Dom 14.03.2004
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VALE DECIR

Vale decir

Trompetín, el robot con sentimientos
La Toyota no pierde el tiempo. Tal vez aburridos de diseñar y fabricar, la empresa nipona acaba de darse un gusto, dando a luz, por fin, a una maquinola sensible, un Glenn Miller cibernético, un R2D2, un tuerquita que sabe cómo hacer más amena una velada cualquiera. Se trata de un autómata trompetista y acaba de hacer su debut en los vientos en el país del Sol Naciente. El lavarropas con patas, que aún no tiene nombre, sopló su instrumento al ritmo de When you Wish Upon a Star. ¿Que cómo lo hizo? Tiene algo que se parece a unos pulmones mecánicos y algo que se parece a unos labios mecánicos, además de unos dedos muy hábiles. Mide 1,20 y -todavía no está comprobado, pero suena bastante probable– tiene una vida útil menor que la de una compactera. No servirá de nada, pero es indudable que el futuro ya está aquí.

Hechos de goma
El escándalo ya se habrá disipado, pero las ganas de rascarle un puñado de dólares más al asunto siguen encendidas. Una artista canadiense de 24 años de edad llamada Siobhan Sawatsky acaba de crear los muñecos plásticos de Janet Jackson y Justin Timberlake. Y no se trata simplemente de ítem para coleccionistas fanáticos sino un chiche que recrea, a escala, uno de esos momentos que recorrieron el mundo en lo que va del año: el instante justo en que la hermana de Michael “Peter Pan” Jackson y el ex de Britney comenzaron a cavar sus tumbas en una parcela de la industria discográfica; esa desgraciada polaroid suspendida en el tiempo y conocida mediáticamente como Nipplegate (que vendría a ser algo así como el Pezón-Gate). Sawatsky asegura haber sido muy meticulosa a la hora de darles forma a sus modelos, cuidando varios detalles, tales como la “redondez del pezón de Janet y la barbilla de Timberlake”. “En realidad sólo me llevó un par de noches hacerlos”, confesó Sawatsky. “Sin embargo, si hubiera sabido que se iban a hacer tan famosos, les hubiera dedicado algo más de tiempo y atención.” El incidente, que tuvo lugar en ese evento concurridísimo y de multimillonaria televisación que es el Super Bowl (Homero Simpson le dice, en castellano deforme, “El Super Tazón”), le resulta divertido, dice la veinteañera. “Es sorprendente cómo algo tan menor puede ser llevado hasta dimensiones desproporcionadas y convertirse en un evento nacional”, se apuró a decir la chica, no fuera cosa que, ahora que los eventos en vivo ya no lo son tanto, alguien decidiera censurar sus opiniones políticas sobre dos modelos plásticos seguidos por millones de personas.

Fumárselo todo
Ganó la versión austríaca de ¿Quién quiere ser millonario?, el reality show que todavía no ha llegado a los países pobres, y ya fue arrestado bajo el cargo de habérselo gastado todo en una granja de cannabis. El tipo, habitante de la parte baja de Austria, estaba desempleado. Lo que ganó lo iba a salvar de por vida: unos 150 mil dólares en mayo del año pasado. Pero, se informa un tanto prejuiciosamente, “en lugar de tomarse sus vacaciones soñadas o comprarse una casa propia”, el sujeto, de unos 29 años de edad, decidió volcarse a la producción masiva de hierbas. Se sabe que su novia lo acompañaba en la empresa. La policía lo atrapó justo cuando estaba haciendo un delivery en el domicilio de un cliente. Ya había ganado unos 100 mil dólares y el negocio realmente prometía.

Míster Jones
Tom Jones tiene un hijo. El famoso minero galés que tantos corazones de fanáticas ha destrozado (y que compite cabeza a cabeza con Sandro en cantidad de bombachas recibidas en el escenario) tiene descendencia y esto no es bueno para los negocios. Es que Mark, el joven Jones, le da órdenesa su padre que atentan contra la continuidad de una imagen cuidadosamente construida a lo largo de décadas de sudor melódico. Tom tiene 63 años y le han prohibido seguir apareciendo en pantalones de cuero y con la camisa abierta: “Me lo dijo Mark –aseguró el cantante de It’s not Unusual–. La gente ya no te toma en serio. Te estás convirtiendo en una caricatura de vos mismo”. Más que atento al consejo de las nuevas generaciones, Jones diseñó un nuevo look para sus apariciones públicas, con el cual debutó recientemente en la TV norteamericana. “La música cambia y yo cambio con ella –dijo, casi a modo de excusa–. No sabía que todavía iba a estar vivo para el 2004. Uno no piensa en las cosas en esos términos. Y no quería parecer perdido en los sesenta. Quiero trabajar con productores jóvenes. Algunos de ellos podrían ser mis nietos. El tiempo es mi enemigo.”

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