La inmediatez y sed de primicia se han cobrado una nueva víctima: los medios del ancho y largo mundo. Ocurre que, una semana atrás, una supuesta firma canadiense llamada AptiQuant lanzó un estudio propio que afirmaba que los usuarios de Internet Explorer tenían un coeficiente intelectual más bajo que los de navegadores como Firefox o Chrome. El informe se despachaba asegurando haber hecho un seguimiento a más de cien mil internautas para alcanzar la conclusión.

La información, por supuesto, circuló como reguero de pólvora. Medios como los locales Clarín, La Voz del Interior o La Nación difundieron la noticia, al igual que el ABC de España o la CNN, entre otros. Por suerte, la BBC, después de dar por cierta la data y publicarla, empezó a dudar. Y a investigar. Entonces, se apuró en avisar que quizá el estudio fuera falso: al fin de cuentas, no sólo la página de la supuesta compañía había sido creada apenas un mes atrás; nadie estaba al tanto de sus actividades.

Claro que, a esa altura, el planeta ya había comprado la novedad y más de un usuario ofendido amenazaba a AptiQuant con iniciar acciones legales por ser llamado bobo. Otros, en cambio, barajaban pasarse al Firefox. Como fuere, una vez encendida la mecha, la web de la propia compañía reconoció que todo había sido una inocente humorada y que, si alguien se hubiese molestado en chequear la fuente, sólo le hubiera tomado cinco minutos darse cuenta. ¿Claves? “Ningún material del sitio es original” o “La web se hizo en WordPress ¡Vamos, gente!” o “Seguramente haya más de un error gramatical”, provocaba el programador Tarandeep Gill, responsable del fraude, junto a su firma empleadora: el sitio AtCheap.com, que financió el chiste a cambio de un poco de publicidad.

Así, tal como expuso el diario El País, la vulnerabilidad de la web quedó de manifiesto y los medios, apurados en dar la primicia, compraron una mentira poco elaborada.