Cuando Butcher Billy se presenta, dice ser “un diseñador gráfico e ilustrador que trata obsesivamente de encontrar el mash-up perfecto entre cultura pop y subversión”. Dice también que hay un lugar especial en el infierno para gente como él; y pregunta: “¿Me acompañás?”. De continuar levantando polvareda con series como su última creación –explicativamente titulada Iconos invertidos de la música–, vale pagarse el boleto hasta la incendiaria inventiva del artista brasileño. Al fin de cuentas, no todos los días alguien sacude a la jerarquía rock&pop y altera el curso natural de la historia, cuestionándola al son de: “Las bandas y músicos que se convirtieron en una gran influencia en la historia, ¿apoyarían a los artistas más jóvenes que se inspiraron en su propio legado?”. Duda que instala a través de imágenes retocadas donde se lo ve a Jim Morrison luciendo una remera de los Strokes, a Paul McCartney haciendo lo propio con una de Arcade Fire (¿elegante sport, Paul?) o a Freddie Mercury descollando con su musculosa de Lady Gaga. Una propuesta con gustito a premonición bíblica. ¿Qué? ¿Los últimos no son los primeros acaso?