Dom 13.12.2009
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VALE DECIR

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Azul, de casualidad

Algunos descubrimientos se hacen por casualidad. Se rompe algo, un experimento sale mal, y la mirada de un Newton o un Fleming alcanza para hacer avanzar a la ciencia. O a la pintura.

En la Universidad de Oregon, algo así sucedió mientras el equipo de química liderado por el profesor Mas Subramanian estaba explorando las propiedades de los óxidos de manganeso.

“Un día, un estudiante de posgrado estaba sacando muestras de un horno muy caliente justo cuando yo pasaba por ahí, y me di cuenta de que eran de color azul, un azul maravilloso”, relató Subramanian a la agencia de noticias UPI.

Según The New York Times, los pigmentos de color azul siempre han sido problemáticos. El azul ultramarino es caro, porque se hace machacando la piedra preciosa lapislázuli. El azul de cobalto es carcinogénico, el azul de Prusia exuda cianuro. Ni hablar de los pigmentos azules orgánicos, que se desvanecen cuando se los expone al ácido o al calor.

Este nuevo pigmento azul, compuesto por óxidos de manganeso, itrio e indio, resulta ser seguro y duradero, según el profesor Subramanian. Sale un poco caro debido al costo del elemento indio, así que tratarán de reemplazarlo con aluminio.

El profesor también cuenta que la búsqueda de un pigmento azul fue un problema que no pudieron resolver egipcios, mayas ni chinos. Quizás ése era el sentido de la humanidad: encontrar un color azul decente. Ahora sí que se puede acabar el mundo en el 2012.


¿Qué culpa tiene el tomate?

Mohamed Jalloh estaba preso por traficar drogas clase A. En el Reino Unido esto significa sustancias como éxtasis, LSD, heroína. Le cayeron encima ocho años y de alguna forma había que pasar el rato.

Con el permiso de los guardias de la prisión de Portland, en Dorset, el condenado se dedicó entonces a la jardinería. Sus plantas de tomate crecieron y crecieron, tanto que el personal de la prisión llegó a admirar el talento de Mohammed. Y como una de las plantitas alcanzó el metro treinta, a esa le tocaron las decoraciones navideñas.

Los demás prisioneros también podían disfrutar la vista del jardín ya que la celda de Mohammed daba al departamento de educación y a un patio común.

Sin embargo, según el diario británico The Sun, otro prisionero les fue con el cuento a las autoridades. Entonces los guardias, asesorándose con la búsqueda de imágenes de Google, comprobaron que no eran plantas de tomate lo que había en la celda de Mohammed, sino de marihuana: la mejor forma de que esos ocho años se pasaran volando.

Lástima que lo denunciaron. ¿Será que el jardinero preso no convidaba?


Viene con un cascote de regalo

Para conmemorar los cuarenta años de la llegada del hombre a la Luna, la editorial Taschen reedita MoonFire, el libro de Norman Mailer acerca del magno evento. Hay sólo 1969 copias, numeradas por supuesto, en dos tipos de ediciones.

Los ejemplares del 1 al 1957 vienen en una caja de resina blanca, con una ventanita de Plexiglás. Los restantes doce ejemplares son la edición “Piedra Lunar” y vienen en una caja de aluminio, diseñada por Marc Newson, cuyas patas son una réplica de las del Apolo 11, y su superficie una reproducción de una parte de la Luna.

La edición común sale mil quinientos dólares. La otra, la “Piedra Lunar”, debe salir bastante más, porque además de la fastuosa caja viene con un fragmento de piedra lunar. Curiosamente el fragmento no viajó de vuelta en ninguna de las expediciones Apolo, sino que proviene de uno de los más grandes meteoritos lunares hallados en la Tierra.

¿Lo próximo será una edición conmemorativa de Lo que hay que tener, de Tom Wolfe? Vendría, justamente, con una pequeña muestra de lo que hay que tener.


El hámster se baja en la próxima

Victoria Belanger trabaja como fotógrafa para la oficina del fiscal de distrito de Nueva York. Cuenta que hay una mujer allí que se dedica a hacer maquetas de trenes, departamentos, edificios; esas maquetas se utilizan luego en la corte. Según contó al sitio newyorkshitty.com, Victoria no pudo evitar la tentación y llevó su hámster al trabajo. Las maquetas del subte eran del tamaño perfecto para Edie, que colaboró, como siempre se prestan los animalitos, para una sesión de fotos de lo más “underground”.

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