Dom 22.08.2010
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A comer

› Por Ignacio Molina

Matador

Bar Oviedo: comida argentina entre artesanías y carreras de sortija a caballo.

Histórico Café Cultural / del barrio de Mataderos / bodegón que haces ochava / con el cantar del trovero, rezan los versos finales de “El bar de los payadores”, un tango que homenajea al local que, bajo diferentes nombres, existe en la esquina de Lisandro de la Torre y avenida de Los Corrales desde fines del siglo XIX. Inaugurado como Almacén de Campo en 1898, en simultáneo con la instalación de los primeros mataderos de vacas en la zona, pocos años después pasó a manos de Fernando Ghio, un político y concejal del Partido Socialista e histórico dirigente del club Nueva Chicago, quien lo bautizó con el nombre que figura en el tango, debido a que allí solían juntarse los mejores payadores de la ciudad. Hoy el bar, que desde mediados del siglo pasado se conoce como Oviedo, y que cobró un gran impulso desde 1986, al inaugurarse la feria de artesanías y costumbres que se organiza cada domingo en sus calles aledañas, funciona como café a la mañana y al atardecer, y como restaurante de comidas típicas argentinas al mediodía. En las mesas sin manteles ni individuales del amplio salón, bajo el techo de adobe original y entre las viejas paredes, vitrinas y mostradores, se puede disfrutar de platos como locro, empanadas fritas cortadas a cuchillo, minutas y clásicos cortes de asado. De postre, se recomienda el queso y dulce de batata, el budín de pan y los panqueques con dulce de leche. Los domingos puede resultar complicado conseguir una mesa. Se aconseja hacer la reserva en el mostrador y, para alivianar la espera, ir un rato a ver las carreras de sortijas a caballo que se realizan a menos de cincuenta metros del local.

Bar Oviedo queda en Lisandro de la Torre 2807. Abre todos los días, de 6 a 20 horas. Teléfono: 4687-8690.


Sale con fritas

Don Ignacio: el rey secreto de la milanesa en Almagro

Un secreto del mundo gastronómico de Buenos Aires, conocido hasta ahora por un selecto grupo de comensales, es que en un local de un borde del barrio de Almagro se pueden comer las mejores milanesas de la ciudad. El lugar en cuestión es un pequeño y sencillo restaurante, muy alejado del pretendido glamour de la mayoría de las nuevas propuestas, enclavado en una cuadra oscura de la avenida más larga del mundo. Aunque las opciones disponibles no se agotan en ella (también ofrece pastas y diferentes cortes de carne a la parrilla), dos páginas de la carta están dedicadas a diferentes estilos de esa clásica rebanada de carne de ternera, rebozada con huevo y pan rallado, originada en la ciudad italiana de Milán hace alrededor de nueve siglos. Entre ellas, además de las clásicas milanesa sola o a caballo, figuran la napolitana, la fugazza, la fugazzeta, la milanesa al roquefort o con jamón y morrones. Los precios, acompañadas con guarnición de papas fritas o puré, van entre los diecisiete y los treinta pesos. Todas son hechas en el momento y salen secas, sin aceite chorreando y, a diferencia de lo que pasa en muchos otros restó, no demasiado finas. Don Ignacio es atendido por sus propios dueños, y la ambientación y decoración del local, compuesto por sólo siete mesas, merece una mención especial: sus paredes están cubiertas por decenas de cuadritos con fotos de artistas rockeros y con réplicas de posters y discos de vinilo de la historia del rock nacional e internacional. Y en el aire suena alguna música, jazz o rock, a un volumen que no interfiere en la conversación de los comensales.

Don Ignacio queda en avenida Rivadavia 3439. Abre de martes a domingo, todo el día. Teléfono: 4861-3133.


Milagro junto al río

¡sí sí Sí!: Menú criollo, chef educado en París y los mejores precios de Puerto Madero

En Puerto Madero existe, desde abril de este año, un restaurante del que se puede salir sin la sensación de hacer sido estafado con la cuenta. Claro que ¡sí sí Sí! no es recomendable sólo por eso; sus virtudes superan el factor meramente económico. Se trata de una elegante propuesta gastronómica ideada por el joven chef Alejandro Feraud, quien, después de estudiar en la prestigiosa Ecole Ritz Escoffier de París y de trabajar en varios restaurantes de Europa, decidió instalarse en Buenos Aires y comandar las hornallas de ¡sí sí Sí! en base a clásicas recetas de la cocina argentina. El espacio, amplio y elegante, cuenta con un salón principal y varios y diferenciados sectores. Una gran barra de tragos, una gran mesa ratona en un espacio que simula un living, mesas y sillones en la vereda y un vip en el entrepiso con una mesa para doce comensales, reservada para cenas o pequeños eventos privados con exclusivos menúes degustación. La carta incluye entradas como las bruschettas, la tortilla de papas y cebolla y las empanadas de cordero; platos principales como polenta con queso y salsa bolognesa, pastel de papas con carne cortada a cuchillo, revuelto gramajo y bondiola de cerdo braseada con puré de papas. Tanto los panes como las pizzas son cocinadas en un horno de barro propio. A la hora de los postres conviene pedir la mousse de chocolate o el Tentaciones ¡sí sí Sí! con banana con dulce de leche. ¡sí sí Sí! ofrece, además, desayunos y meriendas (incluyen tostadas, huevos revueltos, submarinos, licuados, etc), y, de miércoles a viernes al anochecer, un dos por uno de cerveza para los oficinistas de la zona.


Casero y canchero

Amores Porteños: noches temáticas para probar delicias

En Santos Dumont y Ciudad de la Paz, una esquina de la parte de Colegiales que, por su fisonomía urbana, suele confundirse con el barrio de Belgrano, hay un restaurante llamado Amores Porteños que invita a comer bien, en un clima austero y a un precio —teniendo en cuenta la zona en que se encuentra— no demasiado elevado. Tanto el cartel de la entrada como el marco de la puerta y algunos objetos del interior del local están decorados con la técnica pictórica del fileteado porteño. Hay velas en las mesas y, en las paredes blancas, cuadros con fotos antiguas en blanco y negro. La atención es correcta y la comida es casera y sabrosa. Entre los platos más recomendables está el lomito Strogonoff sobre colchón de papas cuadrillé, el bife de chorizo con salsa criolla, chimichurri casero, morrón asado y el filet de merluza a la romana. Cualquiera de estas opciones puede ir acompañada por dos guarniciones a elección, como papas bastón, batatas españolas o ensalada César. En Amores Porteños la de los domingos es la denominada Noche de Pizzas Gourmet, ideal para compartir entre amigos. A un precio de 25 pesos por persona, que incluye bebida y servicio de mesa, se pueden probar pizzas como la de tomates secos, cherries, esferas de boconcitos, hojas frescas de rúcula y olivas, o la de jamón crudo, tomates secos, escamas de sardo, hojas frescas de albahaca y olivas, entre otras. La de los lunes, a un mismo precio, es la Noche de Ñoquis, cuando se sirven ñoquis caseros (pueden ser de papa, rúcula, batata o albahaca) con salsas como la compuesta por pesto con escamas de sardo o la de crema de hongos patagónicos. Amores Porteños es, en definitiva, una buena opción para tener en cuenta a la hora de salir a comer.

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