Domingo, 14 de junio de 2015 | Hoy
Devociones Después de 42 años, y de haber abierto museos temáticos en América latina, el coleccionista Sergio Barbieri presenta una muestra definitiva de los exvotos que ha seleccionado durante toda una vida. En el Museo de Arte Popular José Hernández se pueden ver estos tesoros, peculiares y delicados, pequeñas piezas de plata que representan agradecimiento por favores concedidos en imágenes a veces muy explícitas, a veces misteriosas.
Por Andrea Guzmán
Un ojo con una pupila en forma de margarita sobre una base de asta y un anguloso torso desnudo de mujer embarazada. Esos fueron los pequeños objetos de plata que obsesionaron a Sergio Barbieri a los 21 años, la primera vez que se encontró con un exvoto mientras vivía en la ciudad de Tucumán. Hoy, que en sus palabras se ha convertido en un coleccionista compulsivo, que ha editado en un imponente libro el único registro en la Argentina de esta manifestación de arte popular y que llegó a abrir tres museos –uno de ellos en República Dominicana con más cuarenta mil piezas–, el ojo y el torso de plata se han unido a una colección personal recopilada a lo largo del país durante toda una vida de coleccionista y se encuentra expuesta al público en el Museo de Arte Popular José Hernández, por primera vez luego de 42 años de su primera exposición. “Si te separas del rito, de la fe religiosa, la forma y la realización artística de estos objetos es algo muy raro, único y apasionante. Con el tiempo pude comprobar que en Argentina se encuentran los mejores exvotos que existieron en Latinoamérica y también los más variados, más de 200 tipos” cuenta Barbieri, sobre un tema que aun hoy lo entusiasma y rodeado de sus tesoros, una cuidadosa selección que se esmeró en elaborar sensible y personalmente. “Con esta exposición quiero por fin y después de tantos años, dar por concluida mi investigación” aclara.
Los exvotos, llamados popularmente milagros o promesas, son pequeñísimas piezas de plata elaboradas con una delicadeza única por plateros que originalmente se dedicaban a la fabricación de elementos para el campo y la caza. Aunque la tradición continúa hasta el día de hoy, la mayoría de los objetos expuestos en la muestra tiene fecha desde finales del siglo XIX hasta los años ’40. Como el exvoto escapa a toda relación de culto impuesto por la religión católica, este tipo de tradición popular fue despreciado por la iglesia hasta entrado el siglo XX y muchos de los objetos fueron fundidos para restablecer partes de los monasterios e iglesias. “Estas piezas son manifestaciones de una época que se puede leer incluso en las ropas que usan los personajes o los males que representan. Puede que hayan existido maravillosos objetos desde el siglo XVII a la llegada del catolicismo a América, pero no queda registro alguno de ello por la costumbre de fundirlos” cuenta Barbieri, que se ha esmerado por rescatar esta tradición del olvido y otorgarle valor artístico a piezas que no fueron pensadas originalmente como objetos de exhibición.
Estos objetos establecen un diálogo privado y directo entre un fiel y lo sobrenatural, sin intermediarios ni intervenciones oficiales. Sin confesiones, diezmos o misas. Funciona asi; el creyente pide, el santo concede y en retribución se le ofrece un objeto de plata que representa el mal que sufría el fiel, el milagro que el santo ha concedido. “El promesante va a visitar al santo y lo tutea, eso me encanta, se lo pide personalmente. ‘Consígueme trabajo. Por favor sana a mi hijo’, pero no es un negocio, simplemente se le ofrece un objeto para agradecer el favor concedido. Me parece de una ternura única, que un señor, por ejemplo, mande a hacer un pajarito de plata para agradecer porque sus animales se han recuperado de una peste y lo ponga personalmente en el altar del santo” cuenta Barbieri. En esta curiosa muestra se exponen todo tipo de objetos, desde simples extremidades, animales o herramientas, hasta figuras compuestas y bastante inclasificables. Y también, fragmentos de algunos de los pedidos por escrito realizados por los promesantes que se han encontrado entre los miles de libros de agradecimientos de las iglesias y que probablemente nunca podrán reunirse con los objetos que los completan. Los exvotos son parte de un tipo de manifestación popular que establecen una unión entre la religión católica y el paganismo. Pero también, se trata de curiosos registros de preocupaciones y males de sus respectivas épocas, que envuelven el mundo espiritual con un tipo de arte complejo y en su mayoría elaborado por artistas anónimos. Misteriosas y no siempre del todo claras manifestaciones de experiencias, dolencias e inquietudes humanas.
Sergio Barbieri es fotógrafo e investigador de la Academia de Bellas Artes. En su libro editado el 2007, Exvotos argentinos, un arte popular, realizó un exhaustivo registro histórico y fotográfico de una variedad de piezas únicas a lo largo de 14 provincias del país. Muchas de ésas ya no existen, pertenecen a otras colecciones privadas o se perdieron en los museos que cerraron sus puertas en Argentina, como el que alguna vez fue inaugurado en Luján. Pero según el mismo investigador declara, lo importante era su valor histórico, saber que existieron y que pertenecieron a una experiencia vital. Y también la posibilidad de documentar la obra de un artista anónimo que reinterpretó una historia y la convirtió en un objeto de arte, mínimo, orgánico. “¿Es este pequeño torso partido a la mitad, la representación de una hemiplejia o un Magritte, o una pieza de arte moderno?”, se pregunta Barbieri. “¿Cómo fue el momento en que un ofrendante llevó al platero sus cálculos biliares reales recién extirpados para incrustarlos en una perfecta figurita de un riñón labrado en plata?” Un revólver, una mano con un billete de 500 pesos, un perrito, un par de alas. No se puede saber exactamente a qué mal correspondía cada exvoto, hay en casi todos algo de misterio que permanece en la privacidad de sus ofrendantes. También existen rarezas totales en su factura, como un registro escrito de un caballo de plata de cuatro kilos con el que Barbieri nunca logró encontrarse. O uno fotográfico de una cabeza humana hueca de tamaño natural, o incluso una desconcertante maqueta que representaba una fábrica de vidrio completa. La exposición busca poner en contacto estos registros con los objetos originales de la colección personal de Barbieri, sus particularidades pero también sus relaciones entre si y un link con las épocas que retratan.
“Victoria ofrece una cabeza de mujer de plata con pelo pendiente sobre los hombros, una nariz aguda, un semblante enojado y una flor sobre la frente”. Esta es una de las ofrendas que quedaron manifiestas por escrito y que logró encontrar Barbieri en su investigación, verdaderos registros poéticos de los ofrendantes que se exhiben en las paredes de la muestra en el museo. El curador busca devolver ante todo el valor artístico en este diálogo imaginario y a un tipo de factura autodidacta pensada originalmente para satisfacer una necesidad espiritual. “Hay piezas magnificas que llevadas al tamaño de un metro serían una escultura absolutamente actual, como las del platero cordobés ADC que exhibo aquí y que aunque me ha obsesionado, nunca pude descubrir quién era. Ya ves que la investigación es un vicio podría continuar para siempre. Te encontrás un señor de perfil con bigote, un par de sandalias, unos guantes de box. ¿Qué significan?” concluye Barbieri. “¡Es que todos estos años me he divertido tanto!”
Exvotos argentinos, un arte popular se puede ver en el Museo de Arte Popular José Hernández,Av. del Libertador 2373. Martes a viernes,de 13 a 19. Sábado y domingo, de 10 a 20. Hasta el 5 de julio.
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