VALE DECIR
Los grandes felinos –tigres, jaguares, guepardos– viven escondidos. El gato doméstico se pasea por entre sus humanos con total desvergüenza; sus primos salvajes, con la astucia del predador, prefieren aguardar en algún escondite.
Cuando a estos animales les toca vivir en cautiverio, los cuidadores tienen que emplear su astucia para mantenerlos entretenidos y ocupados. Una de las estrategias es rociar perfume sobre rocas y árboles: esto apela a la natural curiosidad de los felinos, los hace salir de su guarida, y de paso el público los puede ver un rato.
Cuenta un reciente artículo en The Wall Street Journal que Pat Thomas, curador general del zoológico del Bronx, en Nueva York, decidió abordar el tema de los perfumes con un enfoque científico: trabajó con dos guepardos –también conocidos como chitas– y con veinticuatro fragancias diferentes, para registrar en cuánto tiempo descubrían el olor y por cuánto rato los mantenía entretenidos.
El producto ganador resultó ser Obsession for Men, de Calvin Klein: los guepardos se encapricharon durante más de diez minutos, incluso más tiempo del que les toma disfrutar una comida.
Este hallazgo pudo aprovecharse años más tarde en Guatemala. Allí trabaja Roan Balas McNab, tratando de contabilizar la población local de jaguares. El problema es que no son fáciles de avistar: durante 14 años de trabajo, McNab dice que sólo pudo ver uno.
La fragancia de Calvin Klein lo cambió todo. Al rociarlo cerca de sus cámaras automáticas –que sacan una foto cuando hay un animal cerca–, los investigadores no sólo pudieron empezar a contar los jaguares sino que también pudieron observar sus rituales de apareamiento.
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