Domingo, 4 de julio de 2010 | Hoy
VALE DECIR
Siempre hubo excusas para no inventar el anticonceptivo masculino; científicas, pero excusas al fin. Todo era un ardid para que las mujeres tuvieran que cargar con los efectos secundarios, con el plomazo de tomarse una pastilla todos los días, de ponerse un diafragma o llevar un DIU a cuestas.
Haim Breitbart, un bioquímico de la universidad israelí de Bar-Ilan, publicó una investigación en 2006: detallaba los mecanismos de supervivencia de los espermatozoides una vez que llegan al útero. Basándose en sus propios datos, Breitbart elaboró una pastilla que impide que los microorganismos favoritos de la Iglesia sobrevivan dentro del templo femenino.
“Los ratones se portaron muy bien”, reporta el profesor en una charla con el website israel21.org. “Comieron, tuvieron relaciones, se reían, así que podemos decir que no hay efectos colaterales. Su comportamiento sexual resultó intacto, algo de vital importancia para los humanos.” Mostrando claramente que cuando es para hombres se preocupan por hacerlo fácil de verdad, esta nueva pastilla no tendrá que ser tomada en dosis diarias: alcanzará con una vez por mes, o incluso una vez cada tres meses. Pasado el efecto, los espermatozoides vuelven a ser capaces de hacer su trabajo.
Ahora faltan un par de años de pruebas clínicas, primero con monos y luego con humanos, hasta que la Bright Pill —así se le llama por ahora— esté disponible en farmacias. Sólo faltará alguna forma de que las mujeres puedan saber, fehacientemente, cuando un hombre la está tomando.
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