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WikiLeaks, el sitio web de Julian Assange que se dedica a publicar información confidencial, está a punto de ofrecer su próxima entrega. La última vez fueron alrededor de 400 mil documentos del Pentágono sobre la guerra de Irak; ahora prometen que difundirán algo siete veces más grande: miles y miles de cables diplomáticos confidenciales, en donde se discuten cosas que nadie nunca pensó que llegarían a ser públicas.

Cómo será de grave el asunto que, según cuenta la agencia Reuters, los Estados Unidos ya están sentándose a charlar con sus aliados para prevenirlos acerca de este material. Nerviosos acerca de los futuros trapitos al sol, el Departamento de Estado ha preferido usar el viejo argumento de “mejor que se enteren por nosotros antes de que lo escuchen por ahí”.

El diario londinense alHayat asegura que los cables de Wikileaks incluirán documentos en donde se habla de que Turquía ayudó a Al Qaida en Irak; también será revelado que los Estados Unidos apoyaron al PKK, una organización de rebeldes kurdos que pelea una guerra separatista contra Turquía desde el año 1984.

Sería el chiste más cruel del mundo que WikiLeaks, finalmente, no publicara nada, y que estuviera apelando a lo peor de los diplomáticos norteamericanos. Nada peor para sus conciencias culpables que amenazarlos con revelar todos sus secretos, y que ellos mismos los terminen confesando.