas papas cuña horneadas. Con un guiño de orgullo, ofrecen una cuchara para cortarla, y no es una bravuconda: realmente la carne se deshace al tocarla. Al servirla, lo mejor es aprovechar el delicioso fondo de cocción a modo de salsa, para darle un jugoso toque extra. Este plato cuesta $310 y es para compartir entre dos, e incluso tres.
Pero los amantes de la carne de cerdo deben saber que hay otra joyita escondida en la carta. El Bacon Sándwich es imperdible, con la carne de la panceta braseada en perfecta armonía con un coleslow crocante y bien aderezado, y un pickle de pepinos que suma frescura, en pan foccaccia de queso ($175 con guarnición).
La carta tiene además pastas caseras, como los ñoquis de zanahoria con wok de vegetales ($175) o la lasagna ($175) y, por la noche, algunas variedades de pizza a la parrilla (desde $154). Los postres se manejan en el terreno de los clásicos, con bananas flambeadas al ron con helado ($66) o volcán de chocolate, que en el caso de los cumpleañeros ofrecen como regalo.
Con una bondiola como estrella y varios platos más secundando, Baraba merece su fama.
Baraba queda en Pareja 2997. Teléfono: 4574-2822. Horario de atención: martes a viernes de 19:30 a 24; sábados de 12:30 a 15:30 y de 20 a 24; domingos de 12:30 a 15:30.
Rock and Ribs es parte de la ambiciosa renovación que está viviendo el ex Paseo de la Infanta, rebautizado como Paseo Marcela Brenda Iglesias y convertido nuevamente en un polo gastronómico. Pero, a diferencia de los locales vecinos, su propuesta tiene más vibra de bar que de restaurante, con la música a buen volumen, las luces más bajas, mesas bajas y banquetas altas para acomodarse en la barra. En la decoración abundan las referencias gráficas a Jack Daniel´s, Harley-Davidson y otras alusiones infaltables de la estética rockera y rutera, mientras que un trío de cerdos voladores esculpidos en madera señalan la segunda mitad fundamental del espíritu del lugar: las ribs que forman el nombre.
Las famosas costillas, uno de los pilares de la cocina norteamericana de exportación, son aquí el centro de la carta y no defraudan. Tiernas, sabrosas, bañadas en barbacoa y acompañadas por ricas papas fritas y ensalada coleslaw, tal como indica la tradición. Se puede pedir un rack completo ($280) o media porción ($210), que sin ser una porción gigante, alcanza para satisfacer a una persona con una entrada antes. Es buena idea combinar con otros clásicos de esta gastronomía, como la papa al plomo bañada en queso blanco, cheddar y ciboullete ($80), los aros de cebolla ($90), las alitas de pollo ($120) y las papas fritas con salsa de cheddar, panceta y ciboulette ($110), que funcionan como entradas o para armar un picoteo que acompañe la cerveza artesanal.
Otro favorito de los habitués es el ojo de bife ahumado con puré de papas y coleslaw ($280). Para los que busquen alguna opción más liviana, el Lousiana Fish es un salmón a la brasa que sale con mix de verdes ($290); el sándwich vegano, una hamburguesa de legumbres con tomate, lechuga y el toque dulzón del chutney de manzana ($150) o alguna ensalada, como la infaltable Caesar con pollo ($170).
Con shows de música en vivo, atención atenta pero informal y dos bonitos sectores al aire libre, Rock & Ribs apuesta a ser el lugar ideal para salidas veraniegas.
Rock & Ribs queda en Libertador 3883, arco 12, ex Paseo de la Infanta. Teléfono: 4774-3921. Horario de atención: martes a sábado de 12 a 2; domingos hasta las 19.
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