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› Por Rodolfo Reich
Confitería El Greco: sándwiches de miga, hechos en el momento
Con el sandwich de miga sucede algo parecido que con la empanada. No son inventos argentinos, pero en ningún otro país se desarrollaron como acá. En el caso de nuestro querido sandwich de miga de cada día, su historia se rastrea en los tramezzini italianos, aunque el tipo de miga recuerda al tradicional pan inglés. Pero, más allá de sus ancestros, hoy se muestra argentinizado. Es indispensable en los cumpleaños, clásico tostado del café con leche mañanero, tentempié icónico para una comida rápida. Por lástima, no en todos lados le hacen honor. Existen decenas de panaderías donde elaboran pésimos sándwiches de miga, con panes que se deshacen y con fetas traslúcidas de fiambre. Hasta que te encontrás con El Greco. Esta clásica confitería de Caballito lleva 50 años elaborando platos tradicionales del ser porteño: hay turrones caseros, vitel toné, lechón al horno y, claro está, sándwiches de miga. El dato clave es que no hay una heladera con sándwiches rancios esperando por un incauto, sino que cada uno sale a pedido, elaborado en el momento. Esto tiene sus desventajas: exigen un mínimo de tres sándwiches por sabor, y la demora se mide en más de diez minutos, pero son costos que valen la pena. Panes perfectos, generosa cantidad de relleno, sabores clásicos. El de jamón crudo y queso en pan negro se lleva los aplausos, aunque compite el de pavita y alcaucil. Al estar recién preparados, no llegan húmedos por la manteca ni secos por el contacto con el aire. Los precios van de $14,40 a $21,60 los tres sándwiches. Una tradición tomada en serio.
El Greco queda en Av. Rivadavia 5353. Horarios de atención: todos los días, de 19 a 23. Teléfono: 4901-3918
La Crespo: una mirada moderna sobre las delis judías
La religión judía (ídem con la árabe) tiene prohibido el consumo del cerdo. Esto que parece poco trascendental, tiene consecuencias brutales: sin cerdo no hay jamón, salame, chorizos y similares. Por suerte, como afirma el consabido refrán, no hay mal que por bien no venga. Ante la falta de cerdo, la comunidad judía mundial encontró un fiambre sustituto, el pastrón: la tapa de asado vacuna, macerada con salitre, sal y especias, que luego se cocina y se corta en finas lonjas. Un infaltable de barmitzvá y casamientos, ya popularizado entre todos los consumidores. Hoy, cualquier supermercado y confitería ofrece una versión industrializada de pastrón. Pero para encontrar su espíritu y sabor originales, mejor apuntar hacia La Crespo, una flamante “casa de comidas” abierta hace dos meses en, obviamente, Villa Crespo. Especializada en delis judías (si bien esto no excluye “pecados” como un muy buen sandwich de jamón crudo, rúcula, tomate y queso), aquí la chef Clarisa Krivopisk prepara uno de los mejores sándwiches de pastrón de la Argentina. Al fiambre lo elabora con una receta propia que incluye tiernizarlo con vino blanco. El sandwich cuesta $28, y los vale con creces: tiene una generosa capa de pastrón caliente cortado fino (170 gramos), pepinos agridulces y viene entre dos rebanadas de un pan multicereal casero bien denso. Además, trae un fantástico chutney de cebollas caramelizadas para acompañar. El lugar ofrece además bagels casero de salmón ahumado, strudel de calabaza al curry y choclo, lajmayín, knishes, humus, cheese cake de maracuyá, mousse de chocolate, entre muchas otras cosas. Así, ¿quién no se convierte en religioso?
La Crespo queda en Thames 612. Horarios de atención: De lunes a viernes, de 11 a 21. Delivery. Teléfono: 4856-9770
Pura Vida: espíritu californiano con alta calidad
Desde 2007, Pura Vida ofrece productos saludables, que además son sabrosos. No es un tema menor. Son muchos los restaurantes especializados en cocina sana que terminan convertidos en templos de la insipidez. Pero nada de esto sucede en este local, que bien podría estar en una demócrata calle de San Francisco, entre autos híbridos y neo hippies. Sus ideólogos son dos estadounidenses, Marty Hanna y Juan Pablo Dulanto, quienes tras radicarse en la Argentina decidieron que no sólo de carne y empanadas vive el hombre. Así, abrieron este juice bar en pleno Microcentro porteño (tuvieron una sucursal en Recoleta, que no funcionó). El menú comienza con decenas de jugos, licuados y smoothies (rondan los $20), con especialización en los “súper alimentos”, ingredientes a los que se les atribuye una capacidad nutritiva y energética casi mágica. Un par de ejemplos: el wheatgrass, del cual se afirma que “56 gramos de jugo de wheatgrass equivalen al valor alimenticio de 2 kilos de verduras verdes”, y las habas de Goji, un arbusto tibetano energético y vitamínico.
Volviendo a los sándwiches: se los puede pedir en pan blanco, salvado o envueltos en wraps. Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Pero lo diferencial de Pura Vida es la calidad: los sándwiches (entre $25 y $36) son contundentes, con relleno generoso y variado. El de “pollo latino” trae hojas verdes, morrones, mango, palta, cilantro, cebolla colorada y chile. El de salmón ahumado incluye queso blanco, espinacas, palta, varios brotes y mix de semillas. El Italian vegie apuesta por el tofu marinado en oliva, espinaca, albahaca, menta, hongos portobellos, aceitunas negras, trigo burgol y pepino. Todos salen acompañados de aderezos a elección (de cilantro, de soja y wasabi, de zanahoria y jengibre, de mostaza y miel, entre otros), y unas galletas crocantes que resultan viciosas. Como yapa, el delivery es el más prolijo que conocemos. Cocina sana y rica. ¿Qué más?
Pura Vida queda en Reconquista 516. De lunes a viernes, de 8.30 a 19. Delivery. Teléfono: 4393-0093
El Peruanito Rey: un viaje a la contundencia andina
En el extremo opuesto al culto saludable está El Peruanito Rey, una clásica sandwichería peruana, trasladada de Lima a Palermo. Esto de clásica no es palabrerío: en toda ciudad peruana, estos locales son una institución. Comida al paso, sabores intensos y carnívoros, ingredientes típicos y jugos exóticos. En la Argentina, donde viven cientos de miles de peruanos, estos locales brillaban por su ausencia, una falta que comienza a saldarse. Este local abrió primero como El Chalaco, pero tras un cambio de socios pasó a llamare El Peruanito Rey. El menú y los empleados (Jesús como encargado, Carlos como cocinero) siguen siendo los mismos.
Aquí no hay vuelta atrás: nada de cocina sana y liviana, sino puro sabor y contundencia. Sándwiches generosos (cuestan $28, pero por apenas $2 extras pasan de 120 gramos de carne a 180), con sabores como lechón al horno, con lechuga, tomate y criolla, pavita fileteada con lechuga morada, tomate y palta o peceto a la olla, con cilantro, palta, lechuga y champignones. Cada uno viene acompañado de papas fritas, que se pueden trocar por batatas o yuca frita, y salsas como ají picante, palta, mayonesa casera, soja agridulce y más opciones. Para beber, recomiendan los licuados de frutas, con exotismos como chirimoya, lúcuma o papaya, si bien una cerveza bien fría funciona de maravillas.
El local es apenas una barra a la calle, con taburetes altos y unas mesas en la vereda. Cero estética palermitana y pocas pretensiones, que derivan en ciertas desprolijidades (es común llegar y que muchos de los sándwiches estén agotados), pero todo esto se perdona. Aquí se viene por otra cosa, por algo que, incluso, va más allá del sándwich repleto de sabor. El Peruanito Rey vende autenticidad. Y eso siempre se agradece.
El Peruanito Rey queda en Fitz Roy y Paraguay. Todos los días de 13 a 1. Delivery. Teléfono: 4773-4018
Fotos: Pablo Mehanna
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