SALí
Por Julieta Goldman
Bar y restaurant escondido, original de 1951, dice la tarjeta-invitación de este nuevo bar que antiguamente era una borrachería. Los dueños de Sifones y dragones, Mariana de Rosa y Favio La Vitola, descubrieron este pequeño local y el 10 de marzo abrieron El Regio Nino, homenajeando al compositor fetiche de Fellini, Nino Rota, y conservando sifones, heladeras, latas de galletitas, damajuanas, pisos, sillas y mesas.
Acaso Amarcord se acerque bastante al espíritu del lugar: música variada franco-italiana, aperitivos (Punt et Mes, Fernet, Campari, Cinzano) y en una de sus paredes, con grandes letras, la frase del cantante y actor milanés Adriano Celentano: Non me piace questo mundo che non porta fantasia.
De seis de la tarde a ocho (hora del habitual happy hour), Regio se inclina por la opción de copetín: tortilla de papas y copa de champagne por $ 10. También hay picadas con jamones españoles, aceitunas rebozadas, mejillones, bruschettas y venta al peso de queso brie, de cabra y más productos de modalidad almacén.
Aún no se explotaron del todo las tardes, a pesar de los manjares que muestra el menú: licuados de frutos del bosque, triples de miga vegetariano de rúcula, tomates secos y aceitunas, torta de brownie, y alfajores de frambuesa con chocolate. Por la noche, la cocina es típicamente porteña: milanesas de lomo de cerdo, puchero mixto, cazuelas de mariscos, ravioles de verdura y pejerrey a la portuguesa. Los precios son bastantes amables y, por tratarse de un lugar pequeño (sólo 10 mesas, 20 lugares), no se hacen reservas.
La visita al baño es como ingresar a la alegría de un cumpleaños infantil: cotillón, guirnaldas, espejo con plumas, muñequitos y autos de carrera. Si pierde la ruta sólo déjese guiar por las lucecitas de colores en la vereda que, a modo de kermesse, funcionan como regios indicadores de llegada a destino.
Regio queda en Santa Fe 5259.
Abre de martes a sábados, de 16 al cierre (aproximadamente 1 am).
Por J. G.
Comenzaron jugando para el mismo equipo de rugby hace más de diez años y hoy, estos tres amigos de Olivos, Luciano, Gonzalo y Javier, son los responsables de La Fachada. Se entrenaron y aprendieron trabajando juntos en una conocida pizzería de Belgrano y a los 22 decidieron estrenar su propio emprendimiento, que empezó sólo como un delivery en Colegiales y continuó en abril del 2004 con un sueño ampliado: una casa reciclada en Palermo de pizzas extra large y empanadas caseras, con nueve mesas, 32 cubiertos, una salamandra, sillones, cuadros y fotos de amigos en las paredes recién pintadas.
Entre los tres socios se dividen casi todas las tareas: trato con el personal, marketing, diseño de menú, proveedores, publicidad, etcétera. Pero se dan el gusto de disponer de veinte empleados entre los dos locales (mozos, cocineros, motos para delivery, encargados). “Empezamos haciendo absolutamente todo, hasta el repulgue de las empanadas”, explican tímidamente.
El origen del nombre tiene más que ver con un accidente que con una búsqueda: como habían elegido otro que ya estaba registrado tuvieron que cambiar todo y seleccionaron un nombre similar para poder aprovechar toda la folletería, logo y carteles que habían diseñado. Así pasaron de La Ochava a La Fachada.
La especialidad de la casa son las pizzas extra large de todos los gustos (que rinden una grande y media), las empanadas regionales y empanadas abiertas que alternan sabores: panceta y ciruela, berenjena y queso, rúcula y jamón crudo, calabresa, fugazzeta con yogur. Todas inmensas y con ingredienes inéditos que reinventan las combinaciones. Ahora que se viene el fresquito será cuestión de probar estos novedosos surtidos de hidratos. ¿De postre? La hermana de uno de los socios es la apoderada del bocado final: flan, mousse de chocolate y frambuesa, copa Fachada y brownie con helado.
La Fachada queda en Aráoz 1283.
Abierto de lunes a jueves de 12 a 14.30 y 19.30 a 20.30, y viernes a domingo, de 19.30 a 24.
Por Laura Isola
La calle Balcarce, sobre todo entre Independencia y San Juan, resulta todavía un escape ante todo lo que abunda, a la misma altura, en Defensa. Será porque se corta y vuelve a empezar, y en esa discontinuidad está el encanto. Y en todo caso, lo que hay son lugares muy recomendables como el que se erige en la esquina con Estados Unidos.
Nacional es el nombre de este restó-bar que tiene una de las locaciones más bellas y que logra un ambiente de madera, colores tenues, jazz o fusión –según el ánimo– y gran cocina. La barra atiende tiempo completo entre tragos y cafetería, y en las mesas se puede empezar a desandar la carta de otoño. La idea es buenas materias primas nacionales con algo de mediterráneo, como en la oferta de rueda de tapas (tortilla, pan catalán, bruschetta caprese, olivas y patatas bravas). Pero también empanadas y chorizo para empezar ($ 6). Hay sopas para hacer como que hace frío, algunas riquísimas de papa y queso azul, o de jengibre y tofu ($ 8).
Los platos de resistencia vienen completos con guarnición, decoración moderada y buenas raciones: hay salmón del Pacífico al punto que corresponde, que, se sabe, es crudo pero caliente por dentro y dorado por fuera, y otros de pollo, carne de vaca con excelentes combinaciones de cebollas al Malbec y papas rústicas. Los postres son clásicos, aunque su enunciación no lo es tanto, y el queso y dulce puede decirse Mingo’s Project y el panqueque de dulce de leche puede estar acompañado por galletitas Oreo. Los precios son bien nacionales, para que los extranjeros coman rico y barato.
En la cima de la pendiente, justo antes de que San Telmo for export se deje llevar hacia otro lado, la ochava impecable y las imponentes ventanas del Nacional confirman que hay otra manera de ponerse al día en materia de gastronomía. Que se puede ser moderno y lindo sin imitar a Palermo.
Nacional está en Estados Unidos 302, 4361-5539.
Abre de 9 al cierre. Lunes y domingo sólo mediodía y sábados a partir de las 18.
Por Cecilia Sosa
El Exótico de Montserrat: el nombre le va bien, muy bien. ¿Cómo bautizar de otro modo a este improbable salón de modernas reliquias que sorprende en la calle Alsina casi llegando a 9 de Julio? Pisos de extendido damero sin más interrupciones que algunas antiquísimas columnas negras y una displicente convivencia de mesas de bar antiguo, fileteados dorados, lámparas hindúes, detalles de modernidad design, deslumbrantes mesas de pool de sobrio paño negro, acceso gratuito a Internet, y una barra atendida por un simpático dueño de 26 años que a toda hora ofrece las bebidas menos imaginables.
El Exótico abrió hace tres años y medio en la planta baja de lo que supo ser una fábrica de telas, un lujoso edificio centenario de señoriales escaleras de mármol que hoy apenas sobreviven como pequeños estrados ocupados por más mesas.
El momento top de El Exótico es el mediodía, cuando filas y filas de seres de traje se acercan al salón de eterna noche a saborear los platillos caseros preparados por el chef Rubén: milanesitas de pollo con calabaza gratinada, ensalada mediterránea o panzotis de mozzarella y jamón con salsa parisienne. Además, a toda hora se puede pedir clásicas pero cumplidoras minutas, sandwiches, ensaladas simples o exóticas, hamburguesas dobles, cazuelas y variadísimas picadas. Y todo a precios más que razonables.
El bar-restó ofrece desayunos, almuerzos y cenas tempranas, pero también refugio para el mejor recreo laboral. Además de las mesas de pool (inefablemente ocupadas), hay juegos de mesa que le ponen vértigo a la tarde o un sector de sillones ideal para sentarse a contemplar algunos de los cielos de Magritte que se abren en extrañas ventanas hacia la nada. Nunca faltan los diarios del día y la colección completa de la revista La mujer de mi vida. Una sorpresa céntrica que vale la pena visitar.
El Exótico de Montserrat queda en Alsina 975.
Abre de lunes a viernes de 8 a 24.
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