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› Por Daniela Pasik
Chabrés Bar de Tragos: El mejor Manhattan y un bartender mítico
Es como los bares que se ven en las películas y no existen en la vida real. Chiquito, cálido y ambientado para destacar la bebida. El lugar es, básicamente, una barra enorme, de madera, en forma de herradura y está coronada por miles de botellas. Entre vasos de todo tipo y herramientas para hacer los mejores cócteles, está el dueño del paraíso: Oscar Chabrés, un caballero de fina estampa con saco negro, camisa blanca, moño y el pelo engominado hacia atrás.
El mítico bartender del famoso bar del hotel Claridge desde hace ya dos años tiene su propia barra en el microcentro. Cualquiera que sepa beber va a preferir su buena mano a la hora de los tragos, su indiscutible calidad con respecto a las marcas trabajadas y su sobria actitud. Oscar es de los que saben dar charla si del otro lado hay ánimo, pero también de los que callan, sirven y piden un taxi al final de la noche si el bebedor es silencioso.
En Chabrés se puede, por ejemplo, comprar una botella entera de whisky y beberla a lo largo de la noche. Hay quienes dicen que no es lo mismo un trago servido por él que por cualquier otro y para hacerle honor a tamaña expectativa está la estelar carta: delicias de la coctelería clásica o especialmente creadas por aproximadamente $20.
Bartender de raza, Oscar es capaz de identificar qué se ajusta mejor al paladar de cada cliente. Y en su barra prima el whisky. Oh, Aqua Vitae. Hay una amplia oferta de botellas irlandesas y escocesas pero, también y como reza el nombre del local, hay tragos. No hay uno mejor que el otro, sino que todo es cuestión de gustos, pero a la hora del Manhattan en Buenos Aires es muy raro encontrar uno mejor.
Copa triangular en mano y con el codo en la barra, se revuelve el delicioso elixir con la cereza al marraschino, se deja que el aroma invada el alma y se integra al organismo dando pequeños pero decisivos sorbos. Como si se estuviera en uno de esos bares que se ven en las películas, pero esta vez en la vida real. Salud.
Chabrés Bar de Tragos queda en Maipú 530 y está abierto de lunes a viernes desde las 7.30 de la mañana y los sábados desde las 8 de la noche. Cierra a las 5 de la madrugada.
Gibraltar: La mejor relación precio-calidad.
En la puerta hay un cartelito, enfático, que aclara que no es un bar irlandés. Un señor enorme y no siempre simpático regula la entrada para equilibrar la cantidad de gente que logra llegar adentro y a los costados hay dos ventanas oscuras a través de las cuales no se ve nada. Siempre hay cola. Todos quieren pasar.
Adentro, el lugar deseado, no es nada del otro mundo, pero tiene su no sé qué. Es un pub inglés con todas las de la ley. O sea: no es como los bares argentinos que se hacen los british, sino que es igual a cualquier antro inglés oscuro y con buena barra. Afuera San Telmo y adentro, Londres.
Su fuerte es el nivel y diversidad de cervezas, que las hay de todo tipo y para exigentes paladares. Pero ahora nos importa el whisky y acá hay una oferta tan variada como excelente y con precios más que razonables. El happy hour es de 18 a 21 y funciona maravillosamente.
Como en una jungla etílica, para adquirir el trago deseado hay que tener determinación, atravesar el gentío y saber qué pedir. Se solicita y se paga en el momento en la barra y se consume ahí o se lleva de paseo por el laberinto humano que se amucha por ahí. Todos hablan con todos, los extraños se saludan, los dueños se mezclan con los clientes. Hay sillones. Quien sabe tomar, también es consciente de que el estómago no puede quedar vacío y por eso en Gibraltar hay un menú variado y original que abarca desde cocina thai hasta china, hindú y mexicana, pasando por enormes hamburguesas completas. Se puede ver al cocinero trabajar y, más de cerca, cuando se asoma y entrega el plato en la mano. Se destacan las creaciones con curry, que además maridan hermosamente con el whisky.
La música es amena, buena, el bullicio ambiente alto, altísimo, y todo combina perfecto con un bourbon o un scotch que se recomienda pedir con dos hielos en vaso de trago largo para ir cómodo a sacar turno a la misteriosa mesa de pool que está oculta detrás de la cocina.
Gibraltar queda en Perú 895 y está abierto todos los días desde las 6 de la tarde hasta las 4 de la madrugada.
Selquet: Clásico porteño renovado con barra elegante para beber y mirar por el ventanal.
La pomada, en los ‘70 y ‘80, no se parecía mucho a la actual y lo que hoy conocemos como “bares”, en ese entonces eran “confiterías”. Paradores obligados de playboys y caballeros bon vivants, se iba a beber y a levantar; eran la vidriera al jet set y las locaciones las hemos visto una y otra vez, por ejemplo, en las películas de Olmedo y Porcel.
Durante 30 años, Selquet fue el point porteño por excelencia para los que buscaban whisky, aperitivos y buena cafetería a la hora del vermouth. Cuando cerró, en 2006, por remodelación, hubo estrés entre los bebedores elegantes, pero la reapertura sólo trajo felicidad. Ahora, sin haber perdido su clasicismo, volvió en forma de impactante restaurante, con la barra de siempre.
A la hora de cenar, es un restó de espíritu romántico, ideal para parejas: parrilla, pastas, pescados, una carta de vinos interesantísima y un salón amplio con espacio entre las mesas o, si el clima lo permite, la hermosa terraza y el deck con vista a los bosques de Palermo.
Pero lo que importa es la barra y lo que queremos es maltas. Bueno, acá se pueden encontrar ambos y, como antaño, beber relajadamente un whisky on the rocks mirando los enormes ventanales de siempre, que dan a Figueroa Alcorta. Acodados, se puede variar entre diversos blends, todo acompañado por el tradicional triolet, que puede salir frío (jamón, aceitunas, queso) o caliente (bastones de mozzarella, milanesitas y albondiguitas).
Perfecta para las inminentes tardes primaverales, la barra comandada por Nicolás Castro ofrece, además de los tragos clásicos esperados, muy buena coctelería de autor y está el tentador “Trago del día” (espectacular random de la carta con triolet) a un precio muy accesible. El dandy de hoy se encuentra con el de ayer en Selquet y para todos ellos hay una diva de buen beber dispuesta a dejarse encender el cigarrillo.
Selquet queda en Avenida Figueroa Alcorta 6402 y está abierto todos los días de 7 de la mañana a 2 de la madrugada.
Gran Bar Danzón: Una elegante y bien poblada barra de elite.
El mejor lugar para tomar whisky en Buenos Aires, del que sea y servido tradicionalmente, sin nada más que whisky, es el Café Los Incas, en Belgrano R. El dueño, Miguel Angel Reigosa, tiene, sólo detrás de la barra, más de 350 botellas de diferentes marcas y, en un depósito, otras 1300. Es una confitería paqueta en una esquina con mesitas sobre la avenida empedrada y repleta de árboles. Adentro es todo oscurito. Ideal para la trampa, dicen muchos. Pero el cuarto whisky no lo vamos a beber ahí, sino en Barrio Norte, rumbo a la noche porteña, para sacudirse la semana de encima.
Lo hermoso de este lugar es que de afuera no se nota nada. Es sólo una puerta hacia un primer piso. Al subir la escalera, se llega a la crème de la crème del buen comer y, obvio, el buen beber. Elegante, oscuro, muy moderno, lo primero que vemos al entrar es una gran barra dividida en dos: una para el restaurante y, la que nos interesa, la otra para el bar. Hay buena música. Tocan DJ.
¿Coctelería moderna? Hay. ¿Clásicos? También. ¿Maltas y whiskies? Por doquier. La comida es muy buena, pero el Gran Bar Danzón se destaca por tener una de las mejores barras de la ciudad, semillero de los bartenders más reputados. El resurgimiento de la alta coctelería en la ciudad tiene que ver con este lugar.
Siempre concurrido, el bar a la vez tiene un ambiente íntimo. Ideal para ir con gente en una noche mágica como previa a la gira etílica con su happy hour en la apertura o, también, para terminar el paseo a la madrugada.
La receta es simple: vaya directo a la barra, deténgase en la oferta de whiskies y maltas, mire al bartender a los ojos, pídale lo que desea y olvídese del día que acaba de terminar. Brinde con amigos, o con su imagen en el espejo como si fuera Bill Murray en Perdidos en Tokio.
Gran Bar Danzón queda en Libertad 1161 y está abierto de lunes a viernes desde las 19 y los sábados y domingos desde las 20.
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