ARTE > DIAGONAL SUR-ARTE ARGENTINO HOY
Desde los ochenta, el cirujano plástico y coleccionista Esteban Tedesco comenzó a gestar una colección que ahora ya cuenta con unas 1500 piezas. Una parte significativa, de 400 obras, se puede ver ahora en la muestra Diagonal Sur-Arte Argentino Hoy, con trabajos de 123 artistas entre los que se cuentan Elba Bairon, Diego Bianchi, Nicola Costantino, Leandro Erlich, Tomás Espina, Ana Gallardo, Alfredo Prior, Roberto Jacoby, Benito Laren, Marcos López, Jorge Macchi, Liliana Porter y muchos otros. Una exhibición que no sólo refleja la mirada y el particular mundo de Tedesco sino también las decisiones del curador Philippe Cyroulnik: entre ambos abordajes se arma un recorte notable de los últimos años de arte argentino y de los avatares del coleccionismo local.
› Por Marina Oybin
A primera hora de la tarde, tras realizar una de las varias cirugías estéticas programadas para esta semana en grandes sanatorios de Capital Federal, Esteban Tedesco llega al Centro Cultural Borges. En un café de Galerías Pacífico, conversamos con este coleccionista clave en la escena del arte contemporáneo local.
Por estos días las salas de exposiciones del Centro Cultural Borges están copadas por Diagonal Sur-Arte Argentino Hoy, la muestra que reúne 400 obras realizadas en los últimos 30 años por 123 artistas. Todas integran la colección de unas 1500 piezas que el cirujano plástico y coleccionista Esteban Tedesco comenzó a gestar en los años ochenta.
Entre muchos otros pesos pesados, hay obras de Elba Bairon, Ernesto Ballesteros, Diego Bianchi, Nicola Costantino, Leandro Erlich, Tomás Espina, Ana Gallardo, Sebastián Gordín, Marcelo Grosman, Roberto Jacoby, Benito Laren, Marcos López, Jorge Macchi, Mondongo, Charly Nijensohn, Karina Peisajovich, Liliana Porter, Alfredo Prior y Adrián Villar Rojas.
Con curaduría de Philippe Cyroulnik –quien dirigió durante dos décadas Le 19, el Centro Regional de Arte Contemporáneo de Montbéliard y que en esta muestra fue asistido por Verónica Di Toro–, con producción general de Lía Cristal, y el apoyo de la Fundación Tres Pinos que está construyendo el Museo de Arte Contemporáneo (MArCo) en La Boca, la exposición incluye murales, pinturas, fotografías, instalaciones, intervenciones y esculturas. Para Cyroulnik, la muestra evidencia el encuentro de dos miradas: “La primera son las obras de la colección de Tedesco; la segunda es la mía personal con artistas que conozco y otros nuevos para mí”. Es necesario ir con tiempo: hay muchas perlas –y relaciones formales y conceptuales entre las obras– por descubrir.
Tedesco nació en Rauch, provincia de Buenos Aires. Casada con un herrero, su madre quedó viuda muy joven con ocho hijos a cuestas. Su tío, dueño de campos, ayudó a la familia. Ya desde el secundario nocturno, el joven Tedesco, como todos sus hermanos, trabajó. Su acercamiento al arte comenzó cuando cursaba medicina en la UBA y trabajaba de cadete en una compañía financiera: solía estudiar con un compañero cuyo padre era amigo de Miguel Carlos Victorica y tenía en su casa pinturas. Con apenas 18 años, compró su primera pintura de Raúl Russo.
Hoy, a la hora de comprar, lo primero que busca Tedesco es que la obra le guste estéticamente y que el artista sea sólido. No hay vueltas: la conversación con el creador de la obra en cuestión define la operación. “No me gusta la obra agresiva. Sí, me interesa un trabajo conceptualmente agresivo y, al tiempo, hiper estético, como el de Diego Bianchi, que junto con Pablo Siquier, Jorge Macchi y Ernesto Ballesteros, para mí, son artistas fundamentales”. Expuesta en el Borges, Broken glasses (2013), de Bianchi, es una instalación con maniquí, cristales, durlock y objetos varios, antecedente de su inolvidable hiperperformance “Under de sí” (con Luis Garay). En ese encantador infierno –que se vio en la primera Bienal de Performance en nuestro país y que luego hizo pie en Vienna Festival (2015) –, en algo más de una hora los performers llevaron el cuerpo al límite. Hubo escenas imborrables. Agonía, muerte y resurrección se alternaron en esta performance barroca, exultante, infinita, en la que fue posible sentir el aroma intenso del bronceador untado en cuerpos apolíneos, saborear vodka tibio, y escuchar las voces devenidas en susurro, desesperación, música liberadora.
Además de su pasión por el arte contemporáneo, Tedesco es un ferviente coleccionista de cerámicas chinas, relojes Cartier, pomos de escaleras de cristales de Baccarat y de opalina, piezas de carey, dibujos originales de publicaciones que van de historietas hasta los de la revista Caras y Caretas. Y la lista sigue.
La pregunta es por qué puso el foco en el arte argentino de las últimas tres décadas. “A mí me gusta el arte en general –dice–. Si quisiera tener, suponte, arte de la Nueva Figuración, por ejemplo obras de Jorge de la Vega, me resultaría imposible. Son precios inalcanzables para mí. Considero que es preferible comprar lo mejor del que podés pagar y no lo peor del que no podés pagar: prefiero mil veces comprar una súper obra de un artista joven que una mala obra de uno consagrado”.
Amable, de sonrisa espontánea, Esteban Tedesco cuenta de su vida y de su obra sin ambages. “Tengo muchas deudas siempre con esto del arte: pago los alquileres de unos quince artistas: ese alquiler los alivia un montón”. Cuando pueden, los artistas le dan una obra; a veces pasan años: es una sorpresa, nunca sabe con qué se encontrará. “A la larga siempre me han dado obras divinas: si sos generoso con los artistas, ellos son siempre diez veces más generosos con uno. Esa es mi experiencia”, dice. Y agrega: “Siempre me han dado obras maravillosas por canjes que no eran ni un tercio del valor de las obras; otros artistas me regalan obras porque los he ayudado desde chicos”. Tedesco cuenta que lo suyo escapa de la lógica meramente comercial: no espera una retribución inmediata por parte de los artistas, tampoco mide cuánto le dan.
“Nunca compro como inversión, jamás”, dice este coleccionista de ojo avezado. “Siempre debo plata porque compro muchísimo”. Recuerda cuando fue a la despedida de la artista Valeria Maculan: “Habría unas doscientas personas, yo creo que de una manera directa o indirecta le debía plata a todos: los chicos se reían era como una reunión de acreedores”, sonríe Tedesco.
Empezó comprando en los ochenta: “Del único artista que nunca pude comprar es de Guillermo Kuitca, me acuerdo que me lo cruzaba siempre en el Teatro Colón, me cambiaba al palco de una amiga para verlo de cerca: para mí era como un dios, pero nunca le pude comprar: ya en aquella época era muy caro”, recuerda Tedesco, quien comenzó a comprar en las galerías Ruth Benzacar, Zavaleta Lab, Alberto Sendrós y Vasari. Hoy compra en galerías y por medio de los canjes de alquileres con los artistas.
Su departamento en Plaza San Martín está cubierto de obras desde el piso hasta el techo, incluso la cocina –con trabajos de Ernesto Ballesteros, Adrián Villar Rojas y una serie de Jorge Macchi, nada menos–. Ilumina el lavadero una obra Karina Peisajovich. La cocina no se usa: “Jamás como acá, sólo una vez al año para Navidad; siempre voy a restaurantes”. Con unas 150 obras –apenas el 10 por ciento de la colección–, Tedesco desplegó en su casa iluminada con antiguas arañas una decoración escenográfica que modifica todos los días. “Estoy haciendo una escenografía nueva: hice pintar el salón de bordeaux Cartier, coloqué una cómoda francesa con mármol también bordeaux y las cabezas de Elba Bairon”. En el living se cruzan obras de Liliana Maresca, Marcos López y opalinas de ensueños. Muy pocos entran en la casa de Tedesco: sólo artistas y amigos íntimos. Jamás un médico.
Tedesco cuenta que suele presentar a los artistas con sus amigos “de gran poder adquisitivo que pueden comprar obras”. Mientras que a sus viajes suele invitar a artistas, Tedesco, prestigioso cirujano que arrancó de joven trabajando con pacientes con graves quemaduras, apenas tiene un amigo no demasiado cercano en el mundo de la medicina. Con algunos artistas intercambió cirugías estéticas por obras. A algunos les puso bótox. A Nicola Costantino le practicó una lipoaspiración: con la grasa extraída la artista hizo su polémica línea de Savon de corps. “Hay una artista que es tan amorosa que hace poco hizo operar a un amigo suyo travesti que no podía pagar. Se había peleado y le habían destruido la oreja. Se la reconstruí: la artista después me dio una obra fabulosa”.
“Prefiero no estar presente cuando viene la gente a ver la muestra en el Centro Cultural Borges –confiesa Tedesco–. Es lo mismo que me pasa en mi casa: no me divierte que haya mucha gente que no conozco, me pone incómodo. Me encanta disfrutar yo solo de las obras”.
Diagonal Sur- Arte Argentino Hoy podrá verse hasta fin de marzo en el Centro Cultural Borges, Viamonte 525, de lunes a sábados de 10 a 21 y los domingos de 12 a 21.
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