SALí
Atendido por sus dueños, un restaurante donde valen más las delicias que el estilo.
Por Cecilia Sosa
La mia casa es uno de esos lugares tan lindos que no pueden más que estar en vías de extinción. Típico bar de barrio venido a menos, pasa desapercibido en Cabrera, a metros de Scalabrini Ortiz, con un encanto que pareciera reducirse a aquel que ostentan vagamente las cosas viejas que logran sobrevivir intactas al paso del tiempo.
Pero entre mesas que mutan según la inclinación de los comensales, un piso de cerámica de limpieza dudosa, sus servilleteros de plástico, platos con florcitas que apenas se ven de tanto uso y cubiertos entregados en mano por el mismísimo dueño se gesta un verdadero privilegio de la comida árabe artesanal. Y todo en manos de un adorable matrimonio de septuagenarios que se ocupa de todo.
¿Qué comer...? Puras delicias. Sólo entréguese a las sabias decisiones de Abelardo que acerca (sin necesidad de carta, menú ni pizarra) las más ricas empanadas árabes, kepe (si quedó), berenjenas al chambote, kousa (increíbles zapallitos rellenos), kabat (carne de lomo con papas y rodajas de tomate), mezze (clásicos arrolladitos de hoja de parra) o las solicitadas Madul (brochetes de carne). También se consiguen macarrones al golfo, arroz a la persa y brochetes árabes. Todo cocinado por Angelina, la mujer de la casa, una auténtica hija de libaneses a la que se puede espiar por una ventanita que da a la cocina y que sale para decir que el lugar existe “desde-que-nací-yo”.
La mia casa, un lugar donde los platos encienden aplausos, las risas parecen truenos y donde hasta los perros mueven la cola en el patio de camino al baño. “La gente está tan alegre que uno se contagia”, dice Abelardo con su encantadora sonrisa.
Y a no llegar tarde porque la comida vuela.
La mia casa queda en Cabrera 4570, 4777-2723. Abre todos los días a partir de las 20.
Bar de día y tardecita, para clientela diversa.
Por Cecilia Sosa
En la más ensoñada esquina de San Telmo, allí donde Balcarce se choca con el Pasaje Giuffra, está Pride, un bar-restó gay-friendly que ofrece cafés raros, impresionante pastelería artesanal y sandwiches en riguroso pan de campo. Moderno y cosmopolita, en Pride todo parece consagrado a los más luminosos placeres: sandwiches Amsterdam, deliciosos brownies, apple crumbles y lemon pies; multitudes de revistas temáticas (con citas y propuestas queer) que se ofrecen en mostradores y mesitas que miran a la calle e invitan a ser leídas en pequeños sillones que miran a la calle. Y mesitas en la vereda para recibir el verano con las mejores propuestas.
Para desayunos y meriendas hay opciones: Americana (café con leche, tostadas, huevo revuelto y panceta), Natural (yogurt, fruta y mix de cereales), Típico (tanto como se lo podría imaginar) y también Heidi y Mañanero para descubrir en el lugar. Y también ensaladas superpotentes y pastas caseras y a no más de 11 $ (con bebida incluida). Para despedir el invierno, se recomienda especialmente la supersopa de calabaza casera, para no querer más nada, a sólo $ 6. A toda hora, picadas, brusquetas y, cómo no, un amplísimo bar de tragos y cervezas especiales.
En el salón al fondo, una antigua mesa de madera da lugar a muchos, flores, mostrador con panes y un horno de campo por donde desfilan delicias listas para tentar al más estoico.
Pride abre durante el día y hasta el caer de la noche. Transparente y cálido, como para subrayar la distancia con el centro ocultista del dark-room, predispone a la conquistas mientras se toma el té o se espera el atardecer con cerveza.
Favorito de extranjeros, estudiantes de la Universidad del Cine (que tomó por asalto toda la cuadra), gays y no tanto, Pride es orgullo a cielo abierto de San Telmo Soho y a precios razonablemente argentinos.
Pride queda en Balcarce 969 esquina Pasaje Giu-ffra, 4300-6435. Abre de lunes a viernes de 9 a 21, sábados de 11 a 20 y domingos de 10 a 22.
Cocina italiana de barrio, desde los años veinte.
Por Julieta Goldman
La cantina de Coty y Vicente es desde hace años un clásico de Villa Ortúzar. Picadas, pastas, albóndigas, pollo y caracoles son las clásicas opciones que ofrece Don Chicho (apelativo al hijo mayor de la tienda, Francisco), además del famoso flan casero del que tanto dueños como fieles comensales se enorgullecen.
Vicente Pace, alma mater del comercio, empezó con un almacén en 1922. Después pasó a ser una casa de comidas ampliada hasta llegar a lo que es hoy: un caserón donde trabaja la quinta generación de la familia Pace. Se sabe que Bioy Casares, Troilo, Marechal, Pugliese y Eva Perón (cuando aún no incursionaba en la política) fueron algunos de los clientes que desfilaron con frecuencia por el lugar decorado con banderines de Chacarita, fotos, letras de tango, dibujos de Gardel, plantas e ilustraciones de Maradona, entre otras ornamentaciones típicamente argentinas.
El atractivo de Don Chicho es ver cómo Coty o alguna de las otras mujeres de la casa preparan las pastas detrás de una gran ventana. A la vista del público amasan y preparan tallarines, raviolones, sorrentinos, fusiles y cintas. En la cocina del fondo se termina la preparación de las porciones que, por tratarse de una propuesta de impronta tana, se caracterizan por su abundancia. Son muy recomendables las salsas scarparo y pesto, además de las clásicas rosa, fileto y crema.
Si bien las pastas son las reinas del menú, también hay otras variedades culinarias: albóndigas caseras, pollo o chivito a la calabresa, al oreganato o a la provenzal, caracoles o picadas que incluyen calamares, berenjenas, garbanzos, lechón, queso y aceitunas. Ningún plato supera los $ 15.
Todos los 29 del mes Don Chicho es el parate ideal para degustar ñoquis caseros. Eso sí: a no olvidarse de dejar debajo del plato algún billete para la suerte.
Don Chicho queda en Plaza 1411. Abierto todos los días menos domingos a la noche y lunes al mediodía. Teléfono: 4556-1463.
Cocina italiana de barrio, desde los años veinte.
Por Julieta Goldman
Entre las múltiples opciones que ofrece Palermo Hollywood, hace cinco meses nació un nuevo lugar: Neko. Este restaurante-bar ofrece una fusión argentino-japonesa, basando su carta en productos japoneses, técnicas francesas, paladar criollo y tragos variados que pueden conocerse de lunes a sábado.
El chef Diego Andra conduce la cocina y es quien pone en cada plato la experiencia recopilada en sus trabajos anteriores, después de viajar por Nueva York, Japón y distintos restaurantes locales. Lo acompaña Claudio Lazo, otro viajero de la cocina, que se perfeccionó en distintas recorridas por Costa Rica, Arrecifes, País Vasco y en cadenas de hoteles argentinos.
Paredes rojas, mobiliarios negros, un enorme ventanal que da a la calle Honduras, una gran barra, pocas mesas y música ambiente de fondo con propuestas que cambian los distintos días de la semana. Los miércoles la selección musical está en manos de Ezequiel Fernández (soporte de Daniel Melero en varios de sus shows). Los jueves es el turno de Pablo Chinen (ex bajista de Los Tintoreros, productor, músico y dj). Y los sábados se reservan para diferentes invitados sorpresa.
Además de alguna de las opciones de la extensa carta de tragos, cocktails (con y sin alcohol), aperitivos y clásicos se recomienda probar la costilla de res braseada en sake, con daikon y compota de nashi ($ 18), el pulpo grillado con papas soufflé y salsa de ají rocoto ($ 21), algunos de los dips (queso azul, berenjenas asadas y tahini con salsa de tomates frescos o paté de hígado con manzanas flambeadas al mirín) y cualquiera de las combinaciones de sushi.
Con su carta ecléctica Neko se convierte en un lugar apto tanto para amantes de las carnes como de las “víctimas palermitanas”, devotos del sushi y la cocina gourmet.
Neko queda en Honduras 5640. Abierto de lunes a sábado de 20 al cierre. Domingo cerrado. Tel.: 4772-9014.
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