Ron Tuitt es un maestro de 52 años que padece una condición física que hace que sus piernas se hinchen y necesite trasladarse en silla de ruedas. Eso, sin embargo, no lo ha alejado de las aulas, visto y considerando que, desde 1996, enseña a alumnos de segundo grado en la Escuela 13 de Patterson, en Trenton, New Jersey. De donde sí lo ha alejado es de los baños, porque –cada vez que necesita orinar– el hombre les pide a sus pequeños estudiantes que cierren los ojos mientras hace su “descargo” en botellas, cestos de basura o, por qué no, una bolsa de plástico. ¿Lo más perturbador? Tras el acto, les toca a los pequeños ir al baño a vaciar los recipientes y tirar la cadena. Aunque los recientes reportes indican que el hecho ocurre desde hace años, recién ahora se ha levantado una queja formal, que obligó al comisionado de Educación Estatal Christopher Cerf a aprobar el despido de Tuitt y su retiro el pasado 18 de abril. Aunque un juez dictaminó que la conducta del mayor era “inapropiada y poco profesional y constituye un gesto impropio en un miembro del personal de la enseñanza”, Ron no se amilana y está dispuesto a apelar la sentencia. Acusado también de permitir que los alumnos manejen su silla de ruedas motorizada, de pedirles que realizasen recados personales para él y de enviar correos electrónicos inapropiados a los padres, el hombre niega todo. Hay quienes, sin embargo, lo defienden: un representante sindical, por ejemplo, alega que el maestro fue puesto en una situación difícil, en tanto las instalaciones de la institución no estaban aptas para su correcto desempeño y que si necesitó ir al baño durante la clase, fue por necesidad práctica. Así y todo, Cerf no encuentra que sea una excusa para su comportamiento. Al menos podría haber esperado a que tocara el timbre, ¿no es cierto?