Dom 18.09.2016
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MÚSICA > THE DIVINE COMEDY

EL DUEÑO DE LA COMEDIA

Durante el auge del britpop de los 90, The Divine Comedy pareció destinado al éxito siguiendo la senda de Pulp, pero terminó con la deliciosa etiqueta de grupo de culto. Con el tiempo, el único músico detrás de ese nombre terminó siendo Neil Hannon, un irlandés que acaba de editar Foreverland después de seis años de silencio. Al teléfono desde Dublin, Hannon explica las razones del regreso, confiesa por qué decidió cantarle a Catalina la Grande en el primer simple de su nuevo disco y hasta tiene tiempo de explicar el problema que significa el Brexit para su país.

› Por Sergio Marchi

Wayne es un burro, un mamífero perteneciente a la familia de los équidos. Que conste en actas. Este noble animal no cumple funciones de carga sino que pasta tranquilo en un terreno que Neil Hannon tiene al fondo de su casa en Irlanda. “Lo estoy viendo ahora mismo”, comenta cuando se le pregunta por la actualidad de su burro estrella. Sus rebuznos dan inicio a “How Can You Leave Me On My Own”, una de las canciones del flamante Foreverland. “¿Cómo puedes dejarme solo? Cuando te vas me transformo en un idiota”, canta Hannon tras la introducción sonora de su animal, que parece una sucesión de sollozos roncos y por ende combinan bien con el espíritu del tema. “No creo que pueda conseguirle un contrato discográfico”, dice Hannon sobre Wayne. “Pero tengo ganas de que aparezca en televisión conmigo cuando toque. Lo veo más posible. Habrá que tener cuidado con su camarín; por su condición de su burro tiene necesidades especiales”.

Neil Hannon es un irlandés que despliega un exquisito humor británico tanto en la charla como en las letras de sus canciones, revestidas de finos sonidos antiguos que él logra hacer que parezcan nuevos. Eso, que constituye un rasgo de estilo, es lo que ha venido trabajando desde 1990, año en que se publicó el primer EP de The Divine Comedy, grupo fantasma a estas alturas: “The Divine Comedy soy yo, nadie puede decirme qué hacer. Y se siente muy bien”, se ríe Hannon a través de la línea. En los inicios, el proyecto se parecía más a un grupo, pero los continuos cambios de formaciones dejaron a Hannon como protagonista único de su propia comedia.

The Divine Comedy recorrió la autopista del brit-pop, un cúmulo de bandas que rescató lo mejor del rock inglés de los años ‘60 y acaso también algo de lo peor, durante los años ‘90. Pero en vez de ir por un carril central, Hannon tomó por la colectora y vadeó cuidadosamente los lomos de burro, las peleas mediáticas y los excesos propagandísticos. En un programa de vedettes gritonas, The Divine Comedy hubiera sido la más aburrida del reparto. Al menos en los papeles, porque si se indaga en las letras Hannon es un tipo francamente divertido, extravagante e inteligente: un divergente. “Siempre me intrigó el asunto de que haya gente a la que no le interesen las letras, porque para mí son la clave de una canción. Si las letras no funcionan, la canción no funciona. Y pienso que son interesantes cuando tienen algún tipo de significado, sino arruinan la canción”.

DESCANSO DE UNO MISMO

Hubo un momento, a fines de los ‘90, en el que dio la impresión de que The Divine Comedy se encaminaba rumbo al estrellato, y fue cuando “National Express” llegó al top-ten británico. La composición hablaba de un tren imaginario, que visto con la lente correcta era peligrosamente parecido a cualquier servicio ferroviario de pasajeros. La diferencia la constituía la lupa que Neil Hannon siempre utilizó para resaltar el detalle grotesco y hacerlo cómico, tierno y terriblemente cotidiano a la vez. En Inglaterra, el verdadero National Express es un servicio de autobuses; en el video de The Divine Comedy, el “expreso nacional” es un manicomio. La canción es una delicia que combina coros decididamente arcaicos (del estilo de The 5th Dimension, un grupo vocal tan grasún como popular), una melodía de comedia musical, y sofisticados arreglos de guitarra y flauta, más propios de una orquesta ligeramente disfuncional que de los aguerridos grupos del brit-pop.

A lo largo y ancho de la carrera de The Divine Comedy hubo otras canciones de idéntico quilate, algunas muy conocidas como “Becoming more like Alfie” y “Generation Sex”, que los convirtieron en una banda equivalente a Pulp para exquisitos. Sin embargo, el expreso de Neil Hannon fue perdiendo vapor y se transformó en un monoplaza que recorrió estaciones alejadas del éxito. Y, hay que decirlo, los últimos discos de The Divine Comedy sonaron como un buen chiste que ya había agotado su gracia.

Todo parece haber cambiado con Foreverland, y la vieja máquina fue puesta en valor para iniciar su marcha triunfal en 2016. Pero ¿qué es Foreverland? ¿Dónde queda? ¿Hace falta una visa? “No, en absoluto”, afirma Hannon. “Foreverland está en la Unión Europea por lo que podés viajar sin pasaporte. O por lo menos hasta que el brexit entre en efecto. Digamos que Foreverland es el lugar en el que suceden todas las cosas que uno anhela. ¿Viste cuando te decís a vos mismo que todo va a ir bien cuando llegues a tal momento de tu vida o pase determinada cosa que querés que suceda? Eso es Foreverland, porque puede ser un momento en tu carrera, en tu vida, o en tu relación con alguien. El lugar al que siempre querés llegar pero siempre está más adelante”. ¿Neil Hannon vive cerca? “No vivo cerca: vivo allí. Sí, podría decirse que mi vida llegó a ese punto y que es un lugar muy bueno. Obviamente, en Foreverland siempre tenemos problemas, porque es un sitio ideal pero también es real. Es un lugar al que uno aspira a llegar, nunca dije que fuera un lugar sin inconvenientes. Pero son temporales. Pasan pronto”.

¿Cómo es que Neil Hannon llega a Foreverland y cuál es el camino que lo condujo hasta allí? La respuesta no es directa porque la trocha tuvo varios desvíos que alargaron el camino, pero que al mismo tiempo le permitieron el arribo. En los últimos años, Neil encaró diferentes proyectos que fueron desde la composición de canciones para comedias musicales, hasta la creación de una pieza para el órgano restaurado del Royal Albert Hall. Ese último proyecto se llamó “Our Fathers In Distress” (A nuestros angustiados padres), y cobró una importancia especial para Hannon, ya que su padre, Brian Hannon, fue Obispo de la Iglesia de Irlanda y tuvo que resignar su cargo al verse afectado por el Alzheimer. A esa obra, aclamada por público y crítica, le siguió un par de discos con un amigo (Thomas Walsh, del grupo Pugwash) cuyo concepto giró en torno al cricket, amado deporte británico. Para ese par de álbumes eligieron llamarse The Duckworth Lewis Method. Toda esa actividad provocó una separación de seis años entre el último disco de The Divine Comedy, Bang Goes The Knighthood y el actual Foreverland, y se nota que el tiempo de oxigenación restauró una frescura que parecía haberse evaporado.

“Simplemente pasó de ese modo”, explica Hannon. “Yo no puedo descansar de Divine Comedy, porque soy Divine Comedy. Bueno, todos queremos descansar de nosotros mismos ¿no? Pero para eso está el alcohol. Lo que pasa es que después del último disco me metí en unos proyectos muy extraños que fueron muy divertidos. Pero al cabo de un tiempo comenzás a cuestionarte y a tratarte de vago: ‘Bueno, al final nunca hago mi disco’. Pero hacer un disco de Divine Comedy es completamente distinto a hacer algo con cualquier otra persona, nadie me puede decir que hacer, soy solo yo. Entonces después que trabajaste en otras cosas con otra gente, es muy liberador hacer tu propio disco y este lo disfruté muchísimo”.

El goce aparece de movida con el tema elegido para presentar Foreverland; “Catherine The Great” es una encantadora y delicada canción de tono victoriano, que es tanto un homenaje a la mujer que gobernó Rusia con puño de hierro como una broma de poco espesor dedicada a la realeza británica. Sin dudas, un sujeto inusual para una canción pop, pero existe una tercera lectura. “Es muy fácil escribir sobre Catherine si vivís con una (se refiere a su novia, la cantautora irlandesa Cathy Davey). Pero esperá un poco porque se está yendo de la habitación. Listo, ya se fue. Ahora te puedo decir que es un cincuenta por ciento sobre ella y la otra mitad sobre la princesa rusa”.

PROBLEMAS EN LA FRONTERA

Foreverland tiene varios momentos History Channel; desde su inicio “Napoleón Complex” sitúa el tono que Hannon denomina “imperial”. “Bueno”, carraspea Neil, “en realidad no es sobre Napoleón Bonaparte, sino sobre el complejo de Napoleón. Aunque la verdad es que la canción trata sobre mí: un tipo petiso que quiere dominar el mundo. Amo la historia y honestamente no puedo entender a la gente que no la ama porque la historia es todo lo que pasó, y que te guste la historia es que te guste la vida. Me gusta hablar sobre cosas históricas, pero también me gusta la idea de incluir referencias geográficas, o descubrimientos científicos o escribir sobre las leyes o sobre lo que veo en televisión. En mis letras hablo de cualquier cosa que me venga a la cabeza en ese momento, porque no me gusta limitarlas a esa cuestión de ‘me gustas mucho’. Es aburrido”.

Alguna vez se habló del modelo económico irlandés y de las ventajas de instaurarlo en la Argentina. A Hannon le entusiasma la analogía aunque sugiere tomar el asunto con cautela. “Irlanda tuvo una tremenda recesión, como el resto del mundo, y obviamente a nosotros nos golpeó muy duro porque los bancos colapsaron y las cosas se pusieron muy turbias. Irlanda finalmente hizo todo lo que la Unión Europea pidió que hiciéramos luego del colapso. Enderezamos un poco el barco y también hicimos las correcciones que nos pidieron, pero en algunas cosas les dijimos ‘no vamos a hacer lo que ustedes quieren’, lo que nos convirtió en el anticristo de esta historia. Hoy diría que Irlanda está ok; estamos un poco preocupados por el Brexit, porque eso nos puede crear un problema en la frontera con Irlanda del Norte. Actualmente podés ir y volver sin pasaporte, no existe la frontera. Esta situación fue muy beneficiosa para el proceso de paz en Irlanda del Norte y todos estamos muy bien así. En mi opinión, esa frontera no debería retornar. Creo que los irlandeses hubiéramos preferido quedarnos en la Unión Europea porque esta nueva situación nos va a crear un montón de problemas. Pero la nueva situación no es específicamente mala para Irlanda; es mala para mí porque yo tengo que ir mucho a Londres por mi trabajo como músico”.

Dentro de Foreverland, un lugar poblado de hermosas canciones, hay una que se destaca: “To the rescue” (Al rescate), donde las cuerdas hacen un hermoso trabajo de embellecimiento a un tema con toques simétricos de soul y pop de corte inglés. Lo que parece una gallarda canción de un príncipe que va al rescate de su doncella termina siendo una nueva loa de Hannon a su novia. “Mi mejor mitad, Catherine, es básicamente responsable de la mitad de las letras del álbum. Trato de hacer letras que sean un poco graciosas, un poco listas, y algo profundas; ella logra que lo sean a través de su inspiración. ‘To the rescue’ la compuse porque ella es una rescatista animal y como resultado de su labor tenemos unos dieciséis caballos en el parque trasero. Y tres cerdos, cinco pollos, un burro y cuatro perros: todos rescatados. La canción es realmente sobre eso, sobre ella, y sobre qué maravilloso es lo que hace”.

Pese al interesante panorama que se le abre a The Divine Comedy con este nuevo disco que resucita lo mejor de un estilo que podría denominarse “pop de cámara”, con abundante orquestación, y un tono entre humorístico y paródico que homenajea a héroes de antaño como Noel Coward o John Barry, Neil Hannon siente que todo debe seguir como está. “Cuando yo era chico pensaba que ser una estrella de música pop sería mucho más interesante de lo que en realidad es. Y al final del día, ser un músico, y todo lo que eso trae aparejado, es divertido pero en el fondo es una especie de trabajo. Creo que la gente tiene una idea muy extraña de lo que implica ser un músico pop. Para mí una estrella pop es... Adam Ant. No es un gran cantante, ni tampoco un gran compositor, pero fue una gran estrella pop”.

¿Y no le gustaría ocupar ese lugar estelar? “Nah, la gente adora armar leyendas pero no pueden decidir qué es lo que ellos quieren ser. De vez en cuando algunos jovencitos de Dublin, en un estado bastante alto de graduación alcohólica me paran y me dicen ‘oh, sos una leyenda’, y yo se los agradezco pero realmente no me siento muy legendario. Honestamente, nunca me sentí en ese lugar. Solo me gusta escribir buena música. Podríamos confirmar que no soy una leyenda... todavía”.

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