VALE DECIR
En Arabia Saudita, donde tienen cajeros automáticos que escupen monedas de oro puro, existe la policía religiosa. Están a la orden del rey Abdullah y su tarea es vigilar que se cumpla la sharia, la ley religiosa del Islam. Pueden arrestar a homosexuales, prostitutas, fornicadores; es decir, a todo el mundo.
Hubo un incendio en un colegio de chicas en el 2002. El edificio se hallaba cerrado con llave, una práctica común para mantener a las chicas separadas de los chicos. La policía religiosa se agarró a golpes con los bomberos, ya que aquéllos no querían permitir que las chicas salieran a la calle: no estaban cubiertas con la ropa que manda la ley. Los mutaween de la policía religiosa tomaron la decisión: muertas antes que herejes, y así fue que quince chicas murieron en el fuego.
Hace unas semanas, según la agencia de noticias The Media Line, un mutaween estaba de patrulla en la ciudad de Al-Mubarraz, en un parque de atracciones. Como la sharia dicta que está prohibido que hombres y mujeres socialicen si no están casados, el policía detuvo a una pareja joven porque estaban caminando juntos. Les pidió que confirmaran sus identidades y la relación que los unía.
La agencia de noticias no sabe explicar por qué el muchacho se desmayó ahí mismo. Lo que sucedió a continuación no tiene precedentes: la mujer se agarró a golpes con el policía, con tal furia que lo dejó lleno de moretones y lo mandó al hospital.
“Es genial que las mujeres se resistan”, declaró Wajiha al-Huwaidar, una activista por los derechos de la mujer. “La gente está cansada de la policía religiosa y ahora ellos tienen que pagar el precio por la humillación a la que nos sometieron durante años y años. Esto es sólo el principio y habrá más resistencia”.
Ni los mutaween ni la policía común hicieron declaraciones sobre el incidente y los nombres de los involucrados se mantienen en secreto, pero la noticia estuvo en boca de todos los medios de comunicación del país. La mujer podría ser castigada con ir a prisión y además latigazos, todo por golpear a un representante del gobierno.
Las cosas ya no son como antes en Arabia Saudita: el rey Abdullah abrió una universidad mixta, se saca fotografías con mujeres y quiere que puedan trabajar en la corte. Pero el verdadero cambio nunca viene de la mano de los hombres; vendrá de las mujeres y, si es necesario, a golpes.
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