VALE DECIR
Trompetín,
el robot con sentimientos
La Toyota no pierde el tiempo. Tal vez aburridos de diseñar y fabricar,
la empresa nipona acaba de darse un gusto, dando a luz, por fin, a una maquinola
sensible, un Glenn Miller cibernético, un R2D2, un tuerquita que sabe
cómo hacer más amena una velada cualquiera. Se trata de un autómata
trompetista y acaba de hacer su debut en los vientos en el país del Sol
Naciente. El lavarropas con patas, que aún no tiene nombre, sopló
su instrumento al ritmo de When you Wish Upon a Star. ¿Que cómo
lo hizo? Tiene algo que se parece a unos pulmones mecánicos y algo que
se parece a unos labios mecánicos, además de unos dedos muy hábiles.
Mide 1,20 y -todavía no está comprobado, pero suena bastante probable–
tiene una vida útil menor que la de una compactera. No servirá
de nada, pero es indudable que el futuro ya está aquí.
Hechos
de goma
El escándalo ya se habrá disipado, pero las ganas de rascarle
un puñado de dólares más al asunto siguen encendidas. Una
artista canadiense de 24 años de edad llamada Siobhan Sawatsky acaba
de crear los muñecos plásticos de Janet Jackson y Justin Timberlake.
Y no se trata simplemente de ítem para coleccionistas fanáticos
sino un chiche que recrea, a escala, uno de esos momentos que recorrieron el
mundo en lo que va del año: el instante justo en que la hermana de Michael
“Peter Pan” Jackson y el ex de Britney comenzaron a cavar sus tumbas
en una parcela de la industria discográfica; esa desgraciada polaroid
suspendida en el tiempo y conocida mediáticamente como Nipplegate (que
vendría a ser algo así como el Pezón-Gate). Sawatsky asegura
haber sido muy meticulosa a la hora de darles forma a sus modelos, cuidando
varios detalles, tales como la “redondez del pezón de Janet y la
barbilla de Timberlake”. “En realidad sólo me llevó
un par de noches hacerlos”, confesó Sawatsky. “Sin embargo,
si hubiera sabido que se iban a hacer tan famosos, les hubiera dedicado algo
más de tiempo y atención.” El incidente, que tuvo lugar
en ese evento concurridísimo y de multimillonaria televisación
que es el Super Bowl (Homero Simpson le dice, en castellano deforme, “El
Super Tazón”), le resulta divertido, dice la veinteañera.
“Es sorprendente cómo algo tan menor puede ser llevado hasta dimensiones
desproporcionadas y convertirse en un evento nacional”, se apuró
a decir la chica, no fuera cosa que, ahora que los eventos en vivo ya no lo
son tanto, alguien decidiera censurar sus opiniones políticas sobre dos
modelos plásticos seguidos por millones de personas.
Fumárselo
todo
Ganó la versión austríaca de ¿Quién quiere
ser millonario?, el reality show que todavía no ha llegado a los países
pobres, y ya fue arrestado bajo el cargo de habérselo gastado todo en
una granja de cannabis. El tipo, habitante de la parte baja de Austria, estaba
desempleado. Lo que ganó lo iba a salvar de por vida: unos 150 mil dólares
en mayo del año pasado. Pero, se informa un tanto prejuiciosamente, “en
lugar de tomarse sus vacaciones soñadas o comprarse una casa propia”,
el sujeto, de unos 29 años de edad, decidió volcarse a la producción
masiva de hierbas. Se sabe que su novia lo acompañaba en la empresa.
La policía lo atrapó justo cuando estaba haciendo un delivery
en el domicilio de un cliente. Ya había ganado unos 100 mil dólares
y el negocio realmente prometía.
Míster
Jones
Tom Jones tiene un hijo. El famoso minero galés que tantos corazones
de fanáticas ha destrozado (y que compite cabeza a cabeza con Sandro
en cantidad de bombachas recibidas en el escenario) tiene descendencia y esto
no es bueno para los negocios. Es que Mark, el joven Jones, le da órdenesa
su padre que atentan contra la continuidad de una imagen cuidadosamente construida
a lo largo de décadas de sudor melódico. Tom tiene 63 años
y le han prohibido seguir apareciendo en pantalones de cuero y con la camisa
abierta: “Me lo dijo Mark –aseguró el cantante de It’s
not Unusual–. La gente ya no te toma en serio. Te estás convirtiendo
en una caricatura de vos mismo”. Más que atento al consejo de las
nuevas generaciones, Jones diseñó un nuevo look para sus apariciones
públicas, con el cual debutó recientemente en la TV norteamericana.
“La música cambia y yo cambio con ella –dijo, casi a modo
de excusa–. No sabía que todavía iba a estar vivo para el
2004. Uno no piensa en las cosas en esos términos. Y no quería
parecer perdido en los sesenta. Quiero trabajar con productores jóvenes.
Algunos de ellos podrían ser mis nietos. El tiempo es mi enemigo.”
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