El británico Ross McGinnes es padre, periodista, manager de contenido digital, fotógrafo. Empero, por encima de todo, es el hombre que –desde hace un año y medio– lidera la gran cruzada gran contra cierta moda hipster: “que la comida se sirva sobre trozos de madera y tejas; las bebidas en frascos de mermelada; las papas en tazas”. Claro que no son estos los ejemplos más radicales de ridículas presentaciones gourmet que el muchacho ha reunido (y combatido). Nada de eso. En su web y a través de redes sociales, el brit expone casos irrisorios, que lo sacan de sus tradicionales cabales: desde bifes emplatados sobre tablas de skate, galletas incrustadas en piedras, trozos de pan en chancletas (¡o gorros!), hasta salsas en jeringas, tapas sobre autitos o tempura de vegetales en zapatos de taco, pueden verse gracias al empeño (o sufrimiento) del mentado varón. Y porque las posibilidades son –evidentemente– infinitas, la lista continúa, incluyendo esculturas de caballos, palas de basura, orinales, paraguas, raquetas de tenis, calaveras de animales, fundas de espada o matrículas de auto para servir a desconcertados comensales tal o cual alimento.

Extenuado, pues, de que los cocineros estén “más preocupados porque seis patatas se mantengan equilibradas sobre una carretilla” que por la calidad de la comida, Ross bautizó a su sitio We Want Plates; un título que resume su cruzada: “Queremos platos”. Propuesta (viralizada, con decenas de miles de seguidores de todas las coordenadas) que muestra lo absurdo de la extendida moda, y que aboga por el regreso de la opción genuinamente viable. Que, en otras palabras, sería: la vuelta de los prácticos, sencillos, útiles ¡platos! al momento servir la pitanza. Utensilios domésticos creados precisamente para tal fin, aunque en el afán de complejizarlo todo, muchos chefs los hayan enviado al retiro involuntario.