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› Por cecilia boullosa
La Rey: al corte y media masa
Como esas leyendas que aparecen en el inicio de los trailers y exclaman “De los mismos creadores de...” o “Y los mismos productores de...”, esta remozada pizzería de la calle Corrientes podría presentarse de una manera similar. Y es que quienes se esconden hoy detrás de ella son dos nombres gigantes, icónicos en el universo muzzarellero de Buenos Aires: Güerrín y Kentucky. Nada menos. Y La Rey, en un equilibrado balance, tiene un poco de una y un poco de otra. Con Güerrín comparte la tradición del horno a quebracho, del “salón familiar” subiendo la escalera y el tipo de público, muchos en plan previa o post-teatro. Con Kentucky, en tanto, el ambiente alegre y chillón que incluye venecitas en las paredes, carteles con tipografía retro y catarata de objetos –envases, latas y fotos– a la vista.
La historia resumida indica que, a principios de los ’50, La Rey era una pizzería con “gran éxito y afluencia de todo público, deportistas y artistas de todo índole”, regenteada por dos comerciantes españoles: Pepe Rey y Manuel Barreiro. A una época de esplendor, cuando Corrientes de verdad nunca dormía, la sucedió una de ruina, en la que la antigua pizzería se convirtió en una casa de comidas y rotisería del montón. En 2010, los descendientes de Rey y Barreiro recuperaron la propiedad y le sacaron lustre hasta convertirla en lo que es hoy. Mientras remodelaban, hallaron un tesoro: el primitivo horno de ladrillos, el mismo del que hoy cuatro maestros pizzeros sacan infatigablemente pizzas de molde para el corte y media masa para el salón.
Hoy, La Rey es parte de la legión de nuevas pizzerías que, con una estética vintage, volvió a poner de moda la pizza de parado y al paso entre los más jóvenes. Un punto determinante es el precio: por $ 21 sale un combo de dos porciones de muzzarella (absolutamente perfecta, con cientos de gramos de queso argentino desbordante, laxo y húmedo) más una bebida (gaseosa o vaso de cerveza). Y, a la manera de los típicos fast–food, por tres pesitos más suma un sundae. Por $ 23, las de muzza se convierten en dos de jamón y morrones, y por $ 24 en dos de fugazzetta. Las empanadas fritas de carne también son un éxito. Lo de “parado” admite flexibilidad: en la entrada hay dos grandes mesas de fórmica comunales donde uno también puede sentarse a degustar su pizza. En el salón, las opciones se extienden: 49 variedades, entre tradicionales, especiales y de la casa –una de las más pedidas es “La moderna”, con jamón crudo y rúcula– y postres cincuentosos como la sopa inglesa. Con una llamativa isla de dulces a un costado, que exhibe torres de alfajorcitos Jorgito blanco y otras delicias, La Rey tiene algo de artificioso y teatral en su puesta en escena, algo que gusta. Al igual que su pizza.
La Rey queda en Corrientes 965. Horarios de atención: domingos a miércoles de 12 a 1; jueves, viernes y sábados de 12 a 2. Teléfono: 4390-3858.
Combinaciones gourmet en Tribunales
Un envase chico. Para empezar, eso debe decirse sobre la segunda sucursal de The Food Factory, el exitoso restaurante sobre la calle Nicaragua, creado por el chef Tomás Kalika hace dos años. De Palermo, casi Colegiales, al Centro, zona Tribunales. De un local enorme con 168 cubiertos a uno muchísimo más chico, con apenas 42. Otra gran diferencia es que la carta nueva está pensada para “resolverle la vida” o, por lo menos, el almuerzo al oficinista-ejecutivo/a-abogado/a promedio, con poco tiempo para comer y, mucho menos, para elegir entre 500 opciones de un menú bibliorato. En The Food Factory Downtown impera lo escueto: hay tres o cuatro propuestas de tapas, dos de ensaladas, cinco principales y –el fuerte de la casa– cinco de sándwiches gourmet, que pueden acompañarse con papas rotas y ensaladas según el caso, y una bebida. Para los habitués, la sorpresa está asegurada con un plato del día (siempre a $ 45, con bebida) que alguna vez puede ser locro, otra vez puchero y otra pescado con arroz pilaf. Los que ni siquiera tienen tiempo de sentarse, disponen de una heladera cargada de ensaladas y sándwiches para llevar, así como el delivery con buenas promociones y descuentos si se pide en grupo.
Inaugurado el 25 de abril, el local guarda la misma estética nívea e impoluta de su par palermitano. El blanco es el color predominante y cubre desde mesas, sillas y paredes hasta la boina de los camareros. Tanto destello –o tal vez porque está recién estrenado– hace que los transeúntes se paren y chusmeen con la nariz contra la vidriera. Muchos terminan entrando.
“Varios de mis clientes de fin de semana en Palermo trabajan durante la semana en el microcentro, así que las propuestas se complementan, no compiten”, dice Kalika, cuyo nombre está presente hasta en la alfombra de entrada al local. Sus credenciales avalan el gesto autorreferencial: a los 17 años viajó a Israel e inició un derrotero de formación que lo llevó desde un restaurante tres estrellas Michelin (el famoso Acqua, de Jacques Divellec) hasta la línea de cruceros Princess Cruises, donde dirigió un equipo de 400 personas como sous chef ejecutivo. En 2009 regresó al país para inaugurar su marca.
Volviendo al terreno de la comida, el combo estrella es el Bacon Cheeseburger Deluxe, una hamburguesa alta y condimentada con Jack Daniel’s, salsa Worcestershire y mostaza de dijon ($ 50 con papas y bebida), aunque compite de cerca el súper sándwich de salmón y el de pollo grillado con especias cajún. Es verdad: en The Food Factory hay pocas opciones para elegir. También, muchas menos posibilidades de equivocarse.
The Food Factory Downtown queda en Talcahuano 437. Horario de atención: lunes a viernes de 8 a 18.30. Teléfono: 5272-5070.
Falafel One: fast-food árabe
Pepino, garbanzos, repollo, tomate, tahine, salsa de yogur, pimienta, sal. Todo envuelto en un pan pita casero de 30 centímetros de diámetro que se cocina en la plancha. Este es –ingredientes más, ingredientes menos– el núcleo duro del sándwich de falafel que venden en este diminuto local de comida árabe de Villa Crespo. Pero tan importante como sus componentes son las manos de quienes lo preparan. En este caso, las de Roula (o Rula, como se pronuncia). Roula es una simpática mujer que nació en la República Arabe de Siria, en Homs, una ciudad industrial a 130 kilómetros de Damasco. Mientras trabajaba como secretaria en una empresa de instrumental médico, conoció por Internet a Cesar, vecino de Villa Crespo. El romance online se materializó cuando ella se mudó a Buenos Aires hace tres años y medio, y tuvo –entre otros frutos– este emprendimiento gastronómico que llevan adelante en equipo.
¿Qué diferencia a Falafel One de otros de su especie? Además de las ganas que le pone Roula, la gran diferencia radica en la calidad y la frescura de los ingredientes, los convenientes combos y la oferta de platos que no se consiguen frecuentemente. Un ejemplo es el Shish Taouk ($ 23) con pollo, papas fritas y vegetales, o los Manakish Zaatar, una mezcla de especias orientales, cebolla y tomate sobre masa de trigo.
El local tiene apenas una barra con cuatro banquetas y nada más, así que el 95 por ciento sale por delivery (son flexibles en el radio de entrega, según el tamaño del pedido) o para llevar. De cualquier manera, conviene darse una vuelta y probar in situ. El falafel ($ 20) se frita en el momento del pedido y la ensalada tabule, con mucho pepino, es una gran opción. También hay rolls de kabab ($ 23) y shawarma ($ 23), cocinados al horno en lugar de en la clásica shawarmera. “Quería hacer algo novedoso y un poquito más gourmet”, dice Roula, en su español recién adquirido.
Si bien están teniendo inconvenientes para conseguir alguna materia prima importada, se las rebuscan para que no se note aún en la producción. Los familiares que viajan de Siria a la Argentina traen condimentos y especias en la valija.
En cuanto a los combos, hay para dos personas, para cuatro o para cinco. Por $ 59, por ejemplo, dos sándwiches, dos fatay y dos aguas. Y por $ 51, una buena picada que viene con hummus, puré de berenjena, cuatro pan pita, un manakish queso y un zaatar. “Rico, sano y abundante”, promocionan sus folletos anaranjados. Y la verdad es que, en este caso, no puede decirse que sea puro marketing.
Falafel One queda en Aráoz 587. Horario de atención:lunes a sábados de 11.30 a 15.30 y de 19.30 a 23. Domingos de 19.30 a 23. Teléfono: 4857–6484.
Fotos: Pablo Mehanna
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