”Declaro esta torre mi símbolo; declaro la escalera de caracol —con sus vueltas y su rueda de noria— mi escalera ancestral”, enunciaba el magno poeta W. B. Yeats en clave poético/espiralada. Y a pesar de la distancia (décadas y décadas), la sentencia hoy le cabe a un ignoto, posible heredero de la inspiración escalonada. Michael Koller es el nombre del joven fotógrafo e instagrammer alemán que, hechizado por la yuxtaposición de belleza arquitectónica y sensación de peligro, decidió retratar el dramatismo del mentado objeto. Objeto que, aunque común, preserva su calidad portentosa y, por qué no, desconcertante. “En ocasiones, hay que echar un vistazo desde arriba para revelar el mejor punto de vista”, argumenta Koller, y agrega que “cuando las cosas se ven a diario se vuelven ordinarias, a menos que se modifique la perspectiva”. ¿Su clave? La captura por lo alto, amén de atrapar “las diferentes formas y la profundidad hipnótica” que vuelven inquietantes las escaleras de caracol. Y que, más allá de interpretaciones freudianas, han llamado la atención de muchos, volviendo viral una serie sin principio ni fin. Al menos, en apariencia.