Dom 28.04.2013
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SALí

A comer platos orientales y nikkei

› Por Cecilia Boullosa

Tailandés y al paso

Green Curry, para empezar

Anthony Bourdain no se cansa de decir que la cocina del sudeste asiático es una de las más variadas y emocionantes del planeta. Y que en casi cualquier chiringuito callejero de Hanoi, Bangkok o Singapur se pueden probar, por unos pocos dólares, inolvidables pad thai, espesas y especiadas sopas o curries de todos los colores y picores. Afortunadamente es una cocina que se ha expandido a las capitales gastronómicas del mundo y que en Buenos Aires tiene un abanico de oferta cada vez más amplio. En este abanico, Green Curry destaca por ser una propuesta de batalla, económica y rápida para almuerzos en el microcentro.

El lugar abrió sus puertas en octubre de 2012 y unos meses después sumó un espacio en el primer piso al salón original. Ubicado sobre una calle en bajada, está decorado de una manera urbana y alegre: tablones y banquetas de madera clara, pisos y paredes grises, algunas plantas sin maceta por aquí y allá, imágenes de viajes, no mucho más.

Al frente del emprendimiento se encuentran dos amigos que se formaron en bares y restaurantes de Europa y del sur de la Argentina. Cuando un familiar volvió de Tailandia fascinado por la comida, comenzaron a interesarse y a explorar esta cocina. “Queríamos ofrecer algo totalmente diferente del resto de los lugares de la zona, pero al mismo precio”, dice Nicolás.

Un acierto: las porciones siempre salen igual, en tamaño y en sabor. La pasta de curry es casera y el arroz blanco que acompaña los platos (no es basmati ni jazmín, ya que elevaría el precio) está muy bien preparado. Siempre hay un curry del día, con picante a gusto. De la carta permanente sobresalen el Red Curry ($ 37), a base de cerdo con leche de coco, zanahorias, maní y berenjenas, y el Green, con pollo. También está el bienquerido pad thai (entre $ 34 y $ 38) y el pollo salteado con castañas de cajú ($ 35). Ningún plato tarda más de ocho minutos en llegar a la mesa. De postre, arroz con leche a la lima o flan de coco. Y, para beber, rica limonada con menta y jengibre o agua de tamarindo.

No será una uno de esos chiringuitos deslumbrantes de Hanoi, pero de una manera muy honesta y sin pretensiones, Green Curry funciona muy bien para empezar a conocer la cocina del sudeste asiático. Buen precio, buenos ingredientes y un servicio rápido. ¿Qué más pedir para un almuerzo cotidiano en el Centro?

Green Curry queda en Tucumán 271. Teléfono: 4312-8337. Horario de atención: lunes a viernes de 11.30 a 17.


La ruta de las especias

Azema, bistró exótico

Lo difícil no es llegar, lo complicado es mantenerse. Un axioma general que se torna aún más válido en el caso específico de los restaurantes, y también de los chefs. Muchas veces ocurre que un lugar arranca bien calificado en los tres ítem más medidos –ambiente, cocina y servicio–, pero enseguida comienza a desinflarse y a perder el aire envalentonado de los comienzos. Por eso, que Azema Exotic Bistró continúe digno y de pie, dando pelea, a casi ocho años de su inauguración, y además en una zona de Palermo muy competitiva, es todo un mérito. Lo hace además apuntando a un tipo de cocina que no es la más habitual para el paladar porteño: una combinación de platos créoles, del sudeste asiático y franceses más tradicionales.

Esta vigencia tiene mucho que ver con Paul Azema, chef, anfitrión y divertido interlocutor, que tiene una ligazón sentimental con lo créole, ya que su padre fue diplomático en la isla Reunión, departamento de ultramar de Francia, en el océano Indico. Allí fue donde entró en contacto con las especias, los ingredientes y sabores a los que hoy rinde culto en su restaurante. Este tiempo pasado al otro lado del mundo se refleja asimismo desde lo estético, con fotos y recuerdos familiares que habitan el salón, y con el orientalismo como hilo conductor en lo decorativo, aunque intercalado con algunos detalles pop.

Azema es un buen lugar para ir en busca de sabores intensos. Los grados posibles de picante son varios. Al casi muy picante, lo siguen el “estúpidamente picante” y “mortalmente picante”, como los llama informalmente Paul. Un plato para comprobarlo: el recomendable abadejo en curry amarillo Mekong River ($80). También del sudeste asiático se destacan, entre las entradas, los Nem crudos ($ 34) –arrollados de vegetales en papel de arroz– y los vietnamitas Nem Ram ($ 32). Además, hay red curry de pollo y silla de cordero con menta, cilantro y chili. Si uno es principiante en esta clase de gastronomía, Azema sabrá orientarlo para no fallar en la elección. Y, para los que prefieren no innovar demasiado, aunque sí comer rico, ceviche de corvina ($ 52), ensalada marroquí ($ 45) o bien un conejo al estilo de Les Halles de París ($ 80).

Si hay espacio para el dulce, imposible pasar por alto el refrescante helado de miel y yogurt al cardamomo verde. Un buen final y, tal vez, un indicio más de por qué Azema, además de llegar, supo mantenerse.

Azema queda en Carranza 1875. Teléfono: 4774-4191. Horario de atención: lunes a sábados, de 20.30 al cierre.


Lo mejor de dos mundos

Dos Mares, rolls diferentes

Ubicado en un típico chalet suburbano, con porche al frente y un lindo jardín al fondo, Dos Mares es el nuevo emprendimiento de los mismos dueños de Sushi Club, conocida cadena que ya cuenta con 25 locales, entre franquiciados y propios, y que también dio sus primeros pasos en la Zona Norte hace ya once años. Por ahora, Dos Mares es mucho más modesto: abrió a principios de 2013, con las cocinas nikkei y criolla peruana como estandartes, y una carta que recorre la costa y la sierra de ese país a través de una reinterpretación muy bien ejecutada de tiraditos de pescados, anticuchos, causas rellenas, temakis de ceviches y fettucines a la huancaína, entre otras especialidades.

En cuanto al ambiente, todos los detalles parecen declarar “éste es un lugar para parejas”. Luz menguante (por fortuna ofrecen minilinternas para poder leer la carta), mesas resguardadas, un servicio bastante formal. Si la temperatura lo permite, la parte exterior –de estética más “playera”– iluminada con unos faroles de luces de colores y decorada con cañas, es una excelente opción. También tienen un espacio sobre un deck que da a la Avenida del Libertador.

La carta es variada y casi toda interesante. Un plato que escala alto, desde lo visual y desde su textura, son los mariscos al fuego, que se terminan de cocinar en la mesa. Entrando al terreno del sushi, hay un reemplazo de las piezas tradicionales por combinaciones juguetonas con plátanos o lomo grillado; los acevichados roll o los Dos Mares roll grill son ambas buenas opciones. Idem los temakis de ceviche tropical.

Los postres, si bien no son el fuerte de esta clase de gastronomía, aquí acompañan bien, con versiones golosas y trabajadas al gusto local. En particular, los típicos limeños ($ 37), una degustación de dos Suspiros –uno con merengue italiano y canela, otro de chocolate aromatizado con oporto– y un arroz zambito con miel de chancaca. El cubierto se ubica alrededor de los $ 170/200 por persona, aunque suelen trabajar con descuentos.

Tanto la cocina peruana como la nikkei (fusión peruana-japonesa) han tenido en la última década un despliegue importantísimo en Buenos Aires. Dos Mares suma una ficha más en este rompecabezas culinario que no da signos de agotamiento, sino que demuestra estar aún lejos de completarse.

Dos Mares está en Avenida del Libertador 15.731, Acassuso. Teléfono: 4742-5520. Horario de atención: todos los días, de 20 al cierre.

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