Dom 15.02.2004
radar

NOTA DE TAPA

Ahora lo ves, ahora no lo ves

Son más que conocidos los retoques fotográficos con que Stalin eliminaba todo registro de las personas que mandaba asesinar. Pero la historia de la manipulación de imágenes con fines políticos o ideológicos es mucho más amplia: desde el Imperio Romano hasta la invasión de Irak, pasando por Mussolini, la caída de Berlín, las playas de Iwo Jima, Vietnam, el terror psicológico de la Guerra Fría, Bush, Estefanía de Mónaco, Roxy Music y la Operación Tormenta del Desierto, hemos sido engañados con batallas que se reactuaron, charcos de agua transformados en sangre, genitales borrados, madres con bebés que todavía no nacieron y personas que desaparecen, entre otros trucos. La flamante muestra Imágenes que mienten, de éxito masivo en Alemania y pensada como un ABC de la mentira en permanente expansión, consiguió reunir una cantidad impresionante de casos (antes y después del retoque), algunos de los cuales reproducimos a continuación.

La muestra fue ideada por el Dr. Jürgen Reiche, de la Fundación Casa de la Historia de la República Federal de Alemania, y el apoyo económico de la Central Federal para la Educación Política tuvo como objetivo garantizar la entrada gratuita. El catálogo, publicado por la editorial Bouvier, estuvo a cargo del Dr. Hans Walter Hütter y Petra Rösgen.

Fresco original de Adolf Riedlin, 1937.
Fresco de Adolf Riedlin, retocado por él mismo, 1948.

El hoy ya casi olvidado pintor Adolf Riedlin (1892-1969) compuso en 1937 un fresco para la central de gas de Friburgo (Alemania). La imagen mural de la sala de reuniones muestra a una colonia de hombres en su camino al trabajo; en el fondo, se ven las montañas de la selva negra. El trabajador de la punta saluda a un desocupado con el saludo nazi, que el otro contesta de la misma manera. Atrás, un hombre está todavía a la expectativa. Ambos son instados a enrolarse en la “Comunidad de los Creadores” –tal el objetivo propagandístico de la obra–. El pintor y crítico de arte Werner Höll escribe en Alemanen el 11 de abril de 1937 que se trata de “una obra de arte de la autodeterminación popular”, desde la que “habla la fe incondicional en la victoria de la gran humanidad alemana”.
El 21 de abril de 1945, cinco días después de la incursión de las tropas francesas en Friburgo, el jefe de la central de gas le escribe al alcalde de la ciudad que, “juzgándolo con la máxima severidad”, los dos hombres que intercambian el saludo hitleriano en la pintura de Riedlin “podrían constituir una glorificación del partido”. A partir de julio de ese año, las autoridades se esfuerzan por encontrar al pintor a fin de cambiar el saludo en el cuadro. Como Riedlin no aparece por ninguna parte, se decide tapar ese fragmento de la imagen, y en 1946 se lo cubre con óleo de color negro. Riedlin al fin aparece, pero por problemas de salud no se encuentra en condiciones de “desnazificar” el fresco. Recién en junio de 1948, la oficina de reedificación de Friburgo le anuncia al alcalde: “La modificación del fresco en la central de gas ha sido terminada”.


Primero: Mussolini con la espada del Islam en Trípoli, el 29 de junio de 1942. Un hombre cuida que el caballo se quede en su lugar para que la foto no salga movida.

Después: El “Duque”, versión ligeramente retocada. Para que nadie crea que no sabe montar solo a caballo.


Arriba: Foto original de Associated Press, 17 de noviembre de 1997. Abajo: Mediante manipulación digital, el charco de agua se convierte en un mar de sangre. Blick (Suiza), 19 de noviembre de 1997.
“Un país como en guerra” grita el titular del matutino amarillista suizo Blick. Se trata de un informe desde Tebas (Egipto) después del atentado con una bomba el 17 de noviembre de 1997. Una imagen desde el lugar de los hechos ilustra la noticia: desde el templo de Hatchepsut fluye un ancho río de sangre que muestra elocuentemente la horrenda magnitud del atentado perpetrado por fundamentalistas islámicos. El noticiero del canal de televisión suizo DRS muestra la misma imagen en su edición del mediodía. Cuatro días después de la publicación de la foto, la SonntagsZeitung acusa a su competencia Blick de manipulación de material fotográfico de agencia. La denuncia se confirma rápidamente.

La fotografía de G. P. Goldstein. El 5 de mayo de 1920, en la Plaza Swerdlow en Moscú, Lenin pronuncia un discurso ante el Ejército Rojo. Trotsky y Kamenew están sobre las escaleras que conducen al podio. Pocos segundos después de la toma de Goldstein surge esta imagen. Trotsky y Kamenew están de perfil.
Versiones posteriores muestran la imagen del fotógrafo
desconocido siempre como falsificación. Trotsky y Kamenew
son reemplazados por cinco escalones.
Ya en la antigüedad, el poder se manifestaba en imágenes. Las monedas portaban el retrato del gobernante, las estatuas servían a la glorificación del rey. Por otro lado, ya en los tiempos del Imperio Romano la destrucción de insignias de poder era señal de una posición hostil frente al orden político imperante. Como relata Tácito, las revueltas comenzaban la mayoría de las veces por la demolición de las Imagines principis, las imágenes de los reyes. Más allá de eso, el sistema legal romano contemplaba el acto jurídico que permitía al senado divinizar a una figura, o borrarla para siempre de la memoria colectiva. El término jurídico con que se denominaba lo último es el de memoria damnata: desaparición de todo recuerdo visual de un rey acusado de tirano, del que no debía quedar testimonio para las generaciones futuras.
Las investigaciones sobre historia romana no establecen con seguridad hasta qué punto también las personas vivas sufrían esta excomunión visual de la vida pública. Algunos estudiosos dicen que sólo el nombre de los muertos era borrado de esta manera; otros no descartan que hubiera existido una memoria damnata en vida de los damnificados. Lo que es seguro es que el concepto de damnatio memoriae pertenece a la Edad Moderna. También es sabido que la “desmemorización” contra personas no deseables ode opiniones políticas distintas constituyó una práctica común en los sistemas totalitarios del siglo pasado. La des-stalinización después de la muerte de Stalin es un ejemplo de ello. Pero el más conocido caso de damnatio memoriae fue el destino de Trotsky.
Leo Dawidowitsch Bronstein –llamado Trotsky– desaparece de todas las fotos. Especialmente la historia de una foto lo muestra con toda claridad: el 5 de mayo de 1920, en la Plaza Swerdlow de Moscú, frente al teatro Bolshoi, se reunieron algunas unidades del Ejército Rojo. En medio del lugar se yergue un podio. Sobre él, Wladimir Illijitsch Lenin pronuncia un discurso antes de que las tropas marchen al campo de batalla a luchar contra el ejército comandado por el polaco Jozef Klemens Pilsudski. La Rusia revolucionaria se encuentra en guerra, las fuerzas de Pilsudski cayeron hace poco en Ucrania. G. P. Goldstein fotografía la asamblea. La toma muestra a Trotsky y a Leo Borissowitsch Kamenew parados sobre las escaleras que conducen al podio, mientras que Lenin, inclinado hacia adelante en una de sus típicas poses de orador, intenta movilizar con su discurso a las coloridas unidades militares. En los próximos años, la imagen se convertirá en un verdadero icono y será divulgada como foto y como postal.
Pocos segundos más tarde de la toma de Goldstein, un fotógrafo desconocido hace una casi idéntica. Trotsky y Kamenew están de perfil. También esta fotografía se reproduce y se hace extremadamente popular. La versión original aparece por última vez en mayo de 1927 en forma de postal avant-garde por el décimo aniversario de la Revolución Rusa. Más tarde sólo se publicará la falsificación. Un retocador se ocupa de que cinco escalones reemplacen a Trotsky y a Kamenew. La intervención se hace famosa en la historia de la fotografía no sólo por su calidad para el estado de la técnica en ese momento, sino también porque el alejamiento de Trotsky de la foto predice el destino que le espera a quien alguna vez fuera compañero de ruta de Lenin. En noviembre de 1927, la cabeza del Partido Comunista lo expulsa del Comité Central. Acusado de supuestas “actividades contrarrevolucionarias”, en 1929 es expulsado de la Unión Soviética y lleva una vida de emigrante hasta que el 20 de agosto de 1940 un agente de Stalin lo mata en México.



La foto de Chaldej: escenificada por el fotógrafo y retocada con posterioridad. Fueron 36 las fotos que se sacaron sobre el Parlamento, y todas contribuyeron a la fama de la imagen.

La foto de Chaldej, sin retocar: el
soldado soviético lleva dos relojes.
Al menos uno es robado.

Berlín, 2 de mayo de 1945: Jewgeni Chaldej, fotógrafo de la agencia de noticias rusa TASS, busca una buena toma del Parlamento destruido. La escena debe tener una bandera roja, improvisada en Moscú por un costurero con pedazos de manteles. Dos días antes, las tropas soviéticas habían tomado el Parlamento por asalto y algunos soldados habían izado una primera bandera sobre la cúpula. Como todavía se peleaba, no había ninguna foto del hecho. Por eso es que el 2 de mayo, la cabeza del Ejército Rojo decide recrear la capitulación de Berlín. Los fotógrafos reciben el permiso para una sesión de fotos en el Reichstag. Informa Chaldej: “Tomé la bandera que tenía conmigo y les dije a tres soldados jóvenes: ‘Subamos a colocarla’. Fuimos hasta la cúpula. Abajo, el Parlamento todavía ardía, y era muy difícil trepar hasta ahí sin quemarse”.
El fotógrafo busca la composición óptima, un buen fondo para su foto, y lo encuentra: la parte este del Parlamento, de cara a la Puerta de Brandenburgo. Las ruinas de Berlín bombardeada se ven claramente desde esta posición. Uno de los soldados trepa a una columna y sostiene el palo al que está sujeto la bandera. El segundo soldado, un oficial ruso, lo sostiene de un pie. El tercero está al lado, con su Kalashnikow. El fotógrafo hace una serie de tomas.
El 3 de mayo, apenas un día después, Chaldej vuela de nuevo a Moscú y lleva su foto a la TASS. La agencia planea divulgarla como foto oficial. La condición para ello es que Chaldej corrija un detalle: el oficial soviético que sostiene a su camarada sobre la columna lleva –visiblemente– un reloj en cada muñeca. El saqueo no puede estar documentado en una foto oficial, así que Chaldej debe quitar uno de los dos relojes. Esta foto, que llegó a ser un icono con el correr del tiempo, no sólo está escenificada artificialmente, sino que además fue retocada. La imagen remite a otra famosa foto de guerra: el izamiento de la victoriosa bandera norteamericana en la isla Iwo Jima del océano Pacífico.
En febrero de 1945, norteamericanos y japoneses se enfrentaron sobre la isla volcánica japonesa en una de las batallas más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial. Un tercio de todos los marines muertos en la guerra cayó en este combate. Cuatro días después del aterrizaje, los norteamericanos consiguen expulsar a los defensores japoneses. El 23 de febrero de 1945, una pequeña bandera con un largo mástil flamea sobre la cumbre del volcán extinguido Mount Suribahi. Hace tres horas que está allí cuando llega a la isla el fotógrafo de guerra Joe Rosenthal. Pero la bandera es muy pequeña, de lejos sólo se puede ver con largavistas. Como la contemplación de la bandera de victoria es importante para la moral de las tropas, un oficial ordena llevar una bandera más grande hacia la cumbre. Allí Rosenthal fotografía cómo los marines plantan la nueva bandera.
Associated Press publica la foto para todo el mundo. Rosenthal se hace famoso de golpe y recibe el prestigioso premio Pulitzer. La imagen se convierte en una de las fotos de guerra más legendarias de Estados Unidos, en un “icono patriótico”. En 1945 y de vuelta en 1995 aparece una estampilla con la foto. Con ella se publicita en 1945 la venta del séptimo y último empréstito de guerra. El motivo es gravado en granito y honra a los caídos en el cementerio militar de Arlington en forma de un monumento de bronce de cientos de toneladas. La bandera es izada también en Arenas de Iwo Jima, con John Wayne en el papel protagónico.
Se conocen los nombres de los seis soldados que izaron la bandera norteamericana (grande) en aquel mediodía del 23 de febrero de 1945. Tres de ellos sobrevivieron a la guerra y fueron festejados como héroes a su vuelta. Por el contrario, los tres soldados que posaron para Chaldej sobre la cúpula del Parlamento son desconocidos. Stalin en persona nombró más tarde a dos rusos y un georgiano (él mismo era de Georgia). Hasta que cayó el régimen soviético fueron considerados héroes y condecorados en reiteradas oportunidades. Cuando ya no tuvo que temer represalias, AnaChaldej, la hija del fotógrafo muerto en 1997, dio a conocer que no habían sido ellos los que posaron para su padre.
Ni Jewgeni Chaldej ni Joe Rosenthal se hicieron ricos con sus fotos. Las ganancias de la foto de Iwo-Jima fueron donadas por AP a un fondo de apoyo a la Marina. Recién en 1995, los dos fotógrafos se encontraron en persona. Ambos son judíos y, según sus declaraciones, por eso están especialmente orgullosos de haber podido documentar la victoria sobre la Alemania de Hitler y sobre su aliado Japón, y por haber dejado en el recuerdo de todos las banderas de la victoria.



Stalin con Woroschilow, Molotow y Jeshow a la vera de un canal.

En 1938 Jeshow es destituido. Por un tiempo es el responsable de los transportes de agua. El 4 de febrero es fusilado.



“Alianza de luchadores por la liberación de la clase trabajadora” con Alexander Maltschenko a la izquierda, detrás de Lenin, en San Petersburgo, 1897.

El jefe de ingenieros Maltschenko es acusado en 1929 de sabotaje y ejecutado el 18 de noviembre de 1930. En una versión de la foto publicada en 1939 “ha desaparecido”.



Foto original con Alexander Dubcek, el 30 de marzo de 1968.

Con la entrada de las tropas del Pacto de Varsovia, la primavera de Praga sufre un final precipitado. Después de que Dubcek fuera alejado del poder desaparece también de la foto grupal. El inconveniente: la punta de su pie derecho fue pasada por alto y quedó en la foto.

Más bien contraproductivas han sido siempre las falsificaciones cuando no fueron hechas con la prolijidad necesaria o cuando los medios técnicos no alcanzaban para lograr el engaño perfecto. Un furcio monumental de este tipo es la imagen de la plana mayor checoslovaca después de que, con la aniquilación de la primavera de Praga en 1968, desapareciera también uno de sus propulsores, el primer secretario del Partido Comunista checoslovaco Alexander Dubcek.


Cercanía imaginaria: Stalin falsifica una foto a fin de ubicarse al lado de Lenin en 1922.



Acuarela de Serow, 1953. Lenin en primer plano; Stalin en segundo.

Oleo de Serow, 1965. Lenin en primer plano.
Otro ejemplo de damnatio memoriae es la historia de este cuadro, por el que el pintor Wladimir Serow ganó en 1947 el “Premio Stalin”. La obra “Lenin proclama el poder del soviet” lo muestra a Stalin nuevamente cerca de Lenin. En 1953, Serow terminó una acuarela con el mismo motivo, y en 1955 la misma le sirvió de modelo para un pomposo cuadro al óleo. Diez años más tarde, Serow corrige su obra según las nuevas pautas: cambia a Stalin por otra persona. La eliminación radical de todo recuerdo de Stalin se suaviza luego en la era de Breschnew.


Incluso fotografías de situaciones cotidianas pueden ser instrumentalizadas con fines políticos. Durante décadas, la Guerra Fría creó el marco para que un par de imágenes poco espectaculares fueran tomadas como prueba de los crímenes del enemigo. En el otoño de 1976 surge en Leipzig (RDA) una de estas fotos, donde se ve a un grupo de chicos de una guardería después del baño con unos trajes rayados. En la exposición de la World-Press Photo de ese mismo año, el motivo recibe un segundo lugar en la categoría “La foto más linda”. En junio de 1978, un fragmento de la imagen aparece en Alemania occidental. Se trata de la tapa de un folleto de una organización cristiana encargada de apoyar a sus compañeros de fe residentes en los Estados comunistas. El título del folleto es “Las voces de los mártires”, y en el mismo se lee: “Chicos con ropa de presidiarios. Una foto contrabandeada de un campo de concentración soviético. Los chicos nacieron en un campo de prisioneros y allí crecen, hasta que los padres son liberados”.



La “enfermera Najirah” durante su declaración frente a la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica, el 10 de octubre de 1990.
La agencia publicitaria Hill and Knowlton (H&K) se encargó de preparar el terreno mediático antes de que se lanzase la así llamada Operación Tormenta del Desierto. El 10 de octubre de 1990 sus representantes escenificaron ante la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de los Estados Unidos la representación de “Najirah”. Sacudida por las lágrimas, la supuesta enfermera hizo asentar en el protocolo de este foro que había sido testigo en un hospital de Kuwait de cómo los soldados iraquíes “arrancaban a los bebés de sus incubadoras y los dejaban morir sobre el suelo frío”. La historia marcó no sólo la posición de la opinión pública norteamericana respecto de la guerra del Golfo. Incluso el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush padre, se refirió a esta descripción de las presuntas atrocidades de los iraquíes en muchos de sus discursos a favor de un ataque militar. Recién en 1992, el periodista John R. MacArthur descubrió que la “testigo ocular” era la hija del embajador de Kuwait en Estados Unidos, y que para el momento de los hechos no se encontraba en Kuwait.



Foto de Peter Turnleys. Una de las últimas que pudo tomar antes de que a todos los periodistas les prohibieran la entrada a la zona de combate.

La guerra, tal cual debía ser vista.


En el verano de 1997, una falsificación digital caldea los ánimos británicos. Después del descubrimiento, la Press Complaints Comission, organismo de autocontrol de los medios, anuncia que hará más severas sus pautas. La razón: en la tapa del Mirror aparece el 9 de agosto una foto de Lady Di con Dodi al-Fayed durante un paseo en yate. En la foto granulosa y poco nítida se ve cómo ambos se besan. Una manipulación, como se puede apreciar en el original. La cabeza de Dodi sufre un giro de derecha a izquierda y listo: “La foto que todos querían”.


A la derecha: foto original de asilados en Berlín. Más allá: tapa de Der Spiegel, 6 de abril de 1992. Los dos policías incrustados en la foto miran, como el público lector, la imparable horda de extranjeros que invade Alemania.


“Estefanía de Mónaco está embarazada.” Esta noticia pasó a ser noticia constante durante los primeros meses de 1992 en las revistas semanales. Yaen estado embrionario, el retoño de sangre azul generó peleas en la casa real. “Padre, perdóname”, cita Die Aktuelle a la embarazada. Al príncipe Rainiero le cuesta admitir que su hija es soltera y que un guardaespaldas va a ser el padre del chico. Las cosas no andan bien en la casa Grimaldi. Dos semanas más tarde, Das Neue Blatt pone un toque de optimismo al drama anunciando que Estefanía ha encontrado por lo menos una nueva casa para ella y para su bebé. Una semanas más tarde, Frau Aktuell contribuye a apaciguar los ánimos haciéndonos saber que, gracias a la moderadora de televisión Linda de Mol, la hija del príncipe hará su casamiento de ensueño antes de mudarse a su nueva vivienda. En noviembre, todas las preocupaciones parecen olvidadas; Das Neue lanza el anuncio: “¡Hurra, mi hijo ya está aquí!”
No sólo estas cuatro revistas se atropellan unas a otras en su afán por hacer públicas las circunstancias y el progreso del embarazo de Estefanía. Para la prensa amarilla, las historias sobre la noble descendencia son en primera línea garantía de mayor tirada. La posibilidad de ganarle a la competencia en número de ventas se acrecientan sobre todo cuando se puede poner en la tapa la foto de la madre con su hijo. En caso de emergencia, la prensa sensacionalista le da un empujoncito a la realidad: numerosas revistas ilustran su tapa con un montaje de Estefanía con su niño, alguna incluso semanas y hasta meses antes del 26 de noviembre de 1992, día del parto.


Foto original y foto censurada de la tapa del álbum Country Life de Roxy Music, 1974.

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