Domingo, 5 de mayo de 2002 | Hoy
VALE DECIR
La llamada fatal
La monstruosa y prolongada crisis argentina
que ha obligado a muchas empresas a recortar esos enormes gastos fijos que son
las cuentas telefónicas ha tenido sus frutos también en ciertos
sectores comerciales, tal y como lo demuestra la proliferación de cartuchos
de impresoras recargables, las resmas de papel nacional y las tarjetas para
hablar a celulares o hacer llamadas de larga distancia por costos supuestamente
menores. En este último rubro, una de las tarjetas que más se
ha esmerado por darse a conocer es Bla!, que con su servicio de 0-800 se promociona
como una de las formas más económicas y seguras de comunicación
telefónica. Pero una atenta mirada al cartón en el que viene cada
plástico revela el verdadero y oculto mecanismo al que debe atribuirse
la repercusión de este producto: justo debajo del nombre de la tarjeta,
pero en una letra varios cuerpos más pequeña, se lee Nos
pagues de más por tus llamadas (sic). ¿Un sugestivo error
de tipeo u otro perturbador caso de diabólica publicidad subliminal?
Lo único que falta es que en la próxima tirada la tarjeta se sincere
y el dibujito de la mano en el cartón, en lugar de estar agarrando un
tubo de teléfono, nos esté haciendo Fuck You.
La Fuerza es mía,
mía, mía
George Lucas, autoproclamado realizador independiente desde que bancara por
sus propios medios (que no son pocos) la producción de Episodio I y del
inminente Episodio II de La Guerra de las Galaxias, ha decidido abrirse un poco
a sus fans auspiciando, a través de su compañía LucasFilms,
un concurso de películas-homenajes realizadas por los seguidores de su
saga galáctica. Pero tanto espíritu aperturista olía a
Yoda encerrado, y con razón: todo el asunto habría comenzado con
una especie de corte del espectador de Episodio I: La amenaza fantasma,
que fue puesto en circulación en Internet con mucho éxito. Este
montaje (retitulado Star Wars 1.1: La edición fantasma) consistía
en la misma película que vio todo el mundo, pero sin las escenas en las
que aparecía esa suerte de involuntario comediante digital que resultó
ser Jar Jar Binks. En su momento, Lucas-Films intentó detener la distribución
de esta versión y aseguró que su director no se dignaría
a verla. Pero luego, cuando se dio a conocer la letra chica del concurso, quienes
creyeron que la poderosa productora de Lucas había tenido un verdadero
cambio de actitud se encontraron con que lo que Lucas-Films había tendido
era, en realidad, un enorme y eficaz cazabobos: en virtud de una serie de restricciones
que atienden a cuestiones de copyright, muchas de las películas presentadas
por los fanáticos han quedado afuera. De esta manera, fueron seleccionados
cortos como Star Wars Gangsta Rap (que narra la trilogía en versos rimados),
mientras se le bajaba el pulgar a, por ejemplo, Dark Redemption, una historia
ambientada dos días antes de la primera Star Wars y protagonizada por
una jedi mujer. Pero la incorporación más emblemática de
la fuerza que comanda esta competencia es sin dudas la de Darth Vader: the Rudy
Pirany Story, la cual fue aceptada a condición de que su autor, un tal
Victor Martin, cortara unas escenas en las que el protagonista (un actor que
lleva puesta una máscara de Darth Vader todo el tiempo) le compra cocaína
a Yoda y acepta un papel en una película porno. Y de ahí el nombre
del célebre robot Ardurito...
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