SALí
Alta cocina peruana en Palermo
Por Julieta Goldman
Bajo la premisa de que la cocina es un arte que se reinventa constantemente, evoluciona y toma formas inesperadas, aterrizó en la esquina de El Salvador y Carranza un restaurante de cocina novoandina, cuyo nombre le hace honor a la novedad: Mosoq (en quechua significa “algo nuevo”).
La fusión de sabores y aromas en la alta cocina peruana es el resultado del impacto de los inmigrantes chinos y japoneses que llegaron hace más de cien años, incorporando nuevas especias y métodos culinarios. La árabe, la judía, la mediterránea, a través de los españoles, que no se dieron cuenta de que el verdadero oro de los incas era su dieta, rica en cereales irremplazables como la kiwicha y la quinoa, el maíz andino, el huacatay, el sauco, las más de dos mil variedades de papa, y esos ajíes y rocotos aromáticos que dan color y perfuman cada plato.
Mosoq supo aprovechar la combinación de ingredientes que culturas prehispánicas consumían en su dieta diaria y los incorporó en preparaciones modernas creando platos asombrosos para el paladar porteño. Tournedos de lomo en costra de queso azul servido con risotto de quinoa, champignons y espárragos con esencia de trufa blanca, lenguado relleno con langostinos en salsa de vino blanco, tagliatelle de verduras y tofu marinado, son algunas de las opciones que confirman esta alianza de elementos.
Para un buen final se puede optar por alguno de los seductores postres. O bien, una larga e inspirada lista de martinis, trago favorito de la casa, que funciona como alternativa posible para terminar dulcemente la velada. Muy tentador el pellizcón (Sky Vodka, Tía María, crema y un shot de espresso), el chimpancé (Malibu Ron de Banana, jugo de ananá, pulpa de coco y crema) o el mostro (Absolut Vainilla, Amaretto, Cousenier de Melón y crema).
Vale la pena destacar la distancia entre las mesas, que permite mantener la intimidad, y también la atención permanente de mozos y dueño que van pululando por el salón, sin nunca entrometerse.
Mosoq queda en El Salvador 5800, 4775-7974. Abierto de lunes a sábados, desde las 20 al cierre.
Una pequeña y masiva Colombia, con platos típicos y sin glamour agregado.
Por Cecilia Sosa
Otra de las nuevas opciones latinas que ofrece la ciudad (aunque con signo casi opuesto) es Antojito Colombiano, un lugar mágicamente transportado desde un céntrico comedero de Medellín. Misterios del caso, el segundo emprendimiento colombiano del barrio no tiene nada de la delicada modernidad de la joven Aromática (Bulnes y Guardia Vieja). Antojito, en cambio, montado en plena Avenida Córdoba y a metros de Acuña de Figueroa, ofrece la más tradicional variedad de platos típicos sin glamour agregado y al más puro color local.
La escenografía del lugar no se ruboriza ante ningún exceso. Pequeñas mesitas vestidas con poncho tricolor con bandera (y convenientemente protegidas por manteles de plástico), afiches de chicas en bikini promocionando cerveza, camisetas del Deportivo Cali y sandalias de yute adornando paredes, vitrina con collares de semillas, botellas de ron, cd de cumbia y vallenato y más. Todo a la venta.
Pero los platos resisten el careo del nativo más enérgico (y a precios de lo más amistosos). Como entrada no vale resistirse a los simpáticos patacones (plátanos fritos y cortados en rodajas que no generan deuda), arepas, empanaditas de maíz rellenas de carne o papa; o una versión reloaded de todo lo anterior servida en suculenta picada (que suma buñuelos y carimañola, entre otras delicias).
Un clásico de clásicos (sólo comparable a la parrillada argentina) es la bandeja paisa que trae prácticamente todo: porotos rojos y negros, arepa, arroz, carne molida, chorizo, patacones, chicharrón de cerdo, aguacate y huevo frito de regalo. También hay que animarse al sancocho (sopa de gallina, carne o pescado o una vital combinación de los tres), al ajiaco (sopa de pollo desmenuzado y crema de leche) y por qué no a una sobrebarriga (peceto hervido) o a un arrocito atollardo.
De postre mousse de maracuyá o arequipe de café que viene con ¡dulce de leche! Y por fin, para juntar fuerzas y partir, un rico café colombiano, importado y molido a la vista. ¿Algún otro antojo?
Antojito Colombiano queda en Córdoba 3883. Abre de martes a viernes de 12 a 16 y de 20 al cierre; y sábados y domingos de 12 al cierre.
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