VALE DECIR
La
guerra de las bellezas naturales
Llegan las vacaciones y la revista Viva de Clarín acaba de publicar un
libro “con todo lo que hay que saber” para veranear en el país.
Según pudo verse en los avisos, la tapa del libro lucirá la foto
de una chica saliendo feliz del mar mientras las olas argentinas rompen contra
su cadera y la espuma baila a su alrededor. Lo que se dice –o lo que intenta
ser– una recompensa visual para quienes elijan veranear en el país.
Pero puede que no. Porque hete aquí que hace dos domingos el mismo diario
ofreció en su suplemento de Viajes una guía práctica “con
todo lo que hay que saber” para veranear... en Uruguay. ¿Y quién
aparecía ahí, saliendo del mar de lo más alegre, bailando
con las olitas y volteando olas a caderazos? Síp: la misma rubia de bikini
fucsia, en la misma pose y... en la misma foto. Más vale que el gran
diario argentino aclare la situación, no vaya a ser que la chica resulte
estar en Uruguay y Batlle vuelva a la carga con que nos afanamos hasta la arena.
Perro-salchicha
Es la noticia de la semana –al menos en el rubro Primicias Intrascendentes–,
y dice más o menos esto: “El guionista Michael Kerner ha decidido
demandar al actor (sic) Vin Diesel debido a que el perro de éste lo mordió
en el pene”. La cifra exigida: 5 millones de dólares. Entre los
daños sufridos por Kerner figuran “laceraciones profundas”,
“perjuicio nervioso” y “pérdida de sensibilidad”.
La salvaje mascota atacó al guionista cuando estaba de visita en lo de
la estrella de XXX con el propósito de discutir los pormenores de un
guión que Diesel debía protagonizar. (Después se supo extraoficialmente
que el libreto de marras era el primero en años de carrera de Diesel
que incluía algo parecido a un pormenor.) Al parecer, la indemnización
reclamada tendría el noble destino de aliviar tanto el sufrimiento físico
del autor –pagando las cuentas médicas correspondientes–
como el espiritual –liberándolo de la obligación de escribir
guiones para la nueva masa de anabólicos sin cerebro de Hollywood.
Carta
para Papá Noel
Alguien tenía que tomar la iniciativa, y por fin ocurrió: los
trabajadores de un shopping center austríaco acaban de exigir a sus empleadores
algún tipo de compensación por el “terror psicológico”
al que se exponen por escuchar durante toda la jornada laboral la musiquita
navideña con que los locales adormecen los sentidos de los clientes en
esta época del año. Un estudio encargado por los gremios de comercio
locales concluyó que la escucha prolongada de Noche de paz y Jingle Bells
vuelve al personal “agresivo y beligerante” (????). Gottfried Rieser,
vocero de uno de los sindicatos, dijo que “para la temporada navideña,
los abusados trabajadores del comercio se saturan ante la imposibilidad de soportar
villancicos y canciones por el estilo, y algunos llegan incluso a perder por
completo la compostura a la menor mención de cualquier cosa que tenga
que ver con el espíritu de las fiestas”. En razón de los
obstáculos legales para presentar demandas formales al respecto, algunos
empleados comenzaron a introducir voluntariamente un código de acción
común que reduciría la difusión de la música navideña
a unas pocas horas de mayor circulación de la clientela. “He conocido
personalmente los casos de alguna gente que ha sufrido serios problemas psicológicos
durante las vísperas de la Navidad”, dice Rieser. “Esta música
sólo debería pasarse entre las 3 y las 4 de la tarde, y sólo
en ciertas secciones de las tiendas: no tiene mucho sentido pasar villancicos
en el puesto de venta de salchichas. Debería usarse allí donde
se venden regalos navideños.” La propuesta fue reprobada por un
tal Franz Penz, de la Cámara Austríaca de Comercio, que alegó
que “la idea de dividir la música según los distintos departamentos
de los shoppings es impracticable”. Y JO, JO, JO para todos.
¡Ésa
es nuestra polla!
“Es sexy. Y tiene un cuerpazo. Y besó a Madonna. ¿Qué
importa si tiene talento?” Con estas frases tan consideradas promocionó
Sony Entertainment Television por estos días la emisión de In
the Zone dedicada a Britney Spears, cuyo último disco se llama, sugestivamente,
Me Against the Music (Yo contra la música). Teniendo en cuenta las definiciones
que el canal y el sello discográfico le dedicaron a la chica, daba lo
mismo si preguntaban: ¿qué importa si NO tiene talento?
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