Dom 25.09.2016
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ARTE > DIEGO PERROTTA

SUEÑO CON SERPIENTES

Con un lenguaje que oscila entre la iconografía indígena, la cultura pop grafitera de la década del 80 y el futurismo, Diego Perrotta cuenta la primera Batalla entre el Bien y el Mal, la del Génesis, en El fuego secreto de la serpiente, su muestra de pinturas, acuarelas, dibujos y esculturas. En su relato, el artista hace uso de la ironía y huye de la literalidad: la historia de cómo Dios convirtió al Diablo en reptil es una excusa para configurar un universo de luchas políticas y morales arquetípicas, por momentos sanguinaria y por momentos ingenua, gracias a la introducción de un personaje llamado Matasiete, justiciero y defensor del pueblo.

› Por Eugenia Viña

Que se arrastre sobre su vientre y coma polvo por el resto de su vida, ése fue el castigo que Dios le impuso a la astuta serpiente. Diego Perrotta nos quiere contar una historia, y está relacionada con esa que conocemos desde niños. Dios por un lado, el Diablo por el otro. Pero en el medio, Matasiete, personaje que Perrotta instala para mediar y hacer justicia, en su universo de héroes y villanos. Podría ser una historieta pero los quince espesos acrílicos se alzan contundentes y vibrantes , con un cuerpo con peso propio.

Con un lenguaje que oscila entre la iconografía indígena, la cultura pop grafitera de la década del 80 y el futurismo, la batalla entre el bien y el mal se presenta en pinturas, acuarelas, dibujos y esculturas.

A través de la creación de diferentes personajes y situaciones, Diego Perrotta construye un relato donde la metáfora e ironía hacen lo propio suyo, jugando con la literalidad de las imágenes, en la que ni el fuego es tan secreto ni la serpiente un reptil de tierra sino excusas para configurar un universo de luchas políticas y morales arquetípicas, por momentos sanguinaria y por momentos escenas de un discurso donde está presente la ingenuidad y la ternura de la mirada infantil.

El fuego secreto de la serpiente tiene al animalito bíblico y al Dragón —figuraciones del mal y endiablados seres— como personajes antagónicos del emblemático Matasiete, justiciero y defensor del pueblo. Entre ellos y la figura de la Tierra representada como mujer, nos transformamos en espectadores de batallas donde los personajes aparecen como criaturas híbridas, al acecho, que amagan entre lo oculto y lo visible, lo obvio y lo subterráneo en un cruce que se propone como espejo de la propia condición humana.

SERIE ALQUIMIA, OUROBORUS, 2015, ACUARELA.

El artista cuenta que “son las excusas para hablar de ciertos miedos y temores. Estos personajes estaban ocultos desde hace tiempo, esperando desde la oscuridad el momento justo para atacar. Estas apariciones pueden reflejar diferentes impresiones de la realidad social y política del mundo. El cruce espejado de lo humano con sus reflejos monstruosos.”

La estocada de las dos lunas, El fuego secreto de la serpiente, el hipnótico Dragón de tres cabezas, La Reina serpiente, Alquimia y mística, obras de casi dos metros por dos, ventanas a la caricaturización del inframundo que se encuentran custodiados, al estilo egipcio por El guardián y el Matasiete, objetos-esculturas a través de las cuales el artista sale del plano repleto de color para configurar su contracara: la dimensión y el volumen irrumpiendo en el espacio, abrupta pero silenciosamente, vestidos de blanco.

En esa frontera entre el sueño, el cuento y la mística, nacen las obras en el taller del artista en Almagro, producto de un trabajo que indaga obsesivamente en la repetición de la imagen y los personajes pero con diferentes técnicas y recursos, para sacarle el jugo y proponerles diversas existencias. No sólo trabajo formal sino, como relata el propio artista: “Para mi proceso de trabajo los viajes y las vivencias son un factor de importancia en la generación de ideas para desarrollar diversas series temáticas en mi obra. Desde múltiples ángulos, la Serpiente, figura tradicional de creencias mitológicas, se traslada de manera sigilosa a la urbe, en su desplazamiento se carga de nuevos sentidos. Todos sabemos que la Serpiente puede tomar diferentes formas y, cuando lo desea, formar criaturas nuevas. Nadie puede dudarlo, nadie puede ignorarlo porque es verdad: muchas veces esta figura tomó el aspecto de otros, como está escrito en nuestras vidas y algunas veces, de forma repentina, aparece en nuestros sueños, se introduce en nuestros corazones y termina apoderándose de nuestra realidad”

Contornos precisos a lo Keith Haring, contenido ritual de factura indígena, potencia en la sencillez de la imagen a lo Warhol, Perrotta propone un lenguaje que puede emparentarse al término de la new wave azteca, iconografía que vibra como el mismo diablo, encantador de serpientes.

Perrotta afirma “mi pintura es muy gráfica” y enumera sus series y personajes: “Primero vino la serie Alquimia, en 2014, luego la figuración de la serpiente. Matasiete tiene figura humana pero es la dualidad del bien y el mal. Se enfrenta al diablo. Los monstruos metamorfosean. Si le quitás los cuernos al diablo, es también Matasiete. La tierra es una reina.”

EL FUEGO SECRETO DE LA SERPIENTE, 2015, ACRILICO.

La muestra tiene el semblante de una retrospectiva, con sesenta y cinco obras –de las cuales quince son pinturas y treinta y seis acuarelas–, pero conformada en su gran mayoría por obra inédita que cierra con La estocada de las dos lunas, fin de la serie y final de la muestra.

“Hay un clima más metafísico” resume el artista y con razón, donde los lugares son casi insignificantes, escenografías que sirven para presentar una paleta al borde del abismo, con esa luz acuática del atardecer.

En una especie de configuración de futurismo latinoamericano, el universo indígena secular, el cristianismo remixado y las figuras cuasi extraterrestres nos arman una historia, un cómic gigantesco, donde no sabemos si estamos en el pasado, en el presente o en el futuro. Parece parte de la intención del artista, que hipnotiza a través de la paleta y del tamaño de las obras, generando un trance estimulado por decenas de miradas, ojos por todos lados que se miran entre ellos, y que el artista dice “el relato de miradas es entre ellos, para que no increpen y nos metan a nosotros como espectadores.”

No increpan pero entretienen con un ritmo marcado por el pulso sexual, con perforaciones, órganos masculinos flexibles, volcanes fálicos y plantas orgánicas bulbosas. Asoma cierta alegría, que Perrotta define como “un festejo del movimiento, un carnaval o uno de esos momentos de la vida mínimos y mágicos”.

Autodidacta, formado con Héctor Tessarolo, Diego Perrotta pinta desde que tiene 14 años, y confiesa que en este mismo momento se quiere separar de la pintura para ir encontrando formas más puras.

A Perrotta le interesa contarnos una historia porque él tiene en su cabeza, en su imaginario y en sus sueños una batalla personal, un conflicto heredado e histórico, el del cristianismo versus las cosmovisiones de las culturas originarias. Entre la serpiente como puente psicodélico y poderoso que guía a la curación, clave para entender el paso por esta tierra, y la serpiente como representante del mal.

No hay preguntas ni silencios, hay relato. Porque Diego Perrotta nos quiere contar una historia, pero a través de la contundencia de las imágenes.

El fuego sagrado de la serpiente se puede visitar en el Palais de Glace, Posadas 1725/ Av. del Libertador 1248, de martes a domingos de 12 a 20. Hasta el 23 de octubre.

Serie alquimia, El ermita, 2015, acuarela.

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