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› Por virginia ostinelli
Café Proa, modernismo en La Boca
En noviembre de 2008, tras un año de intensas remodelaciones, Fundación Proa inauguró su nuevo edificio con una fachada translúcida, que permite ver su interior desde la calle. Proa cuenta con varias salas de exhibición de arte, un auditorio multimedia, una librería especializada y, en el último piso, un restaurante con terraza llamado Café Proa, que apuesta a ser mucho más que un café. De hecho, es una sala más del museo, ya que allí se exhiben varias obras de diferentes artistas contemporáneos para apreciar mientras se disfruta de una buena comida.
El chef a cargo es Lucas Angelillo, quien cuenta: “En la última muestra, Aires De Lyon, nos pusieron un elefante gigante tratando de entrar al ascensor”. El salón principal une sillas y mesas con algunos rincones más íntimos provistos de sillones y mesas bajas, todo en el mismo espacio. Muchísima luz proveniente de los inmensos ventanales que rodean el lugar y abren paso a la terraza con vista al Riachuelo. El mobiliario es, en su mayoría, de origen y de estilo italiano moderno. Y esa modernidad se contagia también en los colores claros atravesados por el tono de madera de los pisos y de la barra.
Proa se ubica, claro, en La Boca, barrio único en Buenos Aires, con sus casas bajas y coloridas que contrastan con este modernista edificio de tres pisos y decoración minimalista en sus interiores.
El público de Café Proa suele estar relacionado con el ambiente cultural. Artistas nacionales e internacionales, muchos escritores con cuadernos, notebooks y moleskines en mano, que se suman a turistas y familias, sobre todo los fines de semana. “Un día vino a la cocina el mozo para contarme que Mario Vargas Llosa estaba comiendo uno de mis platos”, confiesa Angelillo. Pero ningún café vive sólo de su estética y entorno, sino también de su propuesta gastronómica. Aquí la carta es variada, con platos simples, sin pretensiones, pero bien elaborados y con porciones generosas. De principal, por ejemplo, una ternera braseada sobre cous cous y hojas de batata ($75), o canelones de humita con coulis de tomates picantes ($60). De postre, frutos rojos patagónicos con helado blanco ($38) y mousse de chocolate con praliné ($30). Más económicas y al paso, son favoritas las muy buenas empanadas de carne cortada a cuchillo ($11). La carta contempla además a quienes quieran cuidar su figura, comunicando la cantidad de kilocalorías correspondientes a cada uno de los platos.
Un detalle: de martes a viernes cuentan con un menú de mediodía, que en lugar de ejecutivo se llama “menú del artista”, e incluye plato principal, bebida y un postre o café a $65. Para los más chicos existe el “menú pequeños artistas”, a $45, con platos nutritivos y bien pensados, más gaseosa. Mismo precio pero infinitamente superior a cualquier combo de fast food popular.
Pocos van a Fundación Proa sólo para comer; más bien van a contemplar, a aprender. Por suerte, Café Proa es una buena parada dentro de ese aprendizaje, y acompaña con la parte que le toca: lo culinario. Con mucha honra.
Café Proa queda en Av. Pedro de Mendoza 1929. Teléfono: 4104-1003. Horario de atención: martes a domingo y feriados, de 11 a 20.
Musetta Caffé, piano y galería
Con cuatro años de vida en Buenos Aires, Musetta Caffé recrea un espacio donde comer y beber son parte de una experiencia cultural más amplia. La palabra Musetta evoca a uno de los personajes principales de La Bohème, de Puccini, y da sentido a la puesta en escena de este lugar, ubicado en una vieja esquina de Palermo donde antes funcionaba un almacén. En las reformas realizadas se preservó la altura del techo y el piso en damero. Donde había muros se agregó madera; los muebles y la boiserie son actuales pero acompañan el aura antiguo del local.
Evitando el artificio, la iluminación cambia según pasa el día. Así, mañana, tarde y noche generan climas distintos. El mediodía en Musetta es cálido, el sol no sólo ilumina sino que también, en invierno, ofrece abrigo a las mesas que están junto a los ventanales. A medida que anochece, se prenden las luces ganando intimidad.
Hernán Coviello, uno de los dueños, se propuso el desafío de crear un espacio moderno pero con reminiscencias clásicas del típico café de barrio. Lo logró. El bar tiene un living donde está el piano y una biblioteca generada gracias a las donaciones del público.
La apuesta de Musetta Café, en materia artística, tiene dos vertientes principales. De un lado de la balanza, los shows de bandas en vivo; del otro, la galería, con una programación bimestral que incluye obras de los cada vez más reconocidos artistas contemporáneos del circuito under porteño.
La carta es breve y variada. Prevalece lo artesanal, basado en materias primas de buena calidad. El pan es casero, preparado todas las mañanas, llenando el aire con su aroma particular. Ideal para una salida con amigos es el “tapeo Musetta”, con distintas variedades de brusquetas (jamón crudo, salmón ahumado y berenjenas) más un antipasto italiano llamado “aceitunas alla ascolana” (aceitunas empanadas y rellenas con carne). Medio tapeo, para una persona y un poco más, sale $64. El plato clásico de Musseta son las berenjenas al parmesano ($44). De postre, no hay que dejar pasar al tiramisú, preparado con auténtico queso mascarpone ($24).
El ambiente es amable, socialmente intenso y enigmático. “Nuestro público se parece a un grupo de amigos”, dice Hernán, y agrega que lo visitan muchas personas de barrios alejados, algunas por recomendación de los clientes más fieles y otras que llegan después de haber visto la película Nocturnos de Edgardo Cozarinsky, que transcurre precisamente en Musetta Caffé, durante uno de los conciertos del cuarteto de Julio Corvillo, que piano mediante se llevan a cabo ahí todos los jueves. Otra excusa más para acercarse.
Musetta Caffé queda en Billinghurst 894. Teléfono: 4867-4037. Horario de atención: lunes, de 10 a 20; martes a viernes,de 10 al cierre; sábados, de 17 al cierre.
Victoria’s House Tea & Art, punto de reunión
Si bien Olivos no es uno de los principales focos gastronómicos del Gran Buenos Aires, sí es un barrio que alberga joyitas. Y en esa categoría entra Victoria’s House, un espacio rodeado de árboles, de casas bajas y lejos en distancia y espíritu de la ruidosa ciudad.
Victoria Lucchesi (dueña, moza, chef y sommelier de tés) se pasó casi un año buscando el lugar. Su objetivo era conseguir una casa antigua para restaurar, y así, entre idas y vueltas, dio con el lugar perfecto: una típica casa chorizo de los años ’20 en el corazón de Olivos. En todos los rincones se nota el esmero por preservar los detalles arquitectónicos originales, como aberturas, pisos de pinotea y techos con bovedilla.
“El arte y la gastronomía son amigos”, dice Victoria, e ideó un espacio donde esta amistad se percibe en cada detalle, con muebles restaurados, objetos antiguos, teteras, azucareras, vajillas y talleres artísticos.
El salón principal se armó techando una galería que da a varios livings, donde se puede almorzar en un lugar reservado y tranquilo que facilita la lectura, aprovechando la gran biblioteca a la que todos los socios pueden acceder. Otro gesto amigable: para ser socio sólo hace falta colaborar con algún libro.
En lo que era uno de los antiguos cuartos de la casona ahora funciona un almacén de regalos, donde distintos artesanos exponen y venden sus productos, incluyendo vitrofusión, tejidos y trabajos en cuero. En otro sector de la casa se dictan talleres de arte, fotografía y música, tanto para adultos como para niños. Por último está el jardín, chiquito pero imponente, con una fuente y un estanque lleno de peces de colores. Perfecto para esperar los días primaverales y degustar allí la gran variedad de tés que ofrece la carta, acompañando con alguna torta (de $24 a $29 la porción). El punto fuerte es, indiscutiblemente, el lemon curd y la torta húmeda de chocolate. Pero hay más, y muchos clientes eligen llevar su torta bajo el brazo, incluyendo best sellers como los budines y la torta de peras con almendras.
La carta fue diseñada por Juliana López May, quien le dio su impronta ya característica de comida sana y natural: variedad de sándwiches, ensaladas con ingredientes originales, pastas, menú infantil, tartas y sopas. Todos los días ofrecen un menú diferente (a $38), donde hay dos platos a elección, uno vegetariano (como lasaña de vegetales), otro con carnes (como arroz yamaní con lomo).
Con apenas tres meses de vida, Victoria’s House conquistó un considerable grupo de habitués, logrando un ambiente generoso, amistoso y cordial, pero sobre todo de barrio. Los vecinos se encuentran por casualidad en el restaurante e inesperadamente se arman mesas compartidas gigantes. “Cuando alguien nos visita, vuelve. Y vuelve, y vuelve”, agrega Victoria.
Victoria’s House Tea & Art queda en Rioja 3053. Teléfono: 4794-4133. Horarios de atención: lunes a viernes, de 8 a 20; sábados, de 9 a 19.
Fotos: Pablo Mehanna
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