Dom 30.11.2014
radar

LOS VIAJEROS DEL TIEMPO

Entre los papeles de Héctor Germán Oesterheld que fueron rescatados de su hogar, aparecía un proyecto de libro de ciencia ficción nunca concretado, pero que indicaba su idea de que los textos dispersos en revistas del género y algunas otras publicaciones podían responder a un intento unitario, un proyecto que no era ajeno a su extraordinaria labor como historietista, pero que aspiraba a tener un carácter autónomo. De aquel germen surgió esta realidad: Más allá de Gelo (Planeta) es la antología más completa posible de la ciencia ficción de Oesterheld. Sus compiladores y editores, Mariano Chinelli y Martín Hadis, están ligados hace tiempo a la conservación y difusión de la obra de Oesterheld y fueron lectores asiduos y fervorosos de El Eternauta y las revistas Hora Cero y Frontera desde la adolescencia. Radar anticipa la publicación de Más allá de Gelo y reconstruye este valioso trabajo de rescate de una obra que, siempre ligada a los medios masivos, mantuvo intacta su calidad, su atractivo y su poderosa capacidad de imaginar invasiones extraterrestres a la vuelta de la esquina.

› Por Juan Pablo Bertazza

La primera idea de hacer un libro, el embrión de libro, fue de Oesterheld. Entre el desorden de papeles que su mujer, Elsa Sánchez, alcanzó a meter en una valija y rescató así del chalet de Beccar, estaba el germen del proyecto: compilar algunos de sus relatos de ciencia ficción. Seis cuentos intercalados con siete súper breves. Y que ninguno estuviera caprichosamente porque sí. Tenían que tener un trasfondo, algo para decir. Ahí empieza el misterio y, también, la inspiración: tal vez estuvo a punto de concretarlo, quizá no llegó a proponerlo a ninguna editorial.

“Si bien es cierto que era mucho más breve, esa idea original de Héctor nos inspiró a hacer este libro que terminó teniendo más de cuarenta narraciones suyas. Por eso decidimos incluir en la contratapa la breve descripción que dejó Héctor de su proyecto”, coinciden Mariano Chinelli y Martín Hadis, autores de Más allá de Gelo, el libro que reúne (casi) todos los cuentos de ciencia ficción de H. G. Oesterheld: extrañezas, gemas, relatos dispersos, inéditos y completos desconocidos.

Decirlo es mucho más fácil que hacerlo porque el trabajo resultó más complicado que cualquier enunciación: rastrear en esa cansadísima valija de papeles la mayor cantidad posible de cuentos de ciencia ficción. El primer contacto físico con ese material que era algo así como una leyenda que sólo habían confirmado tres o cuatro investigadores, lo tuvo Mariano allá por 2007, trabajando en la muestra “50/30, cincuenta años con El Eternauta, treinta años sin Oesterheld”.

No sólo fue arduo descifrar la letra concentrada de Oesterheld –los autores lo llaman siempre Héctor–, sino también leer algunos impresos borroneados, ordenar los fragmentos dispersos y aislados de un mismo cuento, rastrear la existencia de algún relato que si bien no figuraba entre los papeles, aparecía incluido en aquel proyecto de libro.

“Tardábamos meses en reconstruir un cuento, encontrábamos un final por acá, un comienzo por allá, era todo un gran rompecabezas”, indica Martín Hadis.

Se puede decir que hacer el libro les llevó cinco años –lo que tardaron en escribirlo–, una porción importante de tiempo teniendo en cuenta que los dos tienen trabajos relacionados, en algún punto, con la informática y, por eso mismo, están más acostumbrados a la inmediatez de la tecnología que a la lenta espera. Una espera que, en el caso de Mariano Chinelli y Martín Hadis, remitía también a El Eternauta. Mejor dicho, a esos lejanos años de la infancia en que los dos (todavía sin saber nada el uno del otro) leían la historieta de manera serializada, como un folletín, lo cual los obligaba a esperar entre una y dos semanas, y esa espera los obligaba a releer, a encontrar joyas, tal vez incluso a imaginar cómo se resolvería determinada escena o situación.

Y, en realidad, el libro les llevó más de diez años: el tiempo que hace que vienen leyendo de manera constante sus obras y el que hace que se conocen, otra vez gracias a Oesterheld.

“Todo lo que habíamos investigado y leído previamente lo aplicamos a este trabajo. Una de las primeras dificultades fue ‘Dos muertes’, que estaba incluido en el proyecto pero no figuraba como cuento, entonces nos dimos cuenta de que, bajo ese título, Héctor agrupaba dos cuentos autónomos, ‘El árbol de la buena muerte’ y ‘Una muerte’”, aclara Chinelli.

“Y que tiene que ver con algo que decía Héctor: la muerte es el gran protagonista desaprovechado de las historias. En el manuscrito se ve que a ‘El árbol de la buena muerte’ le tachó el título, estuvimos horas mirando qué había detrás de esa tachadura”, agrega Hadis.

En definitiva, más que encontrarse ellos, se cruzaron sus pasiones por Oesterheld: “Nos conocimos, allá por 2004, cuando leí una nota de Martín publicada en Educ.ar”, cuenta Chinelli, investigador y curador del Archivo Histórico Héctor Germán Oesterheld, desde una recóndita salita que le prestó amablemente la sucursal microcéntrica del banco donde trabaja para hacer esta nota. Y enseguida toma la posta Martín Hadis –escritor, especialista en antropología informática, profesor universitario y coautor del libro Borges profesor–, en un gesto que muestra lo bien aceitado del trabajo en equipo: “Era un trabajo sobre las interfaces de tecnología en El Eternauta. A diferencia de lo que suele ser la mitología del héroe que, a medida que se va encontrando con los distintos medios tecnológicos, va ganando en comprensión, en El Eternauta la tecnología extraterrestre cada vez la entienden menos”, explica el autor del artículo “El Eternauta o la usabilidad de lo incomprensible” que, de hecho, puede leerse en el portal Educ.ar.

BRILLAR POR AUSENCIA

Y aunque no esté incluido en el libro, El Eternauta está presente de muchas maneras en Más allá de Gelo. Primero, porque sus dos autores arrancaron por ahí, entre los diez y los catorce años. A Mariano se lo recomendaron porque le gustaban los viajes en el tiempo, y Martín se terminó de enganchar porque los lugares donde transcurre (la cancha de River, la Plaza del Congreso) sumaban más o menos el recorrido que hacía todos los días en colectivo para ir al colegio.

A los dos les voló la cabeza, fascinados por esa combinación de lo extraordinario y la cotidianidad, la sensación de que puede suceder cualquier cosa a la vuelta de la esquina. Pero El Eternauta también está presente en Más allá de Gelo porque en la obra de Oesterheld suele haber recurrencias: de nombres, personajes y situaciones. Y, por supuesto, la historieta que contó con las ilustraciones de Solano López no iba a ser la excepción: “Un denominador común con El Eternauta, presente en casi toda su obra, es la figura de un relator que cuenta la historia dentro de la historia, un testigo o cronista devenido en relator. En ocasiones, ese relator puede ser considerado un alter ego del mismo Héctor, como en las historietas de El Eternauta, Ernie Pike, la primera versión de La guerra de los Antartes o Rumbo a las estrellas. Nosotros encontramos ese mismo recurso, por ejemplo, en el segundo relato de ‘Dos muertes’, en ‘Crónicas del átomo y del espacio’, en ‘Un extraño planeta... planeta... planeta’ (a partir de la aparición del diario), en ‘Paraíso’ (donde el protagonista se cruza, sin querer, con un anotador que sellará su fin), en ‘La muerte manchada’, en ‘El turista del tiempo’ (la historieta que lo continúa se llama, de hecho, Diario del turista), e incluso en ‘Cuidado con el perro’ –apunta Mariano–. Todos los cuentos funcionan como un hilo conductor”.

“Hay una especie de cartografía de su universo: ‘Un extraño planeta... planeta... planeta’ ocurre en Sigma 9, un planeta maravilloso, y en ‘Paria espacial’ se menciona una expedición a Sigma 9, son rutas conectoras, guiños de su universo, de su obra. También Seego, el extraterrestre del cuento ‘Paraíso’, está en el guión de Los inconquistables aunque es totalmente distinto”, agrega Martín Hadis.

Y es imposible no pensar en ellos dos como otros de los tantos relatores creados por Oesterheld para contar el cuento de sus tramas. En este caso, para contar su proyecto inconcluso de hacer una antología de relatos de ciencia ficción que, en cierta forma, hicieron realidad bajo el título de Más allá de Gelo, precisamente porque ese nombre también se repite en varios tramos de la obra de Oesterheld: por momentos como un planeta, a veces como sistema solar e incluso como una luna.

“Los relatos se vuelven acción y las acciones se vuelven relatos”, sintetiza Martín Hadis y agrega sobre El Eternauta: “Es una historia de historias, hay varias escenas, tramas incluso, que se ven en los cuentos, por ejemplo, en ‘Ciencia’, donde hablan de ese extraño cristal de Marte que, al tocarlo, se pulveriza en las manos. ¿Vos te acordás de El Eternauta, cuando aparece el Mano que saluda fuera del chalet de Vicente López y mata al gurbo con una varilla? Favalli se quiere hacer amigo del Mano porque es potente y se rebela ante las fuerzas invasoras: pero justo cuando lo van a dejar entrar, muere por la tormenta y queda su arma. Cuando la van a buscar se dan cuenta de que es como una varilla y, al agarrarla, se les hace polvo en las manos”.

Otra joya que descubrieron y que costó mucho esfuerzo que revelaran en esta entrevista es la inclusión íntegra y literal del cuento “Sombras” en una historieta medio romanticona que Oesterheld publicó en la revista Gente: “Hay que tener en cuenta que se trata de un típico cuento de ciencia ficción acerca de una estrella de mediano poder, y aparece insertado en un diálogo de la historieta Dos entre la gente, donde un hippie parecido a George Harrison se quiere levantar a la protagonista. Al hippie se le ocurre escribirle una especie de poema, que no es otra cosa que el cuento. Claro, Oesterheld vivía de esto, era su oficio, era tan grande y prolífico su laburo que reciclaba algunos recursos que él sabía que manejaba muy bien”, cuentan todavía sorprendidos los autores.

PERDIDOS EN EL ESPACIO

Además de su profundidad para definir el trabajo de Oesterheld, la pasión de los autores de Más allá de Gelo se nota en el tono de los prólogos que prepararon para cada relato, orientando un poco al lector, mostrando cómo fue evolucionando no sólo su escritura sino también su manera de pensar.

Algo que incumbe incluso el mayor o menor optimismo con que Oesterheld evaluaba el uso de la tecnología que, más que un fin en sí mismo, está claro que es para él un medio de reflexión. Los prólogos también tienen el objetivo de contextualizar la fecha (aproximada) de escritura o publicación de los relatos, otra de las enormes dificultades que, en una ocasión, resolvieron gracias al membrete de una de las hojas sin título ni fecha en la que trabajaban: “Estábamos medio perdidos con el cuento ‘Kosmo’ pero finalmente nos dimos cuenta de que tuvo que haber sido publicado alrededor de 1964, porque la hoja donde estaba escrito tenía un membrete de la Poligráfica Argentina, que le había impreso unos cuentitos infantiles ese año”, recuerda Chinelli.

¿Cuáles fueron los adelantos tecnológicos más importantes que tuvo?

Mariano Chinelli: –En “El turista del tiempo”, donde un hombre viaja hasta la Buenos Aires de la década de los ’80, está el GPS, el telepeaje, Internet y hasta Puerto Madero, porque habla de las tierras ganadas al río. Es increíble, porque escribió ese cuento en 1970.

Martín Hadis: –A mí me impresiona también “Paraíso” porque tiene que ver con Twitter. Sucedió algo impresionante el mismo día que lo transcribíamos. El cuento habla de los erbos, quienes tienen en vilo a la población vendiéndoles gato por liebre, inventándoles un paraíso que no existe y cartas de sus seres queridos muertos que, en rigor, escriben sus propias máquinas aprovechándose de que, antes de cada muerte, logran robarle y usurparle la memoria y el pensamiento a cada ser humano. El mismo día que lo transcribíamos, leímos una noticia sobre una empresa que ofrece el servicio de imitar tu estilo para seguir manteniendo tu cuenta de Twitter a partir del día que te morís. La empresa, incluso, tiene un slogan: “Cuando tu corazón deje de latir, seguirás tuiteando”.

Chinelli: –Además, tal como el propio Héctor lo dice, se adelantó incluso con el tema de los microrrelatos, que son muy buenos. En ese momento, era algo muy raro dentro de la literatura argentina.

La pasión de los autores se advierte también en la manera en que les hablan a sus lectores que, por supuesto, son, en algún punto, ellos mismos. Hacia el final del libro les piden que avisen si llegan a encontrar alguno de los tres relatos que, por ahora, se les escaparon, pero que seguirán buscando: “Mendigo”, “Nueva Samarkanda” y la última versión de “Maquiavelo”. “A esta altura creemos que en la valija no están, por ahí lo tiene sin saber algún editor o puede ser que figure mal catalogado en alguna biblioteca”, especulan.

También hay pasión en la manera en que anuncian y presentan en el libro el asombroso “Inocente Maquiavelo reforzado”, un cuento hermoso que escapa por todos lados de las convenciones de la ciencia ficción. Los autores traen a cuento la enorme polémica que esta historia sobre la ambición extrema de dos fabricantes de corpiños generó cuando apareció en el número 29 de la revista Más allá, en octubre de 1955, con ilustraciones de Ornay. “La polémica continúa al día de hoy. Hay algunos que no lo consideran ciencia ficción, mientras que para muchos es quizás el mejor cuento del género escrito en nuestro país, y eso que debe ser el segundo cuento que hizo Héctor de ciencia ficción”, señala Chinelli.

Y agrega Hadis: “Hubo unos días que me tuve que ir a la casa de un amigo en Córdoba, y Mariano se quedó en Buenos Aires, y entonces seguimos trabajando por Skype. La verdad es que podíamos estar horas para leer una oración, semanas para armar un cuento y meses para decidir si lo publicábamos. En el medio, y cuando aparecía, por ejemplo, una coma demasiado extraña, al borde de lo incorrecto, surgían, siempre por Skype, muchísimas preguntas: ¿Qué querrá decir acá Héctor? ¿Cómo lo resuelve Héctor? ¿Qué pensará Héctor de esto? En un momento, de tanto escucharnos, mi amigo de Córdoba se empezó a poner un poco nervioso: ‘¿Quién es Héctor? ¿Dónde está? ¿Por qué nunca lo muestran por Skype? ¿Qué es lo que están haciendo?’”, recuerdan los autores y rompen en carcajadas. “Sentíamos feedback, familiaridad, Héctor estaba presente, analizando, quizás aprobando silenciosamente lo que hacíamos, como un tercer integrante. Como en el comienzo de El Eternauta, cuando Juan Salvo se corporiza en la silla”, concluye Martín.

Para algunos serán un poco frikis, para otros verdaderos elegidos y, para casi todos, lectores obsesivos que saben mucho de Oesterheld. En todo caso, es lindo que Mariano y Martín se apasionen tanto hablando de él, cuando desde hace cinco años no hablan de otra cosa. Cuando, desde hace años, vienen tocando siempre los mismos papeles, mirando la misma caligrafía, viajando siempre con la misma valija. Ellos se ríen de algunas coincidencias, se enojan al recordar la inenarrable saña con la que la dictadura militar torturó a la familia de Oesterheld, se emocionan hasta las lágrimas cuando recuerdan el momento en que Elsa, después de haber guardado entre tanto dolor esos papeles, arriesgando su vida como si en eso acto heroico pusiera en juego preservar y, al mismo tiempo, darle un futuro a la idea misma de cultura, les dijo de manera más que natural, “Ustedes me pueden ayudar con todos esos papeles”.

Se nota que son dos tipos que le roban el mayor tiempo posible a su trabajo porque se toman en serio lo que más les divierte hacer en la vida. Y tienen la suficiente inteligencia para saber darle espacio y Espacio a ese enorme deseo que, por supuesto, también es una idea de Oesterheld.

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