VALE DECIR
En Estocolmo, una docena de empleados ferroviarios varones tomó una peculiar decisión: ir a trabajar usando pollera. No es que los suecos acostumbren llevar falda, pero irónicamente se vieron obligados a cambiar el look después de que la empresa que los contrata, Arriva Sverige, pusiese estrictas reglas de vestimenta y les prohibiera el uso de pantaloncillos cortos. “En días calurosos de verano, la temperatura dentro de la cabina puede llegar a los 35°C. Nos gustaría llevar pantalones cortos, pero, en tanto está fuera de toda discusión, ésta fue la única alternativa posible”, explicó Martin Akersten, uno de los maquinistas que adhirieron al estilo. “Los pasajeros nos miran extrañados, pero de momento nadie nos ha dicho nada. Si así fuera, tampoco importaría: es una cuestión de comodidad, de soportar el calor”, agregó el hombre que conduce trenes de la línea Roslagsbanan, al norte del país.
Atados de pies y manos, los dueños de Arriva Sverige no han dicho ni “mu” frente al renovado traje de los muchachos. ¿Los motivos? En tanto el uso de este atuendo está habilitado para las mujeres, negarles la posibilidad a los hombres sería visto como un caso de discriminación. Así lo expresó Tomas Hedenius, director de comunicaciones de la firma: “Nuestra lógica es que, para representar a la compañía, hay que verse decente y adecuado. Los uniformes actuales consiguen ese objetivo. Si el varón quiere vestir pollera, no tenemos ningún problema. Decirles lo contrario sería discriminar”.
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