Domingo, 20 de febrero de 2011 | Hoy
VALE DECIR
La guerra contra las drogas tiene mucho en común con la guerra contra la mal llamada piratería cultural; en ambos casos, el “enemigo” es mucho más numeroso y cuenta con algo que su adversario no tiene: un ingenio casi infinito.
Ya se habló de cómo el límite entre Estados Unidos y México se ha vuelto un colador, de cómo los últimos intentos llegaron a incluir el uso de una catapulta casera para revolear marihuana por encima de la frontera.
El website alemán Spiegel Online cuenta de las estrategias colombianas para llevar su mercadería hasta México. Cuando los barcos se volvieron demasiado obvios, los narcotraficantes empezaron a construir pequeños sumergibles de fibra de vidrio: no aparecen en el radar y son invisibles desde el agua.
Estos semisubmarinos, con motor diésel, necesitaban salir a la superficie periódicamente: cada cuatro horas tenían que emerger para recargar oxígeno, ya que el motor y la tripulación usan el mismo aire. “Todo el tiempo sentís que te estás sofocando”, explica un ex capitán de uno de estos ingenios.
Ahora resulta que estos cuasi submarinos no eran más que los primeros borradores. El diario El Tiempo, de Colombia, reporta el hallazgo de un submarino de más de 30 metros de largo. Tiene una tecnología de avanzada “vista por primera vez en el país” y motores eléctricos que le permiten navegar sin tener que salir a la superficie. Su costo se estima en un poco más de 2 millones de dólares. Los narcotraficantes no sólo tienen ingenio sino que claramente no tienen miedo de gastar su dinero.
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