Cuando la gente detiene su trajín en la playa y cuando todos empiezan a mirar en la misma dirección, es para ver cómo entran en actividad los guardavidas. Todo gracias a alguien que se deja llevar por el entusiasmo del mar y rápidamente se convierte en un juguete de Neptuno, zarandeado por las olas, incapaz de volver a casa.

El espectáculo suele terminar —en sus instancias más felices— con el aplauso de la multitud, mientras el que vuelve de una posible muerte se pregunta si sobrevivir ha valido la vergüenza.

La próxima vez que alguien viva esta escena, mejor que se agarre al recuerdo con el mismo afán que al flotador salvavidas; el futuro lo cambia todo y los guardavidas no volverán a ser los mismos desde este verano en Malibú, California. Zuma Beach, una de las playas más peligrosas, será la primera en recibir a Emily, la guardavidas robot.

El nombre se lo debe simplemente a un acrónimo de su nombre completo y al ingenio de la gente de marketing. Se trata de un flotador que tiene un motor muy parecido al que usan las motos de agua y es capaz de alcanzar una velocidad de 45 kilómetros por hora.

Según la web de popsci.com, la versión de este año funciona por control remoto, operada por los guardavidas humanos que se quedarán seguros en tierra. Para 2011 estará lista la próxima versión que se dedicará a patrullar sin asistencia humana. Mediante el uso de sonar, Emily podrá detectar los movimientos típicos de un nadador en problemas y dirigirse ella solita al rescate. El rescatado podrá agarrarse fuerte de la robot mientras ella lo trae de vuelta a la costa, o bien quedarse ahí, flotando, esperando que lo vayan a buscar. El aparatito incluye unos parlantes para que un operador humano pueda enviar algunas palabras de aliento, bien tranquilito desde la costa. Para mantener al menos una tradición playera nada impide que el operador, mientras Emily emprende el viaje de regreso, le pida el teléfono a la rescatada. O esperarla en la arena para la consabida respiración boca a boca.