VALE DECIR
No todas las demandas que llegan a la corte de Quebec, en Canadá, giran en torno de grandes tragedias. De hecho, una de las más alborotadas del mes ha involucrado un caso menor, en más de un sentido. Un hombre, cuyo nombre no se ha develado, demandó al fabricante de un dispositivo de alargamiento de pene, alegando que –aun después de ¡500 horas de uso!– la maquinola no surtió efecto. Para resarcir la ilusión rota (y las dimensiones inalterables), el canadiense pide $ 762 a la firma HotGVibe, creadora del ineficiente producto.
Los números lo acompañan: poco más de 200 dólares representan el costo del alargador que –bomba mediante– nunca surtió efecto; los 500 restantes simbolizan los daños punitivos y morales que sintió por cada hora que intentó desafiar la naturaleza. Maratónica sesión para una estafa que no rindió sus frutos Para salir victorioso, el hombre debió presentar pruebas (¿serán las que uno imagina?) y el juez, en miras de la evidencia, anunció que la decisión estará tomada en seis semanas.
Aunque el dicho popular sostiene que “el tamaño no importa”, la presión social y mediática parece seguir afectando a los hombres, dispuestos a comprar truncos equipamientos para estar a la “altura” de las circunstancias. Como la aplicación para iPhone que, después de “curar” la disfunción eréctil a través de ondas sonoras, prometía alargar el pene sin esfuerzo gracias a hipnosis virtual.
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