Besos brujos
El Festival de Cine de Mar del Plata dedicará una retrospectiva y entregará un Premio a la Trayectoria al maldito hollywoodense por excelencia: Kenneth Anger, el cronista de escándalos que escribió Hollywood Babilonia, el cineasta experimental que acusa a Scorsese, Fassbinder y MTV de robarle sus mejores ideas, el discípulo del brujo Aleister Crowley que se prepara a filmar la Misa Gnóstica con Vincent Gallo y Chlöe Sevigny. Radar lo entrevistó junto a la piscina de un hotel porteño y recorrió con él sus hitos fáusticos: desde Mick Jagger y Keith Richards a Anaïs Nin y Jean Genet, pasando por el juicio que quieren hacerle John Travolta y Tom Cruise
Por Mariana Enriquez
Kenneth Anger no es amenazante. Salvo cuando sonríe y asoman sus perfectos dientes postizos: entonces, sus rasgos alguna vez modificados por la cirugía estética adquieren contornos extraños, temibles. Calcular su edad es una tarea imposible: no la confiesa. Podría tener más de ochenta o apenas menos de setenta. En cualquier caso no conserva parecido alguno con su imagen joven, conservada en fotografías. En fin, que no es posible afirmar que el legendario Kenneth Anger sea la misma persona que recibirá honores con un premio a la trayectoria y estrenará en el Festival de Mar del Plata sus cortos agrupados bajo el nombre de The Magic Lantern Cycle. El anciano afable de risa sardónica tampoco realizó actividades particularmente sospechosas en su primer día en la Argentina. Mientras estuvo en un hotel de la calle Maipú, recorrió “el casco antiguo de la ciudad con sus casitas coloridas” (la ciudad vieja a la que aludía es la Boca), recorrió museos y conoció el Teatro Colón. Hizo el tour turístico predecible, con anteojos oscuros y enfundado en camisa y pantalón caqui, como cualquier ciudadano norteamericano de bien que visita por primera vez una capital sudamericana. Anger no tiene noción alguna acerca de la Argentina. Vagamente admite que leyó algo en algún libro de historia; que como el resto de los mortales sabe de la existencia de Evita, y que “desafortunadamente supe de los problemas que vienen teniendo en los últimos años”, gracias al New York Times. Por lo tanto, no teme cruzarse con piquetes ni cacerolazos ni escraches. Es justo decir que hace falta mucho más que un estallido social para asustar a Kenneth Anger.
¿Por qué tanta sorpresa ante su aparente normalidad? Porque Anger es no sólo el cineasta que la historia del cine norteamericano recoge como el pionero del cine underground o experimental, sino una leyenda negra. Sus escándalos y relaciones con el ocultismo casi oscurecen su reconocimiento como realizador, y muchas veces se superponen. Para algunos, Anger es el hombre sin el cual el tratamiento musical de Calles peligrosas de Scorsese no hubiera sido posible, el hombre al que Fassbinder le “robó” la iconografía para Querelle y el padre biológico de MTV, por ser el primero en combinar imágenes oníricas con música. Para otros es el autor de Hollywood Babilonia, la escandalosa serie de libros que revelaron los secretos más grotescos de la meca del cine. Y para muchos es la mala influencia que fascinó y luego espantó a Mick Jagger y Keith Richards (y debe haber costado bastante espantar a ese par antes de Altamont), el amigo de Bobby Beausoleil (uno de los asesinos del clan Manson), el adepto más fiel del Mago Negro británico Aleister Crowley. Anger es todo eso y, además, es un anciano gentil que frunce el ceño cuando le encienden un cigarrillo cerca y se entusiasma sinceramente cuando lo homenajean en un país tan al sur del río Grande.
TODOS SOMOS ESTRELLAS
Kenneth Anger (se dice que su verdadero apellido es Anglemyer, pero es otro dato que se reserva) nació en California (¿o en Londres? otro misterio), hijo de una familia rica. Cuando era chico, su abuela, que trabajaba como vestuarista en Hollywood, lo dejaba usar vestidos y aretes, mientras le narraba anécdotas de Valentino y Theda Bara. También lo llevaba a castings. Así interpretó a un pequeño príncipe en Sueño de una noche de verano de Max Reinhardt y toma clases de baile con Shirley Temple. En la adolescencia, Anger rompió con su familia y rechazó el cristianismo para entregarse a la lectura reverencial de los textos del mago Crowley. La filosofía mágic(k)a de Crowley es demasiado voluminosa para resumir, pero a trazos gruesos puede decirse que el mago inglés recibió su iluminación en 1937, en El Cairo, cuando entró en contacto con su Angel de la Guarda y Jefe Secreto, Aiwass. Esta divinidad le dictó aCrowley El Libro de la Ley, en que se resume parte de su doctrina, llamada vulgarmente Ley de Thelema. Los puntos salientes son: 1) no hay ley excepto la que reza “Haz lo que quieras”; 2) la divinidad se encuentra en el hombre, no hay Dios; 3) el alma es la Auténtica Voluntad; 4) la humanidad entra en un nuevo Eón, el de Horus; y 5) todo hombre y toda mujer es una estrella.
Con esa religión que unía todas las tendencias paganas (egipcias, griegas, orientales y demás), Crowley se convirtió en 1925 en la cabeza visible de Ordo Templi Orientiis (OTO), una asociación mágica que sigue sus escritos y ejecuta sus rituales. En varias entrevistas, Anger negó estar relacionado con la Orden. Pero ante Radar, confesó: “Soy miembro de la OTO. Me dieron permiso oficial para filmar la Misa Gnóstica, y soy amigo de la mayoría de sus miembros. No voy a muchas reuniones, pero porque no soy muy sociable. Pero suelo ir a los rituales, porque son hermosos. Crowley escribió hermosos ritos, como el de Eleusis, al que asistí”.
La OTO no sólo lo autorizó a poner en celuloide la misa oculta, sino que le permitieron rodar otro corto, que se estrena mundialmente esta noche en Mar del Plata. Se trata de The Man We Want To Hang, basado en las pinturas de Crowley. Anger se entusiasma: “También tengo imágenes de su bastón mágico de bronce. Conseguir esa toma fue extraordinario para mí”. El tema Crowley es lo único que puede hacerlo perder la calma, pero apenas. Anger no tiene ganas de explicar ni defender a su maestro místico: “Fue mal entendido. Si alguien quiere aprender sobre él, puede leer sus libros. Mi cine no es un vehículo para propagar la filosofía de Crowley, que no obstante es fundamental en mi vida. A veces se refleja en mi trabajo, en otros casos no. Creo, sí, que el cine puede ser concebido como un instrumento mágico. Puede crear un trance, una hipnosis. Yo trabajo con el inconsciente, no soy un cineasta narrativo, que usa personajes y una trama. Trabajo como si estuviera dentro de un sueño”.
Después de muchos años, Anger filmará de nuevo, y será su primera película con diálogos. Los actores, por única vez, no son sus amigos. Vincent Gallo (Buffalo 66) y Chlöe Sevigny (Los muchachos no lloran), los dos protoinfantes terribles del cine independiente norteamericano, lo llamaron para ponerse a sus órdenes, seguramente en busca de emociones fuertes que sacudan sus vidas de niños mimados de la crítica. Anger está sorprendido: “Es raro que no sea yo quien tenga que rogarle a los actores para que se pongan frente a mi cámara. Les ofrecí interpretar la Misa Gnóstica y aceptaron encantados. Chlöe será la sacerdotisa, y Vincent el Sumo Sacerdote”. Anger sonríe, y la sonrisa termina en carcajada maquiavélica. Sus ojos parecen decir que los jóvenes aventureros no saben en lo que se meten.
CON AMIGOS ASI
Kenneth Anger tuvo toda su vida una facilidad asombrosa para rodearse de famosos, hermosos y malditos. Hay que decir que, en conversación, suele deslizar casualmente un “Cuando vi a Mick...” (Jagger) o “En aquellos años Jimmy...” (Page), “cuando visitaba a Anaïs...” (Nin). Aquí, una incompleta lista comentada de sus compañeros de ruta:
Bobby Beausoleil: cuando se conocieron, en 1965, Anger estaba intentando rodar el film Lucifer Rising, que le costó casi veinte años finalizar. Vivía en San Francisco y buscaba al Lucifer del título. El primero que encontró fue un niño de cinco años llamado Godot, que murió antes de comenzar el rodaje (se arrojó desde un edificio creyendo que podía volar). El segundo fue un joven escapado de una institución mental que se definía como “un hombre en órbita femenina”, que huyó de la casa de Anger después de ser alojado un par de días. Finalmente dio con el esbelto Bobby en las calles de Frisco. El chico tenía diecinueve años, y se mudó con Kenneth.Anger no sólo quería a un Lucifer para la película, sino alguien que pudiera componer la banda de sonido. Beausoleil formó una banda llamada The Magick Powerhouse of Oz, donde tocaba la guitarra y el sítar. En setiembre de 1967, Anger organizó una celebración, el Equinoccio de los Dioses: celebró ritos y la banda tocó. Todo fue filmado. Pero justo después de finalizado el festival, Bobby desapareció junto con el auto de Anger y parte de las cintas y cámaras. No había copias. Aparentemente Anger le habría pegado en la cabeza a Bobby con un báculo, y eso motivó la venganza. En cualquier caso, Bobby pronto consiguió otro amigo que le ofreció refugio: Charles Manson, que tenía una comunidad a la que llamaba La Familia. En 1969, Charlie le rogó a Bobby que fuera a pedirle plata a un maestro amigo de la Familia, Gary Hinman. Bobby lo hizo, acompañado por Susan Atkins, otra integrante de la comunidad. Cuando Gary se negó a darles el dinero, Bobby lo mató. Antes de dejar la casa, escribieron en las paredes Kill the piggies. Cuando la Familia Manson fue condenada por los crímenes de Sharon Tate y del matrimonio La Bianca, Bobby cayó junto a ellos. Anger sigue en contacto con Bobby hasta el día de hoy: los entredichos del pasado han sido olvidados. Muy suelto de cuerpo, explica: “En 1970 Bobby grabó desde la cárcel la banda de sonido de Lucifer Rising. Le estoy agradecido. No está libre todavía, el pobre, pero en poco tiempo podría salir bajo palabra. No creo que se la concedan, porque el caso con el que está asociado tiene demasiada notoriedad. Lo veo ocasionalmente, no me gusta ir a la cárcel. Es un hombre ya de mediana edad, que perdió su vida adentro”. ¿El cineasta brujo habrá maldecido a Bobby, precipitando su caída? Previsiblemente, no hay respuesta de Anger.
Anton Sanzdor La Vey: recientemente fallecido, era el jefe de la Iglesia de Satán en San Francisco. Su doctrina no se relaciona con la de Crowley (que no era satanista, contra todo mito popular). La Vey interpretó a Satán en el film de Anger Invocation Of My Demon Brother (1969), y desde entonces siguieron en contacto. La Vey había interpretado a Satán antes, en El bebé de Rosemary de Roman Polanski, el esposo de Sharon Tate. En aquel momento, Susan Atkins, la mujer que acuchilló a Sharon y acompañó a Bobby en el crimen de Hinman, era discípula de La Vey. El bebé de Rosemary fue rodada en el edificio Dakota de Nueva York, donde vivía y en cuya entrada fue asesinado John Lennon. El álbum blanco de los Beatles habría inspirado los crímenes de La Familia. ¿Alguien desea atar cabos?
Mick Jagger, Keith Richards etc: tras el robo de las cintas de Lucifer Rising, Anger se mudó a Londres. Allí recuperó el entusiasmo por el cine, no bien conoció a los Rolling Stones. Creía que los conciertos del grupo eran invocaciones a fuerzas ocultas, que su música era perfecto acompañamiento para la magia sexual (uno de los métodos de Crowley, que solían estar poblados de excesos: no por nada fue el ocultista más popular en los salvajes ‘60). Veía a Mick como Lucifer y a Keith como Belcebú, para la concreción a esta altura penosa de Lucifer Rising. Para convencerlos, se hizo amigo de ellos. Los dos Stones con sus novias (Anita Pallenberg y Marianne Faithfull) acompañaban a Anger hasta Stonehenge (el círculo prehistórico de piedras, que fue santuario druida) con varios ácidos encima. Keith y Anita decidieron tener un casamiento pagano con Anger como sacerdote. Antes de la fecha prevista, Keith descubrió que las puertas de su casa en Sussex habían sido quitadas por la noche y pintadas de dorado (un color que simboliza invasión de magia negra), y después puesta de vuelta. Era inexplicable cómo lo habían hecho sin que él lo escuchara, se asombraba Keith (aunque se puede dudar de su capacidad auditiva teniendo en cuenta la cantidad infame de drogas que entonces usaba). Asustado, le dijo a Anita que no quería saber más nada con Anger o la brujería. Poco después, Jagger también se asustó: tiró sus libros de ocultismo y se casó con Bianca Jagger ostentando una enorme cruz. No obstante, Anger consiguió algo de ellos. Así lo recuerda para Radar,mientras mira con curiosidad a unos turistas que se bañan en la pileta del hotel de la calle Maipú: “Mick compuso la banda de sonido de Invocation Of My Demon Brother en un sintetizador Moog. Es una pieza hipnótica, rara viniendo de él. Y, al final, Marianne y Anita participaron de Lucifer Rising: Marianne es Lilith, Anita hace una presentación”. ¿Sigue Anger en contacto con Mick? Poco, pero sí. “Está todo el tiempo trabajando, y yo llevo una vida muy tranquila. Pero somos amigos. La última vez que lo vi me dio entradas para su show en Los Angeles y charlamos un poco. Yo soy un hombre grande como él, así que me sorprende que siga tocando, y de gira. No lo entiendo. Pero Mick siempre fue ambicioso. Dice que lo disfruta.”
Jimmy Page: en 1970, el guitarrista de Led Zeppelin compró Boleskine, la casa a orillas del lago Ness donde a principios de siglo Aleister Crowley había intentado varias invocaciones, sin éxito. Anger había alquilado esa casa años antes. Cuando supo del nuevo dueño, no pudo evitar interesarse. Poco después, en un remate en Sotheby’s, Page le ganó a Anger un manuscrito original de Crowley. Un amigo en común los presentó. Se hicieron amigos, y Page compró la otra casa de Crowley, Tower House, en Kensington, Londres. La redecoró e instaló a Anger en el sótano, con una isla de edición para que terminara, por enésima vez, Lucifer Rising. El cineasta se sintió atrapado en esa casa, famosa por embrujada. Jimmy escribía, mientras, la dichosa banda de sonido. En tres años sólo pudo hacerle veinte minutos de música, y Anger lo sacó del proyecto. Explica hoy: “Tenía buenas intenciones, pero no hizo suficiente. Yo quería horas de música. Pobre Jimmy, tenía problemas con la heroína en ese momento. No podés forzar a una persona con ese tipo de problemas a trabajar”.
Genet, Cocteau, Nin: en los años 50, después de un intento de suicido, Anger decidió comenzar de nuevo en Francia. Hablaba francés, y consiguió trabajo en la Cinématheque Francaise, donde formó parte del staff de Henri Langlois durante doce años. Allí conoció a Jean Genet, Jean Cocteau, Anaïs Nin. De todos tiene algo que decir. Cocteau: “Fue una de mis influencias. Era mucho más que un cineasta. Fue un niño prodigio, un poeta, hizo trabajos experimentales. Como jurado en un festival donde presenté Fireworks me mandó una carta donde expresaba cuánto le había gustado. Nos hicimos íntimos”. Cocteau devolvió elogios escribiendo que Fireworks es un film que “emerge de esa noche de donde surgen las verdaderas obras de arte. Nos toca el alma”. Genet: lo conoció después de que el escritor viera esa misma película. “Era un hombre duro”, dice Anger. “Muchos creen que compartimos cierta sensibilidad, la fascinación por los marineros, por ejemplo. Pero él ya venía trabajando con eso: se dice que corrompí a mucha gente, pero Jean se corrompió solito. Le gustaban los criminales y los mitificaba. Yo no tuve nada que ver con eso”. Sonrisa malvada, que se vuelve, sorpresivamente nostálgica cuando recuerda a Anaïs Nin: “Era una mujer encantadora, que había vivido mucho y bien. Yo solía despertar en su casa, y varias veces tuve el placer de verla escribiendo sus diarios por la mañana”. Anaïs interpretó a Astarté en el film de Anger Inauguration of the Pleasure Dome (1954). Lamentablemente, este corto no se verá en Mar del Plata.
Y siguen las firmas: Una pequeña anécdota que Anger desliza: “Mis películas se vieron en espacios grandes y pequeños. Conocí a Bertolt Brecht y Charles Laughton en el mismo teatro donde estrené Fireworks, la Coronet Film Society. James Whale (Frankenstein) vino a esa presentación, lo mismo que el Dr. Alfred Kinsey, que me invitó para hacer una entrevista sobre conducta sexual humana y compró una copia de la película, la primera que vendí”. Le encanta poner nombres sobre la mesa, y enumerar los famosos con los que se codeó. Se le nota, cuando se regodea en apellidos, su otra faceta, la de perverso y venenoso contador de chimentos.
LA TIA VALENTINA
La notoriedad de Anger no se basa ni en sus amigos ni en su filmografía: se lo conoció cuando, en los 60 publicó su libro Hollywood Babilonia, y su continuación, en los años 80. Los libros están poblados de sórdidas y tristes historias: la lobotomía de Frances Farmer, el accidente donde murió decapitada Jayne Mansfield, el fetichismo de James Dean. Dicen que Anger, en su inmensa colección de memorabilia, posee una foto de Marlon Brando practicando una fellatio. Babilonia, el lugar pagano por excelencia, debía contar con jóvenes sacrificados a los dioses. En los libros, están todos esos jóvenes escupidos por Hollywood, rescatados de la mugre, y así paradójicamente elevados a la categoría de malditos, sinónimo de sagrados para Anger.
¿Hay planes para un Hollywood Babilonia 3?
–Ya lo tengo escrito. Pero los editores creen que pueden tener problemas legales: escribo sobre gente que está viva y tienen pánico a los juicios. Lo que más me ha interesado sobre el nuevo Hollywood es esa mafia de la Cientología, un culto del que participan Tom Cruise y John Travolta. Cruise estaría muy inclinado a hacer un juicio, ése es su estilo. Además en Cientología impulsan a ganar juicios para juntar más dinero. Todos los miembros tienen un lavado de cerebro. Es una religión que requiere mucho dinero de sus fieles.
¿Los escándalos ya no son tan interesantes como solían?
–Son aburridísimos. Casos como los de Robert Downey Jr., O.J. Simpson, o Hugh Grant con su triste fellatio... los trato con cierto desprecio. Ya no hay glamour. Hay buenos actores, sin duda, pero no me entusiasma la escena.
¿La escena del rock también lo aburre?
–Ya no tiene esa fuerza de los 60. Yo creía en aquella escena, consideraba que podía ser el paso de una era a otra, simbolizada en la lucha entre dos generaciones. El rock hoy es de mediana edad.
Sin embargo se lo reivindica como el padrino de MTV. ¿Cómo reacciona frente a eso?
–Nunca dirigí un video: nadie me ha llamado para hacer uno. Prefieren robar mis imágenes. Y no se puede hacer un copyright de escenas: si quieren, las copian. No me amarga, pero tampoco me alegra, ciertamente. Podría hacer un video, sólo que en general detesto la música que se hace hoy. Yo usé música pop antes que MTV para acompañar imágenes. Pero MTV existe para vender música. Yo nunca hice eso. Me vendo a mí mismo y uso la música como compañía. Como si fuera un bailarín de ballet.
Pero debe haber algún escándalo de Hollywood que le interese...
–De verdad que ya no hay nada interesante. Son tonterías. Tengo amigos en la industria que me cuentan los chismes de los estudios. Es parte de mi trabajo: soy un cronista de escándalos. Cuando Hollywood era nuevo, la gente estaba descubriendo cosas: cómo era tener plata por primera vez, y era sublime verlos caer desde la cumbre. Hoy ganan tanto dinero que ni fracasan. La industria expulsa lo problemático. Lo interesante es la cocina, los productores, a quienes se les perdonan crímenes serios. Hay un productor muy famoso que estuvo en una millonaria estafa, fue preso por un año, y volvieron a contratarlo. Son impunes estos nuevos poderosos. Pero no me gusta hablar de dinero. Preferiría hablar de estrellas, pero no existen. A mí me gustan los escándalos de la pasión. Las debilidades de la carne. De eso, la-mentablemente, no queda casi nada.