Dom 23.11.2003
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HALLAZGOS

Cuando un amigo se va

Conocedor de la amplia penetración popular de las historietas, JFK eligió como compañero de sus correrías gráficas al máximo icono del noveno arte, Superman, con el objetivo de difundir su optimismo con respecto al futuro. La idea era salvar al mundo. Pero hace cuarenta años, en el caluroso mediodía de Dallas, el sueño estalló en mil pedazos.

POR FERNANDO GARCIA

“Ahora, el mundo es muy diferente. En sus manos mortales, el hombre tiene el poder para suprimir todas las formas de pobreza y todas las formas de vida humana. Y sin embargo, las mismas creencias revolucionarias por las cuales lucharon nuestros ancestros siguen estando en boga alrededor del mundo: los derechos del hombre no surgen de la generosidad del Estado sino de la mano de Dios.” John Fitzgerald Kennedy pronunció estas palabras al asumir la presidencia de los Estados Unidos, promediando su famoso discurso del “no preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país”.
En el universo historietístico norteamericano, ese Dios del que hablaba Kennedy vestía pantimedias azules y capa roja, era un consagrado icono cultural y reinaba sobre los párvulos que consumían las seis revistas mensuales que lo tenían como protagonista. Más rápido que una bala y más fuerte que una locomotora, durante la década del sesenta, Superman supo compartir sus viñetas con referentes populares inmortalizados por la pantalla de TV: músicos como Los Beatles y Pat Boone, o pioneros del talk show como Steve Allen. Apoyado en el éxito comercial de estos cruces multimediáticos, la editorial DC Comics dio el paso que faltaba e incorporó como celebridad invitada al mismísimo Kennedy. Por vez primera, las historietas norteamericanas mostraban abiertamente los rasgos y las características físicas de un presidente en ejercicio.
Silbando bajo, JFK ingresó al noveno arte en octubre de 1961. En las páginas de Superman’s pal Jimmy Olsen Nº 56, recibió de manos del Hombre de Acero un repulsor de meteoritos fabricado en Kryptón (planeta nativo de Superman), como muestra de apoyo extraterrestre a la carrera espacial norteamericana. Dos meses más tarde, en una aventura complementaria publicada en Action Comics Nº 283, el Gran Hermano de la S en el pecho detuvo a dos villanos extraterrestres que habían osado ocupar los lugares de Kennedy y del premier soviético Nikita Kruschev en una conferencia internacional.
Las revistas se vendieron muy bien. Razón por la cual DC se decidió a tirar la casa por la ventana en febrero de 1962. En el interior del Action Comics Nº 285, Superman presentó al mundo entero a su prima Supergirl (Superniña, de acuerdo con la traducción de la mexicana Editorial Novaro), después de haberla entrenado en secreto por casi tres años. La recepción se llevó a cabo en los jardines de la Casa Blanca, donde Kennedy y su esposa Jacqueline Bouvier saludaron y felicitaron a la superheroína.
En esos años, el consejo consultivo de DC (y de Superman en particular) estaba conformado por empleados de la editorial, docentes de Harvard y miembros de las Fuerzas Armadas. Agrandados por los elogiosos comentarios, los militares transmitieron a la Casa Blanca el entusiasmo que las apariciones presidenciales habían generado en los lectores juveniles y el cuerpo docente de las escuelas. Según cuenta la leyenda, después de escuchar estos reportes, el propio Kennedy sugirió la idea de estrechar filas con Superman de manera permanente, utilizando las historietas como soporte transmisor de sus políticas públicas.
Consciente de la penetración hogareña que tenían los comics, al presidente se le ocurrió comenzar esta nueva amistad utilizando al Hombre de Acero en beneficio de su Programa de Salud y Ejercicio Físico para los Jóvenes. Aficionado a los deportes, Kennedy había afirmado en su discurso del 9 de febrero de 1961 que “la salud de nuestra nación es una llave para nuestro futuro, la vitalidad económica, la moral y la eficacia de nuestros ciudadanos; para alcanzar exitosamente nuestras metas y para demostrar a los demás los beneficios de una sociedad libre”. Después de un año de tratativas, acordaron la aparición de la historieta a principios de 1964. Al mismo tiempo, preparando el camino para la irrupción de las metas presidenciales en el terreno de las viñetas, DC y la Casa Blancadecidieron incorporar la figura de Kennedy como miembro permanente del cast de secundarios privilegiados que rodeaban al último hijo de Kryptón.
Con el proyecto avanzado, Kennedy salió de gira por Texas. El 22 de noviembre de 1963, mientras saludaba a las 250 mil personas que se habían agolpado en la plaza Desley, en el centro de Dallas, fue asesinado a las 12.30 hora local. De acuerdo con el informe oficial de la Comisión Warren, Lee Harvey Oswald descerrajó tres disparos en medio de piruetas gimnásticas dignas del Programa de Salud y Ejercicio Físico. Y según el fiscal Jim Garrison, la filmación tomada por el aficionado Abraham Zapruder alcanzaba para sustentar la teoría de los tres asesinos y los seis disparos cruzados. Atentado o conspiración, “el magnicidio del siglo” cambió el rumbo del mundo y, por supuesto, de las historietas.
Tomada por sorpresa, DC no pudo evitar la distribución de Action Comics Nº 309, que ganó las calles una semana después del asesinato. La revista giraba alrededor de un homenaje televisivo al Hombre de Acero, en el que todos sus amigos lo honrarían públicamente. Uno de los invitados a estrechar la mano del paladín era, obviamente, el periodista estrella que cubría sus fabulosas hazañas: Clark Kent. Como todo el mundo sabe (fuera de la historieta, al menos), Kent y Superman son la misma persona. ¿Cómo solucionaba el héroe tremendo dilema? Confiándole el secreto de su verdadera identidad a Kennedy; y pidiéndole que se presentara en el set disfrazado de Clark Kent. Después de todo, como le dirá Superman a JFK en el último cuadrito, “si no puedo confiar en el presidente de los Estados Unidos, ¿en quién puedo confiar?”.
La editorial realizó su descargo público en abril de 1964. En el número que debería haber incluido el comic dedicado al Programa de Salud y Ejercicio Físico, presentó “In Memoriam”, artículo periodístico ilustrado con una viñeta del ahora descartado proyecto, que funcionaba también como sentido homenaje al estadista asesinado.
¿Logro fortuito o arreglo de antemano? Nadie lo sabe. Lo cierto es que las comunicaciones entre la nueva administración gubernamental y DC lograron reflotar la historieta preparada durante más de un año. Las diez páginas de Superman’s Mission for President Kennedy vieron finalmente la luz en Superman Nº 170 (julio de 1964) y se transformaron en un clásico instantáneo. “Esta historia, preparada en íntima colaboración con el desaparecido presidente Kennedy, había sido pautada para su publicación en el Nº 168, cuando la noticia de su trágico asesinato llegó a nosotros. Inmediatamente la levantamos de imprenta. Sin embargo, miembros de la Casa Blanca nos han informado que el presidente Johnson deseaba verla publicada como tributo a su gran predecesor. Y así dedicamos a la memoria de nuestro desaparecido y amado presidente este alegato a su Programa de Salud y Ejercicio Físico, al cual se había dedicado de todo corazón durante su vida...”, explica una larga introducción mientras la fantasmagórica gigantografía de Kennedy recibe el saludo circunspecto de Superman.
La historia es bien simple. En Suiza, mientras competían en una carrera de bicicletas, un grupo de estudiantes europeos y norteamericanos queda atrapado por una avalancha. Después del consabido rescate a manos de Superman, los europeos continúan con la prueba y los norteamericanos la abandonan extremadamente débiles y fatigados. Al ver la noticia por televisión, Kennedy decide pedir ayuda al paladín, ya que “debemos mostrarles a nuestros jóvenes que todos tenemos que mantenernos en forma, ¡no sólo los héroes deportivos! ¡Una vez que perdamos nuestra agilidad física, nuestra capacidad mental desaparecerá también!”. Por supuesto, gracias a la colaboración de Superman, todos los habitantes de los Estados Unidos se pliegan al Programa de Salud y Ejercicio Físico. Sobre el final, una nota al pie comunica que las páginas originales del comic serán donadas a la Biblioteca John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Después de esta agitada experiencia, DC y el Departamento de Estado continuaron colaborando, enfocando sus esfuerzos en la divulgación de directrices políticas más que en el protagonismo de los hombres al frente del Poder Ejecutivo. A cuarenta años de esta verdadera Alianza para el Progreso, todavía sorprende el último parlamento que la Casa Blanca autorizó a poner en boca de JFK. Cara a cara con el Hombre de Acero, bajo el fulgor de los fuegos artificiales que acompañan el éxito del Programa de Salud y Ejercicio Físico, un sonriente Kennedy dice: “Sí, Superman. ¡Puedes decir que todo terminó con un bang!”.

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