Dom 07.10.2007
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PáGINA 3

Lo que sé

› Por George Clooney

La mejor lección que me enseñó mi mamá fue a darme maña. Ella era una reina de belleza y tenía su propio programa de televisión. Para su cumpleaños, se regalaba a sí misma un serrucho. Ella colocó, literalmente, el techo de nuestra casa. Mi padre, con todo lo fantástico que es, no podía alzar un martillo. Era ella la que clavaba los clavos. Pero sobre todo, me enseñó a ser realista y sobrevivir en situaciones extrañas.

Todavía me es difícil explicar a mi papá. Lo mejor que puedo decir es lo siguiente: uno, en general, se queda pensando en lo que debería haber dicho en tal o cual circunstancia, y después se encuentra en el auto diciendo “Puta madre, debería haberle dicho tal cosa”. Mi padre es el que siempre tiene la respuesta perfecta en el momento oportuno.

Eso sí: mi papá es un idealista, y es más fácil ser el amigo de un idealista que su hijo. Porque el idealista siempre tratará de convertir a su hijo en un ejemplo.

Cuando mataron a Bobby Kennedy, mi papá estaba haciendo un programa periodístico en un canal local de Ohio. Fue justo después del asesinato de Martin Luther King. Mi padre entra a mi habitación y me dice: “Dame todas tus armas de juguete. Todas”. Se las doy. Las pone en una bolsa, vuelve al canal, las muestra a cámara y dice al aire: “Mi hijo me dio esto. Me dijo: No quiero jugar más con ellas”. Como gesto, fue un gran momento televisivo. Pero cuando uno es un chico, no piensa lo mismo. Piensa: “Esa es mi pistola favorita”.

En Estados Unidos, “liberal” volvió a ser una mala palabra. Los liberales estaban a favor del sufragio femenino y del matrimonio gay, y en contra de la discriminación racial. Siempre estuvimos del lado correcto de la Historia.

¿Esto es la guerra? Está bien, quitémosle al enemigo sus armas. Y su arma es el petróleo. Pero no vamos a tener autos a nafta dentro de diez años. Es verdad: me gusta el ruido del motor de un Chevy ‘57, pero en algún punto tendremos que cambiar, porque el petróleo se va a acabar. Entonces, ¿por qué no damos el salto ahora?

Mi tía Rosemary me enseñó mucho sin decirme una palabra. Me enseñó a manejar el éxito: no porque lo manejara bien sino porque lo hizo mal. En 1951, nueve de cada diez cantantes eran mujeres, y ella estaba en la cima, en la tapa de todas las revistas. Se fue de gira por cinco años, volvió, y se encontró con el rock ‘n’ roll. Elvis era el Rey, y el rock estaba dominado por hombres. Ella no había perdido su talento, pero las reglas habían cambiado. Estaba devastada. Tuvo colapsos nerviosos, creía haber perdido el don, se enganchó con las drogas, tuvo un manager siniestro que hizo malas inversiones, perdió una fortuna, le cayó el fisco encima y nunca más volvió a ser dueña de nada. Por suerte, tuvo el poder de reinventarse y volver. Pero estuvo fuera de combate durante veinte años. Así que lo que me enseñó es: “Nunca sos tan bueno como te dicen, y nunca tan malo como te dicen”.

Tuve muchos trabajos antes de actuar. Fui vendedor de zapatos de mujer. Y lo que aprendí fue que todas las mujeres mienten sobre su talle. Todas. ¿No es raro que les hayan enseñado que un pie grande no es atractivo?

Para mí, Al Cowling es el mejor ejemplo de amistad. Al es el tipo al que OJ Simpson llamó y le dijo: “Me están abrochando. Traé un auto, 20 mil dólares y un pasaporte”. Es fácil ser amigo cuando no hay presión. Pero celebro a un tipo que agarra el auto y puede pasar a buscar a su amigo, ciego a la realidad y a la verdad, cuando su amigo acaba de matar a dos personas. Me gustaría tener amigos como ésos. Y creo ser así.

Después de Batman y Robin, sólo quiero hacer películas que yo iría a ver.

No aprendí mucho del matrimonio, pero el divorcio fue interesante porque me hizo conocer el fracaso. Yo tenía 28 años y mis padres me ayudaron. Siempre me ayudaron. Pero en general, nunca fracasaron. Ellos, por ejemplo, sacaron adelante su matrimonio.

Pasé con mi tío George sus últimos días, y aprendí que la muerte es lo más personal y privado de la vida. Por eso, cuando me preguntan “¿Pero no quiere tener hijos? ¿No tiene miedo de morir solo?”, respondo: “Uno muere solo”. Y punto. Cuando mi tío George murió, su mirada estaba en otra parte.

Mientras, uno espera poder lograrlo. No sabe si va a poder. Pero uno trata. Ese es el secreto.

Estas son las respuestas que George Clooney dio a la revista Esquire para su sección “Lo que sé”. Clooney estrena el jueves que viene Michael Clayton, la primera película de Tony Gilroy que el actor protagonizó y produjo junto a su amigo Steven Soderbergh.

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